Capitulo 4

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Las horas pasaron y seguía sin tener información de ella, su preocupación aumentó y tuvo que hacer lo que no quería. Eran las 22:50 hora local en Chicago, sabía que Diana Verónica debía estar despierta porque en México aún era temprano, después de unos segundos pudo escuchar la voz.

Se paso por alto el saludo y fue directo a lo que le interesaba, preguntó si sabía algo de Ana, la duda en la voz de Diana la delató, claro que sabía, pero no se lo iba a decir. Diana empezó hacer preguntas, pero Verónica no tenía la energía para contestarlas, así que le pidió que si sabía algo de ella se lo contará porque estaba muy preocupada.

En el fondo, Verónica sabía lo que estaba pasando, pero se negaba a creerlo, lo único que necesitaba era que amaneciera para poder tomar el vuelo y llegar a casa.

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Ana por otro lado estaba sumergida en su propia miseria que no había escuchado que su celular estaba sonando, fue al cuarto timbrazo que lo notó y se acercó a la mesa para poder alcanzarlo.

- Mierda Ana, ¿quieres explicarme que rayos está pasando? Acabo de colgar con Verónica, está muy preocupada por tí, por no saber de tu paradero, no le dije nada porque supuse que, si no le habías dicho, es porque tendrías tus motivos. - Habló Diana Verónica, que era una de las dos personas que sabían de su relación y a la única a la que le había dado su nuevo número de teléfono.

- Hola Diana, llegué muy bien gracias por preguntar.

Déjate de tonterías Anita, y habla de una maldita vez, ¿Qué pasó?.

Las lágrimas nuevamente brotaron y se le escapó un sollozo que no pasó desapercibido para Diana.

- Por Dios Ana ¿Qué pasa? Me estás asustando, ¿Estás bien? .

Ana respiró hondo para poder hablar.

- Finalmente la he dejado, tarde un tiempo en comprender que nunca sería suficiente para ella, ahora puedo ver qué nunca me amó como la amé yo, siempre estuve dispuesta en dar todo lo que tengo y todo lo que soy para que ella fuera feliz, y finalmente me quedé sin nada que ofrecerle, le di todo, absolutamente todo de mí, ni siquiera me reconozco.

Hubo un silencio que pareció una eternidad antes de que Diana volviera hablar.

- Dios Ana, me he quedado sin palabras, pero siendo honesta contigo, sabía que tarde o temprano terminaría por suceder. Sabes que estimo a Vero, pero mis sentimientos no me cegaron para ver la realidad, tú no merecías nada de lo que pasaba, ella debió ser valiente y luchar por ti, por ustedes.

-La realidad es que nunca lo hizo y bueno no la culpo, ambas somos responsables, como iba a esperar que ella me respetara si ni yo misma lo hacía, mi único deseo es que ella pueda encontrar la felicidad, no me importa si no es conmigo, la amo y jamás podría desearle algún mal. Cómo se lo dije, merece encontrar a alguien que la haga perder la cabeza y que su corazón no pueda guardar tanto amor que sienta la necesidad de gritarlo al mundo. No voy a negar que estoy sufriendo muchísimo pero es lo mejor para mí, nadie muere de amor ¿no?.

- Supongo que no. Sé que debes estar destrozada, se cuánto la amas, pero estoy segura que fue la mejor decisión que pudiste haber tomado, eres un excelente ser humano y estoy más que segura que encontraras a alguien que te ame tanto que te ahogaras con tanto amor.

Ana no pudo evitar reír ante la ironía del comentario, porque la persona que quería que la ahogara con amor, era la misma que en ese momento se encontraba a miles de kilómetros y de la que había salido huyendo para no terminar con la dignidad totalmente perdida.

Decir Lo Nuestro (VerAna)Onde histórias criam vida. Descubra agora