60 10 5
                                    

Una luz hizo que iniciase el día siguiente. Entró por la ventana, aunque la persiana estuviese bajada, y le dio directamente en la cara y los ojos a Kakucho. Abrió vagamente los ojos para comprobar que estaba tumbado en una cama. Miró de lado a lado, un poco adormilado. No recordaba haberse quedado a dormir allí. Y es más, no recordaba nada del día anterior. Ni siquiera sabía donde estaba o que cama era esa. Se destapó con cuidado y bostezando para salir por la puerta sin hacer nada de ruido. Reconoció el piso a donde le había llevado Izana al momento. Entonces, supo que, tal vez, estaban en el salón. Y allí fue pero, en cambio, no había nadie. Bueno, se precipitó. Sentado, con un casco puesto en la oreja y el otro no y enfrente del ordenador, estaba una persona. Estaba tecleando. Miró a otro lado, de nuevo al cuarto del que había salido. Suspiró. De pronto, la persona dejó de escribir para darse la vuelta. Al verle, alegró la cara.
Kakucho: Hola, Kisaki...
Kisaki: Será buenos días, Kisaki... O mejor, Don Kisaki.
Kakucho: Lo que tu digas... ¿Qué pasó ayer...?
Kisaki: Bueno, pasaron demasiadas cosas, pero nada que ver contigo, no eres el centro del universo.
Kakucho: Ya, pero quiero saber como he llegado a esa cama que ni conozco.
Kisaki: Pues... Ayer cuando todos llegaron al edificio, llegaron alertados. Y es que, pensaron que, por ser tu primera misión, te había dado un algo y te habías muerto. La verdad, no, no te habías muerto, te habías desmayado. Es normal, ¿quién utilizaría un rinoceronte para atracar un banco? Es que sin mi no son nada. Todo ese humo y cristales rotos que provocaron hicieron que tu consciencia... ¡Puf! Entiéndelo, es tu primera vez.
Se quedó callado mientras Kisaki se daba una vuelta a la silla giratoria para tenerle enfrente justo. Se había desmayado en su primera misión... Seguro que ahora pensaban que era un inútil y no lo podrían volver a llevar. Se sintió triste. Pero Kisaki lo pareció notar por su expresión. Se levantó para ponerse de cuclillas a su lado. Le miró de arriba a abajo.
Kisaki: Es normal. Yo no hice tal actuación mi primera vez pero, si uso demasiado las gafas con mi poder, me desmayo también. Pero conmigo pueden cargar fácilmente porque soy bastante bajo, la verdad... Tsk.
Kakucho: Entonces, ¿eres una carga?
Kisaki: Sí, pero soy una carga inteligente.
Suspiró. Se encontraba desanimado aún con lo que le contaba. Kisaki suspiró, no tenía tanta paciencia para poder hablar así con él. Volvió a su trabajo. Kakucho se sentó en el sillón. Se le desvío la vista de nuevo a Kisaki. Sólo estaba allí él.
Kakucho: Kisaki, ¿dónde está Izana?
Kisaki: Izana por aquí... Izana por allá... Siempre es Izana... Yo pensaba que ya nos estábamos haciendo amigos, Kakucho.
Kakucho: Hombre, eres el único que dice bien mi nombre... Pero Izana es el responsable de mi, por eso quiero hablar con él.
Kisaki: Tsk... Izana ha dormido aquí ya que te ha dejado la cama a ti... Pero, antes, se ha bajado con alguno más a la planta de abajo. Si bajas ahora, puede que les veas. O búscalo por ahí.
Kakucho: Gracias... Por cierto, ¿te importa decirme de nuevo tu poder y darme una libreta?
Sí, tenía pensado escribir los poderes de cada uno para no olvidarse de ellos. Ya iba mal con los nombres, se equivocaba con los hermanos y aún no conocía ni siquiera a todos. Por eso, mejor era hacer eso para no olvidarse de nada. Kisaki volvió a suspirar ya que quería trabajar. Le pasó un cuaderno que había en un cajón y le contó sobre su poder.
Kisaki: Ahora fuera, que tengo que terminar el caso de ayer...
Kakucho: Vale, gracias... Pero, ¿me das un bolígrafo?
Suspiró más fuerte. ¡Es que no se iba nunca! Tras eso, lo escribió, le dio las gracias y se fue. Kisaki siguió analizando toda la información en el ordenador. En cuanto a Kakucho, echó a correr por las escaleras. Pero, en cambio, al bajar tan rápido, no tuvo tiempo de detenerse antes de chocarse contra un chico que acababa de salir por la puerta. Los dos cayeron a un lado, dándose un golpe en la cabeza. La puerta se había quedado abierta y los de dentro se alertaron. Kakucho miró directamente contra el chico que se había dado. No se lo podía creer, era el mismo de la última vez. Ese del pelo negro. El golpe pareció dolerle más a él. Le tendió la mano, tratando de corregir su error.
Kakucho: ¡Lo siento! ¿Te has hecho daño?
Pero, nada más ponerle la mano, el chico se le quedó mirando con miedo. Se echó hacia atrás para, un segundo después, desaparecer ante sus ojos. Kakucho se quedó boquiabierto, pero incluso eso le parecía normal. Izana asomó la cabeza en ese momento.
Izana: ¡¿Qué ha pasado...?!
Hanma: ¿Quién se ha muerto? Por favor, dime que ha sido Ran.
Ran: Oye, que yo estoy aquí.
Hanma: Ah.
Ran: Entonces, ¿quién se ha muerto? ¿Ha sido Kisaki?
Kakucho: Ha... Ha desaparecido...
Los tres que estaban dentro se le quedaron mirando. Pero, miraron al otro lado. Izana se echó a reír con cara de tonto. El que sí se quedó con esa cara fue Kakucho.
Izana: Ah... Ha sido Koko...
Kakucho: ¿Quién...?
Izana: Koko, ¿sigues por ahí o has desaparecido para siempre?
Se oyó un suspiró. Frente a Kakucho, hubo una aparición. Un chico más bajo que él se presentó con cara de seriedad. Su pelo largo negro le caía solo a un lado y él sí que iba bien vestido. Miró directamente a Izana y a los otros dos, como si estuviese muerto del miedo, aunque no lo estaba. Volvió la vista a Kakucho y le puso una mano. Ni sonrió.
Koko: Soy Kokonoi. Pero, llámame Koko, por favor...
Kakucho: Kakucho.
Ran: Ah, ¿no era Kaku?
Hanma: Sí que lo es, nos está mintiendo.
Kakucho: ¡No, no...! Es Kakucho...
Izana: Bueno, Kaku, ¿qué te trae por aquí abajo?
Hanma: Sí, en la sala de los tesoros.
Kakucho: ¿Tesoros?
Le dejaron pasar. De pronto, se le abrieron los ojos. Frente a él, había un cuarto lleno entero de un lado a otro todo llenísimo de monedas y lingotes de oro. Normal, acababan de atracar un banco. Pero, allí había demasiado como para solo un banco.
Ran: Aquí guardamos todos los tesoros que hemos robado en todo este tiempo... Unos, mil bancos.
Kakucho: ¡¿Mil?!
Hanma: Dos mil.
Kakucho: ¡¿Enserio?!
Koko: Te están tomando el pelo... Es el tercero que atracamos, pero porque hemos tenido bajas últimamente... ¿No, Izana?
Izana: Mi compañero... Lo secuestraron...
Todos pusieron cara de tontos, pero ya conocían a Izana. Hanma suspiró y fue el primero en salir de allí. Kakucho le siguió. A él no le interesaban los tesoros, o no parecía que le gustasen. Iba un poco más a su rollo. Eso le interesaba. Con la libreta en la mano, siguió a Hanma, que salió a la calle. No se dio cuenta hasta que habló, y eso qué era muy alto.
Hanma: ¿Qué haces aquí, pequeña rata...? Vete con Izana, que yo me voy a comprar.
Kakucho: Enseguida... Pero, oye. ¿Cuál es tu poder, Hanma? No lo has usado aún frente a mi, ¿no?
Hanma: No, y no pienso hacerlo. Vuelve a casa.
Kakucho: Venga ya... Cuéntame un poco, por favor... Al menos, tus consecuencias o lo que sea que quieras contarme.
Hanma: Mi poder es defensivo. Ala, fuera, que tengo que comprar.
Kakucho: ¿Defensivo...?
Pero no dijo más porque las insistencia de Hanma eran cada vez mayores. Al final, se terminó yendo sin haber conseguido nada importante. Sólo una tonta palabra... Defensivo. ¡¿Y eso qué demonios quería decir?!
Izana: Pues... Que defiende, ¿no?
Kakucho: Ya sé que significa defensivo, Izana... Lo que pasa es que no sé qué tiene que ver en un poder. Por ejemplo, ¿cómo calificarías el poder de Kisaki?
Izana: Cómo malo.
Kakucho: No, no... Si el de Hanma es defensivo, ¿el de Kisaki...?
Izana: ¡Ah! Práctico. Lo usa mayormente en lugares lejos del objetivo y nos dice la información por walkie talkie.
Suspiró. Ahora entendía un poco más, pero eso no ayudaba nada. Izana le miró, subiendo los hombros, mientras se tomaba una piruleta. Desvió la vista al cuaderno que había dejado en la mesa. Supo de inmediato lo que estaba haciendo y sonrió.
Izana: Coge tus notitas y vete a la cocina.
Kakucho: Pero, Izana...
Izana: Fuera.
Al final, se terminó yendo mirando extraño a Izana que le miraba con una sonrisilla. Suspiró. Llegó allí y miró la puerta de lado a lado. Pero, cuando fue a tocar la puerta, alguien la abrió primero. Detrás de ella, había una persona que parecía un tótem. Alta, delgada y unos ojos muy aterradores que eran azules. Tenía el pelo corto y rubio y era de piel pálida. No dijo nada al verle, en cambio, Kakucho se cayó hacia atrás del susto. El tótem le miró una vez más con seriedad antes de que por detrás saliese otro chico, uno que ya conocía. Pelo largo y rubio... ¡Cómo el del tren! Solo que él, llevaba una parte del pelo así y la otra parte la tenía rapada con un dragón tatuado. Además, de una cicatriz entre la barbilla y la boca. Este era más bajito que el primero y que Kakucho pero por poco. Abrió los ojos al verle allí delante, parado frente al tótem. Izana estaba viendo la escena desde donde estaba y puso voz de aburrido.
Izana: Pobre Kaku... Ayudadle que se ha caído...
Los dos se miraron, pero obedecieron a Izana. El más alto le tendió la mano y él la cogió un poco dudoso. Pero, con ellos dos se contaban diez personas en la casa, por lo que supuso que deberían ser buenas personas, ¿no? Habló demasiado rápido ya que el más bajito de los dos, el del tren, sonrió.
Shion: Te has pegado como si fueses una mosca, je. Soy Shion. Él es Mucho. Aunque no habla mucho... ¡Ey, si eso rima! Voy a ser un artista...
Kakucho: Eso no rima... Has dicho la misma palabra...
Le miró sin entender. Shion no era para nada como se lo esperaba. Pensaba que sería alguien serio y amargado, pero en cambio, Shion era... Muy Shion. Le parecía dar todo igual o se lo tomaba a broma. Bueno, esa era la primera impresión que había tenido con él, pero tal vez, era muy distinto.
Shion: Oye, Kaku. Tienes unos ojos raro.
Izana: ¡Está ciego por un ojo! ¡No se lo recuerdes, que le molesta!
Kakucho suspiró. Cuando se quiso dar cuenta, Mucho ya no estaba allí. Miró de lado a lado, pero solo pudo ver el suelo ya que Shion le puso la zancadilla. Le miró sin creérselo mientras se iba de allí riéndose. Suspiró de nuevo. No podría contar con ninguno de esos dos, por lo que tendría que ir a buscar a otros para seguir entendiendo los poderes, como Kisaki. ¿Quién podría ser el siguiente en ser su víctima...? En ese momento, notó una presencia allí, pero no había nadie. Miró de lado a lado hasta que vio una puerta cerrándose lentamente. En ese momento, fue corriendo hasta allí y abrió los ojos.
Kakucho: ¡Koko!
Koko: ¡Bua! Digo... Hola, Kaku... ¿Cómo me has visto...?
Kakucho: No, no te he visto. Eres invisible, te recuerdo...
Koko: Ah, es cierto...
Al segundo, apareció frente a él sentado en el suelo. Le puso la mano para levantarle. Entonces, Kakucho fue a por la libreta mientras Koko se paseaba de un lado a otro al otro de la cocina, buscando algo entre los cajones. Se le pegó en la espalda como una lapa. Koko suspiró.
Kakucho: Koko, ¿te importa contarme como funciona tu poder?
Koko: ¿Cuál poder...? Yo no tengo poder...
Kakucho: Te has vuelto invisible enfrente de mi por segunda vez.
Koko: Vaya, también es cierto.
Siguió paseándose por la cocina de un lado a otro hasta que cogió de la nevera una lata. La miró de arriba a abajo sin decir nada aún. Kakucho buscó sus apuntes y cogió mejor el bolígrafo. Tras eso, miró a Koko que ya tenía la lata en las manos y se la estaba bebiendo.
Koko: Dime.
Kakucho: Que como funciona tu poder.
Koko: Pues... Verás... Yo... Realmente, no lo sé. Me vuelvo invisible a veces y no entiendo el porqué. Las dos veces que te he visto, me he vuelto invisible y no lo entiendo. Yo no sé usar mi poder como hacen el resto, así que no te puedo ayudar.
Kakucho: Hombre, más suerte que yo tienes de tener poder. Como yo tengo tantos poderes...
Aún así, lo apuntó. Koko suspiró, mirándole. Dejó la lata en la basura y salió de allí sin decir nada más. Kakucho fue a seguirle para disculparse por haber hecho que se sintiese mal pero, al llegar allí, no estaba. Ya no le iba a buscar si era invisible. En cambio, a quien encontró el siguiente para hablar, llegó enseguida. Salió por la puerta de enfrente por donde pasaba y los dos se chocaron en el hombro. Se dio la vuelta para disculparse, pero él le miró serio. Siguió recto sin decir nada. Kakucho se dio la vuelta, para cogerle del hombro. Sanzu ya se giró cabreado.
Kakucho: Ey, Sanzu... ¿Podemos hablar? Aunque tu no hables, pero quiero...
Pero en cambio, se quitó la mano de encima y le miró enfadado. Negó con la cabeza. Tras eso, se dio la vuelta para seguir su camino. Kakucho le siguió por detrás, poniéndose a su altura para hablar. Sanzu cerró los ojos mientras caminaba. Pero, se detuvo y se dio la vuelta. Kakucho, como un niño pequeño, le siguió de nuevo. Entonces, los dos se quedaron parados. Sanzu le miró con cara de asco, Kakucho con una de pillo.
Kakucho: Sanzu, ¿me puedes contar un poco de tus poderes?
Izana: Sanzu no puede hablar.
Kakucho: ¿Eh? ¿Cómo que no puede hablar?
Izana llegó allí alertado por su conversación. Bueno, mejor dicho, era un gran entrometido. Aún así, llegó allí junto a los otros dos. Miró a Sanzu, que asintió haciendo como que tenía una cremallera en la boca. Se giró a Kakucho para explicarle.
Izana: El mudo ahora es mudo de verdad.
Kalucho: ¿Cómo dices?
Izana: Sí, al usar el poder demasiado... Aunque haya sido dos o tres veces... Se queda sin voz... O casi, casi.
Sanzu: ¿Le queda mucho al idiota ese...?
Lo dijo apretando los dientes, aunque no lo notaron ya que tenía la mascarilla puesta. Tenía la voz ronca, como si estuviese afónico. Kakucho supuso que con "idiota" se refería a Hanma. Sabía que había ido a comprar, así que habría ido a por medicina para su garganta. Los dos se le quedaron mirando antes de que él se fuese de allí sin decir nada... Aunque apretando un poco los puños. Izana sacó la lengua, señalándole indiscretamente.
Izana: Que suerte que no suele hablar, eh.
Kakucho: Demasiada...
Izana: Bueno, yo me tengo que ir... Nos vemos.
Kakucho: Espera, Izana... ¿Y yo que hago? Es que, a ver, Hanma me ha echado cuando le iba a preguntar, Kisaki se ha enfadado conmigo, Shion abusa de mi y no he podido hablar ni con Mucho ni con Sanzu...
Izana: Me da completamente igual lo que hagas, la verdad... Yo que sé, vete a dar una vuelta si te apetece... Mientras me dejes a mi terminar de trabajar...
Kakucho: ¿En qué trabajas?
Izana: Tengo que hacer un aburridísimo informe para mis superiores... Uf, que difícil es ser el líder... Voy a tomarme un taiyaki mientras. ¡Adiós...!
Lo dijo mientras se marchaba primero a la cocina mientras bostezaba. Sí, sonaba muy aburrido. No había nadie más en la casa. Kisaki se había ido a algún lado y Rindou estaba todavía en su cuarto. Consecuencias, pensó. Dejó las cosas en la mesa, la libreta y el bolígrafo. Tras eso, se fijó en Izana. Ya se había sentado con los cascos puestos y sentado frente al ordenador. Tenía el taiyaki en la boca mordido. Se despidió, aunque ni le escuchó. Tras eso, bajó las escaleras de nuevo. Salió fuera, antes de encontrarse ni más ni menos que con Hanma fuera. Se le quedó mirando mientras él ocultaba algo detrás de él.
Hanma: ¿Qué te pasa ahora, rata?
Kakucho: Iba a dar una vuelta.
Hanma: Hum... No te recomiendo que vayas así sin más... Somos criminales, nos buscan. Si te ven, te van a capturar y como estés solo... Je, je... Que pringado.
Kakucho: Bueno, yo no estuve involucrado ayer así que no creo que me reconozca nadie...
Hanma: Lo que digas... Oye, antes de irte... Toma.
Kakucho: ¿Qué es esto?
Hanma: Las pastillas de Sanzu. Súbelas, que me da pereza subir a mi.
Kakucho: Pero si yo...
Hanma: No, no. El nuevo hace las cosas que le piden sus superiores. Sube.
Suspiró. Al final, le cogió las pastillas para subir. Aunque, ni siquiera subió del todo. Llamó al timbre y justo Sanzu abrió. Le pasó las pastillas para bajar de nuevo. Ni lo agradeció ni nada. Abajo, se despidió de Hanma para seguir caminando.
Kakucho: ¿Estás... Fumando?
Hanma: Mhm... Sí. ¿Quieres un poco?
Kakucho: No fumo...
Hanma: Pues... ¿Quieres probar? Fortalece los poderes...
Negó. No siguió la conversación. Hanma ni se despidió, solo le siguió con la mirada toda la calle por la que pasaba, la de enfrente. Fue mirando por todos lados. No conocía esas calles. Si se perdía... No sabría volver, la verdad. Por eso, fue mirando para recordar. Cruzó un par de calles en silencio, sin saber a donde iba. Además, fue pensando en otras cosas. Como que no había ido al instituto otra vez. Bueno, no pasaba nada. Pero entonces, la mente se le desvío de nuevo a lo que había dicho Hanma. Eso de que si le veían, le podrían secuestrar. Le aterró, pero era cierto que aún no lo conocían... Algún día lo harían. De pronto, alguien tocó su hombro. Se giró pálido, para ver como una chica estaba tras él.
Kakucho: Perdona... Yo no me conozco este lugar... Soy nuevo por aquí.
Entonces, la chica se echó a reír. Kakucho se puso un poco nervioso. ¿Y si era de esos malos que le querían secuestrar...? Bueno, estaba a un para de calles, podría volver corriendo. Y era lo que haría en el momento en el que la chica hiciese algo raro. Esperó un poco pero, entonces, le cogió del hombro mientras seguía riéndose.
Kakucho: Perdón... Pero, tengo prisa. Suéltame...
Ella siguió riéndose. Kakucho ya no sabía ni qué hacer. Siguió adelante sin decir nada. Pero ella, volvió a cogerse a él, riéndose más. Hasta que se calmó por fin para poder hablarle.
《Que soy yo... ¡Qué soy Ran!》
Siguió riéndose mientras se iba convirtiendo en él mismo. Se escondió un poco para hacerlo. Kakucho se quedó con cara de tonto. ¿De verdad...? ¿Iba enserio...? Suspiró. Ran siguió riéndose hasta que empezó a calmarse poco a poco. Después de eso, miró con unos ojos preciosos a Kakucho.
Ran: Oye, Kaku. Acompáñame a un sitio.
Kakucho: Vale, no tengo nada que hacer...
Ran: No era una decisión, era una orden.
Tragó saliva mientras volvía a sonreír. Ran le cogió la mano y le llevó entre unos arbustos. El lugar en donde vivían tenía muchas plantas y personas. Normal, era casi el centro... Pero aún así, Ran se metió por uno de todos los arbustos con Kakucho detrás. Mientras le llevaba, sacó tema de conversación.
Kakucho: Oye, Ran. ¿De qué sirve tu poder?
Ran: ¿Mi poder? Ja, a mi me hubiese gustado tener uno defensivo, pero me tocó uno distractor. Eso de que me pueda convertir en cualquier chica que haya visto, real o imaginaria, es una tontería... A mi me gusta pegarme con los demás, pero mi poder lo utilizamos para crear primero la distracción antes de atacar. Siempre es lo mismo. Entró como una chica algo tímida y bastante hermosa pidiendo ayuda para cambiar algo de dinero y tal. Puedo aguantar todo el tiempo que quiera, tengo mil temas de conversación que sacar hasta que entre Izana. Tras eso, me convierto en cómo soy realmente para pegarle una paliza a todos.
Kakucho: A mi me sigues pareciendo una chica cuando eres normal... A ver, es que tienes trenzas y...
Ran: Vaya, que mala suerte. Ser femenino parece que es algo normal en mi... Bueno, pues nada. A lo mejor debería ser chica y todo... Nah, me gusta ser chico.
Sonrió mientras seguía caminando entre los arbustos. Para Kakucho, Ran estaba bastante mal de la cabeza. Eso de ser chica... Se le estaba pegando cada vez más cuando se transformaba. Volvió a girar la cabeza para ver como estaba serio. Le sonrió.
Kakucho: Pero... ¿Qué condición tiene eso? No será que quieras volverte chica, ¿no?
Ran: Hum... No. La verdad, no me cansa usar mi poder, pero si que me da muchos dolores, sobretodo de mi preciada espalda. A ver, es que las chicas son enanas, como si fueran gnomos. Tengo que ponerme así como una chica y luego mi espalda... Termina más que reventada.
Kakucho: Creo que no lo estoy entendiendo.
Ran: Pues no lo entiendas. Mira, ya hemos llegado.
Señaló enfrente. Puso una mano como si estuviese a punto de enseñar un gran espectáculo. Frente a él, había una casa vieja, casi destrozada en medio de la calle, entre dos grandes edificios. Se metió las manos en los bolsillos tras eso. Además, se había fijado en que Ran siempre andaba muy recto y llevaba ropa muy, muy formal. Mejor que la suya incluso. Comenzó a caminar, hablando con Kakucho.
Ran: Al igual que Kisaki e Izana, yo también investigo por mi cuenta. Me han soplado por ahí que en esta casa vive una anciana muy, muy rica. He estado investigando ya que ella no sale de su casa. Lo que he estado haciendo, es convertirme en una niña y meterme para conseguir su confianza. No tiene hijos, ni nietos, por lo que cuando fallezca, lo sabré el primero. Ganaré dinero cuando eso pero, mientras, soy una niña buena con ella... ¿Pasas conmigo?
Kakucho: Que turbio, Ran... Pero vale. Si me tengo que volver parte de este trabajo, mejor empezar ya...
Ran: Está bien. Sígueme. Y, ten cuidado con la valla, no te caigas.
Asintió. Los dos comenzaron a caminar hacia allí. Ran pasó de un salto la valla y siguió caminando hacia dentro de la casa. Kakucho puso una mano en ella y saltó para pasarla. Pero, de pronto, cuando estaba en el aire, Ran se giró muerto de miedo. Con los ojos muy abierto y la boca también, echó a correr. Se preguntó que pasaba, pero lo supo cuando lo gritó.
Ran: ¡No saltes, Kakucho!

Como un villano más - TenjikuWhere stories live. Discover now