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Allí estaban, frente un cuarto con un acertijo... Madre mía, seguro que incluso los guardias se aburrían cada vez que debían ir a coger el tesoro. Les daban tres cajas con un par de dibujos en la pared. La verdad, notaron un peso de vagueza extremo. Estaban ya un poco cansados y ¿ahora debían hacer ese acertijo...? Que pereza, pensaron todos. Pues no iba a ser así. Izana, sin pensarlo, se mordió la herida de antes y echó a correr hasta la puerta. Nada más plantar su puño contra la puerta, notó un escalofrío por todo su cuerpo, viniendo del puño. No se rompió, ni siquiera se inmutó la puerta. Miró con los ojos muy grandes hacia atrás.
Izana: Au.
Mochi: Izana, antes de seguir haciéndote daño, vamos a pensar un poco en el acertijo.
Izana: ¡Jo! ¡Yo no sé de acertijos...!
Kakucho: Tranquilo, Izana. No tiene pinta de ser difícil. A ver, hay tres cajas y un dibujo. Habrá que ponerlas sobre el dibujo, haciendo como una escalera, digo yo.
Hanma: Mucho dices tú.
Izana: ¡Jo! ¿Y no podemos hacer que Sanzu lo resuelva...?
Mucho: ¿Y qué pasaría si le diese el rebote?
Izana: ¿Que se resolverá a si mismo...?
Mucho: Sanzu... Ni lo intentes.
Asintió. El primero en moverse hacia el acertijo, fue Kakucho. El dibujo parecía una escalera, por lo que habría que poner las cajas de esa forma... Seguramente. Se agachó lo suficiente como para empezar a empujarla pero, nada más tocarla, se llevó la sorpresa de que no se movía. Todos le miraron mientras hacía más fuerzas... Pero nada aún.
Kakucho: Pesa mucho. No la puedo mover.
Izana: ¡Ya estoy yo para...!
Mochi: ¡No, Izana! Que ya tienes la cara muy colorada...
Izana: Es por el caramelo de antes.
Sanzu: No mientas.
De pronto, se tapó la boca. Había dicho una frase... Que le iba bien a su poder. Izana se llenó de luz blanquecina por todo el cuerpo, mirando a Sanzu. Entonces, soltó la verdad.
Izana: Quiero acabar ya esta pelea... Me duele la cabeza...
Mochi: ¡Ahí está! Ya sabía yo que no debías esforzarte tanto. No las muevas, ya lo hago yo.
Kakucho: Solo por recomendar, el gorila es un buen animal.
Le miró sin entender. ¿Qué demonios era un gorila...? Pero, asintió. Se concentró en ese animal y se convirtió. Al segundo siguiente, un enorme gorila negro saltaba en la sala de arriba a abajo. Mochi se quedó congelado al verse... Él y todos.
Koko: ¡¿Qué demonios es eso?!
Kakucho: Tranquilo, no te vuelvas invisible que...
No dio tiempo, todos ya se habían echado hacia atrás tras la aparición de Mochi. Sonrió, le gustaba tener ese cuerpo de animal monstruoso. Después de eso, no sería tan costoso mover las cajas. Se acercó usando sus puños contra el suelo, estrellándolos contra él hasta llegar a las cajas. Puso sus dos brazos contra la primera de todas ellas. Pero, para su sorpresa, tampoco se movió. Desvío su vista antes de volverse humano de nuevo.
Mochi: Pues... No se mueve. Pero me ha gustado tu idea, Kaku. El gorila es una opción genial.
Ran: Es cierto, se parece mucho a ti. Sobretodo en la cara.
Mochi: Menudo idiota. Suerte tienes de que me haya destransformado ya...
Koko: Entonces, ¿cómo se hace el acertijo...?
Kakucho: Si un gorila no puede... Solo hay una opción de moverla...
Izana: ¡Mi turno! Ya sabía yo...
Sanzu: Te equivocas, pedazo de tonto. Me toca a mí. ¡Muévete!
Ese insulto fue flojo, ya que como iba para su líder... El efecto de Sanzu fue inmediato y dio de lleno en la caja, que se iluminó al momento. Acertó. Entonces, empezó a moverse, pero algo les sorprendió a todos. Y es que, justo debajo, la caja tenía un enganche contra el suelo que no dejaba que se moviese bien... Osea que estaba clavada... Y ellos tratando de moverla... Suspiraron.
Hanma: ¡Ah! ¡Esa es la base!
Rindou: Sí, ya lo sabíamos todos, Hanma.
Kisaki: Yo el primero y eso que no estoy allí. Es la base, tenéis que poner las cajas sobrantes sobre esa.
Sanzu: Por lo que he utilizado mi preciosa voz para no hacer nada por ¡vuestra culpa, malditos!
Mucho: Cállate, que ya verás como te quedas sin voz...
Suspiró. Fueron caminando hasta el otro lado de la sala donde estaban las otras cajas. Kakucho le dio una patada a una para mirar si pesaba, pero no lo hacía. Se movió al recibirla. Sonrió a los otros.
Kakucho: Esta si se mueve.
Koko: Esta también.
Mochi: Vale, pues voy sacando al gotrila ese...
Kakucho: Gorila... Por favor, otra palabra que no sabéis...
Izana: ¡No tan rápido! Es que... ¡Yo también quiero hacer algo por el equipo! Que sino solo soy una carga...
Hanma: Koko tampoco ha movido un dedo y aquí sigue vagueando.
Koko: ¡¿Pero serás...?!
Antes de que se fuesen a pegar, Mucho les detuvo poniendo una mano enfrente a cada uno. Negó mirando a Izana, diciendo que él no debía debilitarse de más. Ya podían hacerlo entre todos. Bueno, a ver, mover una triste caja... Kakucho fue a por la primera. La miró de arriba a abajo y luego, se puso en posición para empujarla. No pesaba tanto como la primera, pero algo sí. Mochi se acercó por detrás y, sin usar sus poderes, pudo levantar la caja él mismo. Fue caminando hasta la primera y la dejó en la parte de arriba, en una esquina, como una escalera.
Mochi: ¿Así va bien?
Kakucho: Sí, ahora falta la otra.
Izana: Yo no entiendo este acertijo...
Sin pensarlo demasiado, Mochi se acercó a la segunda caja para cogerla y subirla encima de la segunda. Por poco no se caían ya que el equilibro era malísimo. Apenas había. Luego, desviaron la vista hacia la puerta y esta hizo un "click". Kisaki les habló desde su posición.
Kisaki: Mira si sois inútiles, que eso lo sabía incluso Shion...
Shion: ¿Qué quieres decir?
Kisaki: Nada, nada...
Rindou: De nuevo, si no estás aquí abajo, no opinas. Seguro que a ti tampoco se te hubiese ocurrido tal acrobacia.
Izana: Oye, ¿es mi turno ahora?
Mochi: Sí parece, sí.
Izana: ¡Toma ya! ¡Allá vamos...!
Se mordió con más fuerza el mismo dedo de antes. Le salió sangre sin parar, con un chorro de sangre. Luego, sonriendo, fue corriendo contra la puerta para pegarla, ya que era de metal como el de antes. Los otros, le siguieron por detrás.
Kakucho: A Izana le gusta mucho su poder, ¿no?
Hanma: Buf, le encanta. Ser el más fuerte...
Ran: Sí, quiere ser el más fuerte, por eso le gusta usar su poder y enseñarlo al resto.
Kakucho: ¿Cómo si se estuviese burlando de los nuestros?
Ran: ¡Exactamente! No, y veo muy bien que se burle del mío...
Mochi: Del mío no. ¡Izana, rompe ya la puerta, que ya le has dado unas cinco patadas!
Izana: Es que, me estoy reservando fuerzas.
Hanma: Pues no te reserves tantas fuerzas y abre. A ver si no vas a ser el más fuerte...
En ese momento, se detuvo. Miró detrás con los ojos muy abiertos, con una cara que daba terror. Se acercó lentamente hasta Hanma y le miró desde abajo, aún con la expresión. Se arrepintió al momento.
Izana: ¿Cómo que no soy el más fuerte...?
Hanma: No... No quería decir eso...
Izana: Si no fuese el más fuerte... ¡¿Podría hacer esto?!
Se giró al momento y saltó. Dio un puñetazo, solo uno, a la puerta y, esta, salió volando hasta dentro de la otra sala. Se oyó un ruido horrible y empezó a salir polvo de ella. En cuando a Izana, se giró con una sonrisa. Acababa de lanzar la puerta blindada a más de quince metros de distancia de donde estaban. Todos se quedaron congelados, pero volvió con una sonrisilla.
Izana: ¿Y bien? ¿Soy o no el más fuerte?
Hanma: Vaya... ¡No cabe duda, eres un microbio fuerte!
Izana: Los microbios pueden provocar la muerte. Así soy yo. Venga, vamos dentro.
Kakucho: ¿Qué...? ¿Cómo has dicho...? ¿Izana...?
No, si la verdad iba a acabar temblando más que Koko. Todos allí estaban muy mal de la cabeza, lo tenía clarísimo. Izana encabezando. No se le daban bien los acertijos pero sí romper puertas blindadas. Se metieron dentro, pero de pronto, escucharon un ruido. Un tintineo, algo metálico colocándose bien. Como había humo por la puerta, no supieron que era lo que se ocultaba allí, pero lo supieron de inmediato.
Kisaki: Salid de ahí... ¡Ya!
Shion: Uy, os van a meter balas por todo el cuerpo.
Izana: ¿Balas...?
Mochi: ¡Todos atrás!
Así lo hicieron, todos. Todos menos él mismo... Y Sanzu, que se negó. Pero, eso era también parte del plan. La sala estaba llena de francotiradores, pero nadie sabían donde se encontraban. Por eso, había que tener precaución. Mochi se convirtió en gorila, como había hecho antes. Sanzu saltó sobre él y se bajó la mascarilla para hablar mientras Mochi iba saltando de un lado a otro, intentando que no le diesen las balas.
Sanzu: ¡Hueles fatal! ¡Qué asco de animal!
Mochi: A mi me gusta... ¡Pero, concéntrate, que te quedan solo la mitad de las palabras...!
Sanzu asintió. Miró a los lados, buscando donde estaban. Si no les veía, no podía utilizar el hechizo contra ellos. Abrió la boca para decir algo.
Sanzu: ¡Sal del escondite! ¡Todos, salid!
Miró a los lados, esperando algo que le viniese bien para usar el resto de su poder... Pero nada, nadie se movió. Las balas caían aún como agua en la lluvia. Mochi tenía que protegerse a sí mismo y a Sanzu, por lo que no se podía poner a buscar por ahí. Entonces, Izana levantó la mano.
Izana: ¡Tenjiku... Vamos a ayudar!
Koko: ¡¿Qué...?!
Se volvió invisible, no lo pudo remediar. Izana sonrió y buscó sus manos entre la invisibilidad. Sin contar a Koko, el resto tampoco estaba muy conforme con lo que iban a hacer, pero tenían que hacerlo. Sanzu no podía solo encontrar a los francotiradores y Mochi no podría esquivar las balas si encontraba a uno.
Izana: ¡Muy bien, Koko! Esa es la actitud. Venga, tira.
Koko: No quiero... Me da miedo...
Al final, salieron todos, incluyéndole por obligación. Fueron corriendo. Si debían buscar a los francotiradores, el mejor poder era...
Izana: ¡¿Qué más dan los poderes?! ¡Buscadlos con lo que tengáis y ya está!
Kisaki: Izana, tu no eres el líder.
Izana: Ah. ¡Pues me declaro líder! ¡Tirad ya, grupo de miedosos!
Ran: ¿Miedoso? No, perdona, te equivocas. Que vale que mi poder sea un asco, pero yo también soy atlético. ¡Puedo escalar las paredes!
Rindou: No, me dices que te cree algo para subir las paredes.
Ran: Es lo mismo. Rindou, saca una cuerda.
Rindou: ¿Otra...? ¿Por qué no aprovechéis las cuerdas que os saco...?
Aún así, la lluvia de balas no cesaba. Kakucho iba corriendo de un lado a otro sin saber a donde tenía que tirar. Derecha... ¡No, izquierda...! Hombre, siempre que no saltase... Por la otra parte, Koko estaba en una esquina, paralizado. Mucho se acercó corriendo.
Mucho: Si tienes pensado hacer la estatua, vete de aquí.
Koko: ¡Me niego a ponerme a correr por mi vida en círculos...! Si soy invisible, nadie me va a notar aquí...
Suspiró, pero entonces, Mucho le dio un puñetazo en la cara. Al caer, se volvió visible para todos. Mucho levantó la mano y movió a Koko, usando su poder.
Koko: ¡No...! ¡Déjame...!
Mucho: Por favor... No me seas vago, que pesas lo tuyo.
Koko: Tsk... Vale, no hace falta que me muevas, ya voy yo... Jo...
Mochi: ¡¿Queréis buscar a los francotiradores de una vez y dejar de hacer el vago?!
Mucho: Es Koko.
Hanma: Siempre es Koko.
Koko: ¡Qué os calleis! ¡Mirad y alucinad!
Se volvió de nuevo invisible. Ahí, Mucho ya le dejó de seguir el rastro. Se acercó a Rindou en un silencio indescriptible y le tocó el hombro. Él se giró de forma indiscreta mientras creaba cosas con su tripa.
Koko: Rindou, hazme algo para poder subir... A mi no me han visto aún, no saben que estoy aquí...
Rindou: Por miedica. Venga, vale.
Le sacó de la tripa una cama elástica. Koko cogió aire, carrerilla y saltó sobre ella. Llegó hasta lo más alto, donde el humo no cubría. Los ojos se le plantaron justo enfrente, justo en los ojos de otra persona. Una con una mascarilla, un gorro... Y una pistola. Se le iluminaron los ojos al momento de caer. Se giró un momento antes para ser capaz de ver cuatro aperturas demasiado bien escondidas en donde había pistolas saliendo. Había personas allí escondidas que les estaban apuntando. Se quedó mirando a la hora de caer. El rebote, como había ido tan alto, le fue fuerte. Se volvió visible para hablar con Rindou.
Koko: ¡Los he encontrado!
Hanma: Por fin haces algo bien...
Koko: ¡Qué te calles!
Kakucho: ¿En dónde están...?
Koko: ¡Arriba!
Mochi: ¡Allá vamos!
Ahora fue Mochi, con Sanzu detrás, quien saltó sobre la cama. La fuerza que tenía hizo que el impulso fuese el más alto de todos, casi llegaba al techo. Una vez arriba, fue capaz de ver al que había visto Koko con sus propios ojos, justo antes de darse la vuelta para dejar ver a Sanzu, sacándose la mascarilla. Debía decir algo que si le rebotaba no fuese doloroso, por lo que cogió aire y sacó la lengua antes de gritar.
Sanzu: ¡Caed... Sin daño!
Todos se quedaron un momento congelados, mirándole y apuntándole con las pistolas. Pero... Funcionó. El aura blanca les envolvió y los cuatro cayeron al suelo, sin daño, claro. Mochi aterrizó en su forma de gorila aún para ir contra ellos. Los francotiradores se pusieron a correr y a disparar a todos lados.
Kisaki: ¡Izana, ¿dónde estás, idiota?!
Izana: Voy, voy... Que pereza obedecer órdenes...
Mochi: ¡Espera, primero las armas...! ¡Sanzu!
Aunque el efecto de antes hubiese sido una palabra, había ido dirigida para cuatro personas y se había hecho daño en la garganta. Aún así, volvió a coger aire para hablar. Otra cosa que no podría hacerle daño...
Sanzu: ¡Soltad el arma, malditos idiotas!
No lo vamos a negar, le gustó decir esa frase. Los francotiradores no habían parado de correr en ningún momento, pero no llegó el poder de Sanzu... No, no llegó. Estaba teniendo demasiada suerte últimamente. En el momento en el dijo su frase, empezó a sangrar por la boca, desde la garganta hasta fuera. Empezó a manchar todo. Mochi se detuvo al segundo.
Mochi: Ahí va. Si se va a desangrar.
Hanma: ¿Habíamos añadido ya a Sanzu a la lista?
Mochi: No hace gracia... ¡Sanzu, me has manchado todo el pelo de gorila, idiota!
Kakucho: Entonces, ¡¿qué hacemos?!
Izana: ¿De verdad, Kaku...? ¿Ya te habías olvidado de mi...? ¡Hombre, si yo soy el más importante de todo el grupo!
Sí... Todos estaban fatal. Y peor estuvo que se lanzó contra un francotirador de todos los que había. Le cogió con los dos brazos antes de empezar a golpearle. Y lo peor de nuevo... Parecía disfrutarlo. Mochi se encargó de otro de ellos, de otro Mucho ya que le había tocado al caer y del otro...
Koko: ¡Yo no, yo no!
Hanma: Pues... No hay otra opción entonces. Dejamos que nos pegue un tiro y...
Ran: Anda, para eso, ya hago yo algo.
Izana: ¡No pasa nada... Ya me encargo yo...! ¡Seguid recto!
Kakucho: Izana, está cerrado.
Izana: ¡Otra misión para mi!
Le pegó un último puñetazo al francotirador antes de salir corriendo a por la puerta. Los que no estaban pegándose, terminaron por abrirla. Entonces, lo que vieron enfrente hizo que todos abriesen los ojos. Habían llegado... Por fin habían llegado a lo que buscaban. Allí, en aquel cuarto, estaba todo lleno de monedas y bolsas. Kakucho abrió los ojos, los otros sonrieron.
Koko: ¡El tesoro es nuestro! Y ya puedo decir que he hecho algo, eh.
Ran: Sí, al final el que no ha hecho nada soy yo. Bueno, me da igual. ¡Es nuestro el dinero!
Rindou: Pero... Somos muy pocos, ¿no? Sin Izana, sin Mochi y sin Mucho no tenemos aquí a los fuertes.
Hanma: Ya, y el pringado de Shion no está aquí tampoco... Tsk, pues no sé como hacerlo... ¡Es broma! ¡Kisaki!
No nos vamos a mentir, un minuto después, Kisaki y Shion entraban por el portal que había creado Hanma. Su cordura ya no parecía la misma que al principio. Parecía haberse tomado una buena bebida isotónica... O diez. Sonreía y se reía como si estuviese loco.
Kisaki: ¿Estás de broma? Yo no puedo llevar tanto. ¿No me ves? Soy incluso más bajo que Izana...
Hanma: Tsk, pringado.
Ran: Muy.
Rindou: Demasiado.
Kisaki: Y vosotros sois eso pero de pesados... Se me ha ocurrido un plan, pero tienen que estar...
Fue decirlo y entraron en escena Mucho y Mochi corriendo, agotados. Cogieron un poco de aire y les sonrieron al ver el dinero. Por fin... ¡Por fin habían podido ser serios...! Y con muchas condiciones.
Kakucho: ¿Se te ha roto la garganta? Que sepas que no me quedan caramelos para ti...
Mucho: No, no se le ha roto... Ha llegado a su límite muy rápidamente... Espera, ¿dónde estás, Sanzu? Aquí estás.
Koko: Ese soy yo, Mucho.
La verdad, es que Mucho se había quedado con la vista tan borrosa que tal vez estaba ciego. Al menos lo parecía. Le tocó el pelo a Sanzu y supo de inmediato que era él. Le sangraba la boca, aunque llevaba la mascarilla. Que momento tan dramático... Izana entró el último con una sonrisa en la cara, pero cojeando. Llegó hasta donde estaban el resto, aún con su sonrisa. Pero, todos se quedaron sorprendidos al verle.
Ran: Vaya...
Rindou: ¿Estás bien?
Izana: ¡Perfectamente! ¡Estoy muy feliz, he podido con tres tipo armados hasta los dientes yo solo...!
Kisaki: Se refiere, es que tienes la cara roja.
Mucho: ¿Ah, sí? Izana, no empecemos...
Ran: Cara de tomate.
Izana: ¡Qué estoy bien...! De verdad. Venga, si queréis, llevo yo tres bolsas y una con la boca... Pero, vamos que ya quiero irme.
Empezó a subirse peso a la espalda y los otros le miraron sin decir nada. Izana no tenía... La mejor cara, que digamos. Estaba cansado y se le notaba a dos kilómetros de distancia. Encima, se iba tamblaneando con las bolsas subidas. Kakucho le detuvo, fue el único que se movió.
Kakucho: ¡Izana, para...! Ya llevo yo las bolsas.
Izana: No, tu llevas otras. Así, en vez de mil, tenemos dos mil... Venga, vamos...
Kisaki: Tú, abre un portal.
Hanma: ¡Ja, ja, ja! ¡Pues claro que sí...! ¡A la dimensión de las serpientes y que ahí, nos coman! ¡Qué experiencia más buena...!
Kisaki: Mejor dicho, quédate callado.
Todos los que pudieron se subieron dos o tres bolsas. Tras eso, solo debían escapar de allí. Pero, al primer paso que dieron una alarma empezó a sonar. Todos miraron para los lados, arriba, abajo e incluso a los otros. Izana se quedó pálido. Les habían descubierto... Por tercera vez. Pero ahora llevaban el dinero. Mucha gente armada entró corriendo en ese momento y les apuntaron. Todos se quedaron paralizados, todos menos Izana, que saltó hacia arriba, dispuesto a pegarse con cualquier cosa. Aunque le estuviesen disparando, dejó a varios por el suelo en tan solo unos segundos. Los otros debían escapar... Pero, ¿cómo?
Hanma: ¡Portal abierto! ¡Entrad!
Kisaki: ¿A dónde lleva?
Hanma: Ah, ¡¿y yo que sé?! ¡Tira!
Kisaki: No es de confianza...
Le lanzó dentro. Hanma se rió, un poquito. Luego, ayudó a bajar al resto. Izana no debía pegarse mucho, nadie sabe de qué sería capaz o que malo podría pasar... Hanma le tocó el brazo a Kakucho, dispuesto a lanzarle dentro.
Kakucho: ¡Izana...!
Izana: Tsk. Bueno, ha sido un placer pegaros contra mí. Mejor dicho, deberías estar agradecidos porque yo, alguien así tan increíble, os haya pegado cuando...
Kakucho: ¡Izana!
Izana: Voy... Ah...
Saltó desde lo alto sin pensarlo demasiado. Su pelo y sus ojos volaron durante un par de segundos, justo antes de meterse directo en el agujero de Hanma. Kakucho fue siguiente y luego Hanma, despidiéndose con una gran sonrisa. Se metió directamente y lo cerró al momento...
En ese momento, los once llegaron a otro lugar. Era como un callejón oscuro. Se miraron unos a otros, pero luego miraron al culpable.
Rindou: Hanma, ¿dónde estamos?
Hanma: ¡Bua, no tengo ni idea! ¡Já, ja...! ¡Es increíble...! Oye, creo que me estoy volviendo loco...
Kisaki: Tú siempre estás loco, ya puede ser con o sin condición...
Kakucho: ¿Y tú, Izana? ¿Cómo estás?
Él estaba detrás de todos. Se levantó, apoyándose de la pared con una mano en la cabeza. Cuando notó que todos le miraban, abrió los ojos, pero los puso como de pillo.
Izana: Estoy bien. Me ha gustado mucho la pelea...
Kakucho: Estás un poco rojo.
Ran: Un poco demasiado.
Izana: ¡No, no...! Estoy bien... Preocupaos por Sanzu o, yo que sé... Yo estoy bien...
Aunque tuviese una sonrisa en su cara, estaba con los mofletes demasiado colorados y sudando. Aún sintiéndose así de raro, empezó a caminar a la calle principal para salir fuera del pasadizo pero, una vez dio un paso fuera, abrió los ojos de par en par. En cambio, no dijo nada. Los otros le miraron por detrás, esperando órdenes.
Koko: ¿Y bien?
Shion: ¿Qué hacemos, líder?
Kisaki: Eso.
Izana: Pues, yo creo que... Yo creo... Que...
Cada vez que decía una palabra, se iba agarrando más a la pared. Más y más... Eso, hasta que cayó al suelo con fuerza. Todos abrieron los ojos, menos Mucho, que estaba ciego. Se acercaron corriendo para mirarle.
Mochi: Sí... Estoy buenísimo... ¡Tendrá cincuenta de fiebre como mínimo!
Kakucho: Madre mía, Izana...
Shion: ¡Vaya, más que un volcán!
Kisaki: Eres tonto.
Hanma: ¿Plan?
Koko: Vamos a casa, ¿no?
Ran: ¿No hay otra? ¡Pues vamos!
Salieron del callejón, cogiendo a Izana como pudieron. Por suerte, era pequeño. En cambio, nada más dar un paso fuera del callejón, todos abrieron los ojos como la última vez que alguien lo había visto. Había algo... Cambiado. Pero no supieron decir qué era. Tal vez habían cortado una rama del árbol. No importaba, subieron al edificio de al lado, el suyo. Pero, esto también estaba cambiado. Había... ¿Más color? Algo así. Se miraron.
Ran: ¡Vaya, si nos han reformado la casa!
Rindou: Serás tonto... Pero, ¿qué ha pasado?
Koko: Esto es raro... Me está dando escalofríos y eso que tengo el cuerpo más dormido que nunca.
Mochi: Mira, por mi subimos a dejar a Izana y ya vemos luego quien ha decorado la casa de... Color calabaza.
Mucho: ¡¿Qué han hecho qué?!
Hanma: Pedazo ciego.
Rindou: ¿Qué os parece si también encerramos un poco a Hanma?
Todos: Sí...
Hanma: No. No me hace gracia.
Kisaki: Pues a mi sí. Venga, estoy impaciente por encerrarle y olvidarme de él...
Pero, la prioridad era el líder. No sólo esos dos estaban mal. Koko tenía casi todo dormido, al corazón por suerte no llegaba, Sanzu no dejaba de sangrar por la boca y tenía cara de asco absoluta, Mucho estaba ciego, sin tacto, sin gusto y quien sabe si sin algo más. Por el resto, no podemos decir que se encontraban exactamente mal pero tampoco completamente bien. Mochi abrió la puerta de la 202 y todos entraron dentro. Nada más hacerlo, abrieron todos los ojos aún más...
Mochi: ¿Todo está... Cambiado...?
Ran: ¡¿Y el ordenador?!
Rindou: Jo, y menos mal que no está ya la alarma...
Le dieron la razón, todos y cada uno. Todo estaba cambiado de sitio o directamente no estaba allí. El sillón también estaba cambiado y estaba ahora a su lado. No fue difícil poder dejarle en un lugar para ellos poder seguir investigando. Entonces, Kakucho se dio cuenta de que debían dejar las bolsas en algún lado, ¿no?
Kakucho: Las llevo yo abajo.
Hanma: ¡Así me gusta, novato! ¡Sabes que hay que hacer cuando nosotros no queremos hacerlo!
Suspiró, pero ya había hablado. Cogió tres de las bolsas sin muchísimas dificultades y salió de allí. Pero, en cuanto salió por la puerta, alguien se le quedó mirando. Sus ojos hicieron contacto y los dos se congelaron al momento.
《¡¿Quién eres tú?!》

Como un villano más - TenjikuWhere stories live. Discover now