La historia de Pugnax

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Uno de los gustos culposos de los faunos se conoce desde el inicio de nuestros tiempos (el final de los suyos) y es su vicio por la bebida, en especial el vino tinto y dulce, acompañado de ello, el gusto por la victoria en las apuestas y juegos de azar. Esta es la historia de Pugnax.

El trabajo de Pugnax dentro de la aldea era muy simple, tenía que hacer el inventario de la biblioteca de la aldea. Los libros, para los faunos, eran extremadamente importantes y era necesario que cada medio día y por la noche alguien se asegurara que no faltara ninguno. El acceso a los libros y los pergaminos era limitado por aquellos dentro del círculo del arconte, o gente de muy relevante importancia, y él. No había copias y muchos de ellos poseían información muy peligrosa y obscura sobre magia y energía fáunica que nadie en la aldea conocía. "Proteger los libros es proteger la aldea" en palabras del general que le contrató.

El modo en el que Pugnax obtuvo la confianza y el papel de tan noble e importante empresa es incierto, sin embargo, era un fauno humilde, hablaba muy poco de sí mismo, asentía a toda petición y se aseguraba de cumplir su trabajo sin contratiempo. No había sospecha alguna sobre él. Él mismo nunca tuvo malas intenciones en un principio. Pasando los ciento setenta años de llevar a cabo la misma rutina, el agobio y el destino se entrecruzaron.

Era medio día y, como todos los días, había un par de cadetes vigilándolo mientras llevaba a cabo el inventario. Aburrido, iba terminando de contar las dos terceras partes de los estantes de la biblioteca, cuando accidentalmente uno de los tomos del estante se jaloneó con un brusco gesto que hizo mientras contaba, la vara que llevaba para no tocar los libros con sus manos lo empujó por el lomo y cayó al suelo. "Lo siento mucho" Los soldados, conociendo que el fauno llevaba entonces ya mucho tiempo en su trabajo, fruncieron el ceño y permitieron a Pugnax continuar con sus tareas, sin intervenir de ninguna manera. El libro había caído enseñando dos páginas que fueron grabadas en la memoria del fauno con sumo detalle "encantamiento para predicción de futuros inciertos". Además, llevaba sencillas instrucciones, tan sencillas, que el fauno se extrañó que nunca nadie supiera de ello antes, "tenga a la mano un poco de vino, beba un pequeño trago, mentalice su incertidumbre y toque madera tres veces. La verdad será revelada".

El encantamiento parecía una broma de mal gusto, y le era tan absurdo que nunca nadie lo hubiera descubierto antes, aunque no era común que los faunos predijeran el futuro ni el destino, eso era también un asunto de charlatanes para ellos. Se sabe de faunos extraordinarios, como Émiror, que predecían el futuro, pero era involuntario y se les mostraba en sueños. Luego pensó, si sus almas estaban tan apegadas a la naturaleza, y la naturaleza era siempre tan continua, ¿qué les impedía predecir el futuro?

Aquella pregunta despertó su naturaleza crítica de fauno y, ya en casa, sentado en una enorme silla de cedro en medio de su cabaña, en medio de sus reflexiones, se sintió engañado.Toda aquella faramalla de faunos extraordinarios era una mentira. Además, si predecir el futuro era tan sencillo, si los demás supieran este secreto revelado, definitivamente se hubieran evitado miles de tragedias, sabiendo, por ejemplo, si un barco al zarpar iba a hundirse o no. Eso estaba muy mal, y el arconte lo escucharía, todos le escucharían. La verdad sería revelada. Pugnax se levantó decididamente de su asiento, tomó una copa de vino, mentalizó su incertidumbre (en este caso, si el arconte lo escucharía) y tocó la madera de la enorme mesa frente a él tres veces. En eso, en una fracción de segundo, visualizó la obscuridad. La visión lo estremeció ¿El arconte lo mataría? En pocos minutos anocheció. El fauno, exhausto de tan extraño día, se dirigió a su alcoba a alejarse de tan terrible secreto.

A la mañana siguiente, Pugnax intentó de nuevo predecir el futuro de la incertidumbre, tomó un trago de vino, tocó madera tres veces y se concentró. Esta vez no vió la obscuridad sino la silueta de un ave posada en la rama frente a su ventana. En pocos minutos sucedió eso mismo. Ahora lo entendía todo. La predicción sólo tenía un alcance muy corto, eso le tranquilizó, el arconte no iba a asesinarlo. Pero entonces, no se sabe si por acción del vino o del aburrimiento, se le ocurrió una idea descabellada. Ahora que tenía este poder, que era insignificante y nada relevante para los faunos, podría ocuparlo a su placer, por ejemplo en las apuestas de la taberna de Menapo. Muchos ex-soldados y harapientos llegaban ahí con la intención de cambiar su fortuna en un abrir y cerrar de ojos. Su cabaña requería de algunas reparaciones, e incluso podría presentar su renuncia como vigilante de la biblioteca. La idea le pareció tentadora.

 Siguió su plan, tal vez si el destino era dirigido por la naturaleza, era el destino quien lo había llevado a aquella situación para por fin obtener un cambio radical. Nunca dejó de asistir a su trabajo como contador de libros y se dirigía discretamente a la taberna, muy de madrugada y en harapos. Apostó y apostó, con una copa de vino en la mano y tocando la madera discretamente, ganó y perdió con decencia, para no levantar sospechas. Pasaron los días y la fortuna aumentaba de tamaño, lo suficiente para al menos darse unas largas vacaciones.

Después de unas semanas, y Menapo perdió a muchos de sus clientes, que evitaban presentarse para evitar apostar. Menapo mismo se percató de la constante maña de Pugnax de tocar madera, quien ahora y por excesos del vino, lo hacía sin ninguna discreción. Por tales sospechas, llamó a los guardias y una noche de aquellas, un par de soldados en cubierto descubrieron que Pugnax estuvo haciendo trampa todo este tiempo.

El fauno, por supuesto, fue destituido de su labor, se le obligó a entregar el dinero, pero fue perdonado y no fue llevado al calabozo y se le permitió un nuevo trabajo. Una de las razones de ello fue que nunca se enteró de que el libro fue escrito por Pixies y tenía como título "Maneras de hacer a los faunos perder el control".

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