Este capítulo no es mio.

"M-mamá, alguien me sigue."

"Mamá veo sombras en mi cuarto"

"Mamá, me gusta hablar con las sombras"

"Mamá, las sombras son mis amigas..."

Después de la completa desaparición de Andy de mi vida, esta se convirtió en el infierno que nunca pensé atravesar.

Cada día, cada noche, cada hora, cada minuto, en todo momento siento como me vigilan, como me hablan, ellas me persiguen. Apenas me dejan pegar ojo, ellas están conmigo todo el día. Sus voces me atormentan.

[ . . . ]

― ¿Has terminado el desayuno April? ―preguntó la enfermera entrando en mi habitación.

Mi oscura y fría mirada se posó en el delgado cuerpo de la rubia, y, mientras se retiraba con la bandeja de mi desayuno medio llena, me abalancé sobre ella y clavé un tenedor en su hombro. Un grito de dolor alertó a dos enfermeros que pasaban por el pasillo del psiquiátrico el cual ahora debería de considerar mi hogar. No me quedaba más remedio.

[ . . . ]

― ¿Por qué lo has hecho April? ¿Por qué clavaste un tenedor en su hombro? ―preguntó el doctor encargado mientras me miraba fijamente a la espera de una respuesta normal y razonable.

―Ellas me lo dijeron ―informé.

― ¿Quiénes son ellas? ―preguntó el hombre de unos 40 años.

―Las sombras, ellas me dicen lo que tengo que hacer ―dije sonriendo.

La cara del doctor no cambió mucho. Seguramente esperaba una respuesta así de parte de alguien como yo. Asintió levemente y escribió algo en su libreta.

―Y, ¿qué más te dicen esas sombras?

―Me dicen que no hable con usted, que es una mala persona ―dije con voz infantil y mientras hacía un puchero. ― ¡Oh! Y también dicen que usted va a morir ―le hice saber encogiéndome de hombros mientras sonreía inocentemente.

Esta vez su rostro palideció...

Capítulo Uno

Todos los internos del psiquiátrico nos encontrábamos en la cafetería esperando a que los mandamases del lugar dijeran algo.

Después de unos segundos el barullo que estábamos causando se vio acallado por una voz grave y seca.

― ¡Escuchen todos! ―ordenó elevando su voz por encima de nuestras voces. ―Veo que ya ha llegado a sus oídos que el Sr. Smith ha sido asesinado. Así que no me andaré con rodeos. ¿Quién ha sido? ―preguntó de forma pausada.

― ¿Qué le pasará al que lo ha hecho? ―preguntó una voz entre los presentes después de un largo silencio interrogativo.

―Simplemente será expulsado de aquí y tendrá que volver a su hogar. Y, antes de que empiecen a decir todos "he sido yo", tengo que decirles que no servirá de nada. Sabemos quién ha sido, solo queremos que confiese.

Todos empezaron a mirarse entre sí mientras yo miraba fijamente al director del psiquiátrico. Su mirada fría y calculadora estaba clavada en la mía mientras me miraba con desprecio y asco.

Lentamente me levanté de mi asiento ganándome las miradas expectantes de algunos de mis "compañeros".

―Fui yo ―afirmé.

Él asintió y miró atrás haciéndole una seña con la cabeza a dos guardias que rápidamente se acercaron a mí agarrando fuertemente mis brazos mientras me sacaban de la cafetería prácticamente a rastras.

[ . . . ]

Después de tragarme un discurso interminable de la moral humana, el director me acompañó a la puerta junto a dos guardias y me pidió, más bien suplicó, que no volviera a aparecer por ahí. Cosa que no tenía pensada hacer. No estaba loca, a pesar de que lo pareciese.

El psiquiátrico se hizo cargo de pagarme un taxi y de ocultar la verdadera razón a mi madre del por qué salía de aquí, diciendo que ya estaba completamente sana. Cosa que siempre ha sido así. Bueno, en parte.

Es complicado, las voces empiezan a decirme cosas y susurrarlas una y otra vez en mi cabeza, y hasta que no hago lo que me piden no paran. Pero estoy segura de que esto no es problema para ser solucionado por in psiquiatra, sino por un cura.

El taxi me dejó justo en la puerta de mi casa y antes de entrar a esta me aseguré de parecerme a la hija que antes era.

Di tres golpes en la puerta y esperé mientras escuchaba los pasos apresurados de mi madre acercándose a esta. La puerta se abrió y yo sonreí lo mejor posible.

―Mamá ―dije feliz.

―No sabía que llegarías tan pronto. ¿Qué tal estas? ―dijo frunciendo el ceño mientras intentaba analizar mis expresiones.

―Perfectamente ―aseguré con una pequeña sonrisa.

Entonces ambas nos fundimos en un cálido abrazo, ella lloraba y yo miraba la silueta de una chica avanzar lentamente de una esquina del salón a otra. Cerré los ojos para después volverlos a abrir comprobando que ya no estaba.

Mi madre se empeñó a acompañarme a mi cuarto, y cuando ya estaba adentro pedí cortésmente que saliera, ya que quería ducharme.

―Al fin sola ―susurré.

Miré a todos lados lentamente, viendo como todo se encontraba tal y como lo dejé mientras los recuerdos se transmitían uno tras otro en mi cabeza. Tenía un nuevo propósito, bueno, dos. Averiguar el porqué de las voces y las sombras, y finalmente... volver a reunirme con Andy.

How? - Andy Biersack Where stories live. Discover now