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Entonces, Dios dijo hagase la luz y, en vez de llenarse todo de la suficiente claridad, las sombras decidieron ser desobedienes, expandiendose en la sala de estar y acogiendo en su manto negro a una Chelsea radiante, probablemente con la sonrisa más grande mostrada por el hombre y con el ego más alto que su precaria estatura.

Suspiró largo y tendido, la dicha recorriendo poco a poco el entumecimiento en sus pies hasta volverlos gelatina, su espalda tocó el respaldo del mueble grande en aquel pequeño atico cuadrado en donde prefería vivir ya que, en su mente, era un poco mas que acogedor comparado con vivir en una mansión fría y sin gracia.

Debía admitir que, al estar tal vez en un lugar más pequeño, realmente evitaba a toda costa sentirse sola, ya que en un sitio tan reducido ella y la soledad no cabían en absoluto. Al menos eso deseaba decirse, pues la realidad era que el frío solitario y desolador molía su camino a tierra incluso ella estando en un lugar lleno de gente.

Tal vez porque ella nunca fue realmente de tener compañía o quizá porque simplemente no encajaba en cualquier lugar, lo que le daba, a su vez, una sensación de ser transparente. La cosa era, aquí hablando entre nos, que ella no estaba siendo para nada transparente cuando Ángel podía ver perfectamente sus movimientos desde las mismas cámaras que se suponía mantenían en vilo a los guardias de Chelsea.

Así que, ella disfrutó la dicha de haber ganado una vez más, tirando su bolso hacia una esquina y dejando caer libre su cabello rubio mientras saboreaba en su boca el sabor de la victoria, que, aparentemente dejaba un rastro dulce en sus papilas gustativas.

Lo logró.

Logró matar al presidente de W.NGS, la empresa enemiga, y esta quedaría en sus manos, lista para ser gobernada por ella y solamente ella.

Planear por meses la caída de esa empresa hasta llevar a cabo el plan y que este saliera victorioso era digno de celebrar.

Sentía su sangre correr de manera enérgica por sus venas, recordándole lo viva que estaba en aquel momento y decidió que bebería vino para aplaudirse ella misma por su gran pequeño logro. Se bebió una copa, tal vez dos mas, aparentemente llegaron a cuatro y luego la cuenta se fue desvaneciendo al igual que su necesidad de estar en cualquier otro lugar que no fuera suc asa.

En la otra esquina, guiándose de la oportunidad que le ofrecía la tiniebla a la que se sumía el cuadrado, Ángel la observaba moverse, registrando con sus ojos verdes los movimientos que realizaba.

Le parecía curioso como una mujer supuestamente tan poderosa no cuidaba la seguridad de su hogar. Le fue fácil tanto a él como a Osher y a Aren entrar, apagar las cámaras de seguridad luego de verificar que estuviera dentro por horas y esconderse en las esquinas a esperar que llegara mientras echaban cuentos sobre quien asesinaba más o quien era más sangriento.

Obviamente había ganado Osher y Aren obviamente se había burlado de Ángel por ser un mentiroso y mentir diciendo que tenía más.

Esperaron hasta que Chelsea volvió al sillón y se acomodara, para que Ángel saliera y presionara en su nariz un paño húmedo que la desmayó.

-Esto fue demasiado fácil, la verdad.-Dijo Aren, viendo al derredor y quitando el vaso de alcohol de la mano de Chelsea.

Osher bufó.

-¿Y lo querías más difícil?-Le cuestionó-Por Dios hombre, aprende a disfrutar de, no sé, las oportunidades que se dan y deja de quejarte.

Osher le dio una mala mirada, asesinándolo con sus ojos verdes.

-Pero que no me estoy quejando, caballero, solo dije que estaba siendo muy fácil-Respondió Aren-. ¿Nunca han oído el dicho que dice «es mejor escoger el camino difícil que el camino fácil, ya que a veces el difícil es el mejor»?

En las manos de Ángel.  (+18)  Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora