Naruto, un adolescente particular, viaja a Beacon Hills luego de que un familiar llamara pidiendo ayuda con un asunto. Ahora el rubio se va a ver envuelto en varias situaciones sobrenaturales junto a un grupo de adolescentes.
No soy dueño de Naruto ni de Teen Wolf, el crédito a sus respectivos autores. Yo solo soy dueño de esta teoría fanfic.
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En el capítulo anterior...
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Una vez ambos llegaron a administración la chica comenzó a buscar a alguien con quien hablar pero en la sala no había nadie.
-¡Disculpen! ¡HOLA! ¿Hay alguien?- Cloe llamo sin éxito.
Naruto a su lado pudo percibir los claros signos de ansiedad y estrés acumulados en ella. De un momento para otro la chica comenzó a sudar y no le hizo falta agudizar su oído para darse cuenta de que se estaba agitando demasiado una vez que su respiración se volvió algo errática.
Cloe se llevó sus temblorosas manos a la cabeza agarrando los lacios cabellos castaños ya comenzando a impacientarse cuando nadie apareció en la administración. Su pase del ómnibus aún está en su mochila, por lo que si o si tiene que recuperar las cosas para poder irse a casa.
Naruto miro a la chica que apenas llega a su hombro casi volviéndose una bola de nervios andante, pudo intuir que el olor persistente a estrés y ansiedad en el aroma de la chica tiene que ver con la situación actual, y un ligero ápice de preocupación se instaló en su inconsciente.
Lenta y gentilmente tomó una de las manos de la chica más baja y se la alejó de la cabeza. Esto obtuvo la reacción que esperó, Cloe volvió a dirigirle la mirada y pareció salir de su propio mundo para prestarle atención. Ahora mirando sus ojos, Naruto pudo identificar cuán importante es esto para ella y cuan desesperada está realmente por volver a su casa. Cualquier cosa que estuviera causando esto ciertamente fue muy importante para la hermosa adolescente.
Con su mano libre, mientras la otra aún sostiene la pequeña mano de Cloe, el rubio acarició levemente la cabeza de la chica que cada vez parece más cerca de largarse a llorar. Sus ojos castaños claros enrojecidos y humedecidos no por tristeza sino más bien por impotencia.
