CAPITULO I

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Por favor leer notas finales.

EL COMPROMISO

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I'm always gone, out on the go

I'm on the run and you're home alone

I'm too consumed with my own life

Are we too young for this?

Feels like I can't move

...


Era una bonita mañana, el sol alumbraba brillante el jardín y su calidez se sentía a través de las casi siempre frías paredes de ese lugar al que llamaba hogar, miró un a través de la puerta abierta que conducía hacía el gran campo verde y la casona de madera, se suponía hoy debería salir y quedarse por allí hasta el anochecer, era importante que los humanos pasaran ciertos tiempos en contacto con la luz y los rayos del sol, pero en su lugar se limitó a volver a verse en el espejo, el cabello salvaje y suelto, la cicatriz que adornaba ahora una de sus cejas, y... Las ropas blancas, que eran su nuevo y más reciente obsequio por parte de su esposo, hace mucho que no usaba un tono de blanco así. Tomó un respiro hondo sujetando la espada junto a él y guardándola, paso a través de la puerta al jardín y se acomodó debajo de las parciales sombras de algunos árboles con cuidado de no mancharse tan rápidamente las ropas nuevas.

¿Cuándo fue exactamente que había usado ropa blanca por última vez? Simple. El día de su boda.

Miró a su alrededor, los hombres y mujeres de la casona seguro saldrían paulatinamente como era usual, y aun era temprano para muchos de ellos.

Le esperaba un largo rato en el jardín junto a las novias, así que porqué no recordar un rato...

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Fue un día cualquiera hace ya unos cuatro años...

Terminaron de acomodar el kimono blanco antes del mediodía, su cabello estaba totalmente limpio y casi del todo arreglado, la ceremonia iniciaría a media noche, pero lo que estaba esperando hacer ahora en su deber era mantenerse quieto y sentado por horas antes de poder empezar a moverse nuevamente por los pasillos de esa casa, la ostentosa tela que lo cubría no debía tener ni una mínima mancha, y el único rastro de colores estaba en la muda que debía usar un día después de casarse. Debía prepararse y repasar bien todo para cuando llegara su prometido, sin embargo, por la ocasión especial y lo que se describe como su renacimiento como esposo, había algo especial para él.

Le darían la dulce oportunidad de disfrutar de la calidez de los rayos del sol antes de la unión...

Honestamente no le encontraba lo maravilloso, era lo mismo que pensó que haría, quedarse sentado, solo que ahora con las puertas abiertas y recibiendo el tibio sol de la tarde, suponía que lo valoraría más en los próximos meses, cuando una novia o novio se casaba podía pasar meses sin volver a salir a la luz del día según se contaba, razonable considerando que debían estar pasando tiempo con sus esposos, y estos odiaban la luz del sol por obvias razones.

- Hermano, ¿estás bien?

Dejo de divagar por un momento, tenía la esperanza de que entre pensamientos y repasos ocasiones a uno de sus muchos libros de estudio, el tiempo habría pasado como el agua en las canaletas del pueblo, sin embargo, al despegar la vista de las páginas se encontró con que al menos faltarían unas dos horas más antes del anochecer, y con su hermanito mirándolo desde el marco de la puerta suspiro encogiéndose de hombros levemente, era Senjuro quien lo venía a ver regularmente, quizá incluso más que los sirvientes, pero era mucho mejor que viniera su hermano, no tenía que mantener del todo sus exigencias usuales con él.

Imperio de DemoniosWhere stories live. Discover now