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Dime que perderlo todo es lo que te salvó.

Dime que finalmente saboreaste la libertad. No mientas.

Lo veo en tus ojos. Las mujeres les mienten a sus madres.

Las mujeres no saben utilizar sus propias voces

y recurren a cosas más profundas. No me mientas.


Dime que amaste destruir.


Dime que me necesitas. Por favor. Eres los huesos

de mi columna. Eres el suelo bajo mis pies.

Estás hecha de materia más profunda de la que la tierra

puede dar. Admítelo: estás perdida sin la espera.


¿Puedes siquiera imaginarte a ti misma en el paraíso?

Incluso la hija de los dioses debe conocer la soledad,

debe en ocasiones querer nada más que estar

atrapada en un infierno de para siempres. Dame las gracias, oh, reina.

Te he dado el para siempre.

—Carta de Hades a Perséfone, Clementine von Radics


Abril, 1995

   Falta apenas una semana para la fiesta de cumpleaños de Mike, y Eleven está ocupada buscando un vestido adecuado dentro de una abarrotada tienda de ropa ubicada en el centro comercial recientemente inaugurado cuando sucede.

   Cuando lo ve.

   Ojos de un azul gélido, cabello dorado...

   Su sonrisa.

   Transcurre apenas un segundo antes de que lo pierda de vista; seguidamente, escucha el sonido característico de la campanilla de la puerta frontal de la tienda.

   Eleven deja caer el vestido al suelo.

   Y corre detrás de él.

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Algunas personas transitan por los pasillos del centro comercial, hablando y riendo, con bolsas de diversos colores colgando de sus brazos, mas no hay nadie que Eleven reconozca a la vista.

   —¿Señorita? —Es un guardia de seguridad, quien de seguro ha visto su expresión consternada—. ¿Puedo ayudarla?

   —Un hombre... ¿Ha visto a un hombre rubio, de ojos azules, alto...? Salió de la tienda hace un momento...

   El guardia enarca las cejas.

   —Este... A decir verdad, no... ¿Lo está buscando? Porque puedo pedir que pasen un anuncio en el altavoz si es urgente... —Como para demostrar su predisposición, levanta en una mano su radio portátil.

   Eleven nota, entonces, que la gente a su alrededor ha empezado a fijarse en ella. Debe estar llamando la atención.

   De pronto, siente que es, de vuelta, una niña de quince años, tremendamente fuera de lugar en un salón de clases.

Cuatro semillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora