01| Un cuento sin hadas

227 25 9
                                    



Capítulo 1. Un cuento sin hadas
"Elemental, mi querido Watson"

NARRADOR

Este relato se aparta de los típicos cuentos de hadas y princesas en apuros que esperan a ser rescatadas por un príncipe encantado. Aunque diferente a los relatos tradicionales, su inicio es similar al de cualquier otro...

Érase una vez...

En una pintoresca y remota ciudad costera llamada Bregguia, vive nuestra querida y joven Alanna junto a su pequeña pero acogedora familia. Alanna es una joven como cualquier otra, con una vida tranquila y monótona, con una casa de madera pequeña y que en ocasiones huele a humedad; pero en la cual ha vivido 18 años. Alanna creció rodeada de libros e historias de hadas, duendes y príncipes hasta que creció y se dio cuenta que había mucho más; dragones, guerreras y princesas que no necesitan a nadie para salvarse ellas solas.

Es por eso que cuando su padre le explicó por primera vez en lo que trabajaba; Alanna encontró su vocación, ser Narradora. Sueño que persigue ahora mismo...

ALANNA

El profesor Kallhow, con su alargado bigote en punta y su rostro arrugado me observa con los ojos entrecerrados. Me está analizando, analiza cada movimiento y cada pestañeo que hago lo que inevitablemente me pone nerviosa. Con paso decidido el profesor vuelve a caminar de un lado al otro del aula. Recitando preguntas sin parar, como si fuera una máquina:

—¿Primera guerra estelar?

—La primera guerra estelar se dio el primero de Lunio hace 20 años, fue el mayor levantamiento y duró casi un ciclo de año entero— frotó mis manos que reposan detrás de mi espalda y tenso esta misma parte de mi cuerpo cuando termino de recitarlo con voz segura, pero vuelve a mirarme colocando sus dos cejas blancas y pobladas sobre sus ojos.

—¿Quién participó?— y de repente me bloqueó, el sudor corre por mi frente, los nervios me secan la boca y la nariz comienza a picarme de los nervios. Sus ojos oscuros y penetrantes me ahogan, esa sensación angustiante cuando pasa algo y no puedes hacer nada y te desesperas, así me siento. Pero aún con el parálisis en mi cuerpo abro la boca para contestar:

—Alanna...
—¿Alanna?

—¡Alanna, despiértate ya, llegarás tarde!— el susto hace que me levante de golpe y que la realidad me golpee de una, en el momento exacto que mi cara hace contacto con el suelo frío y desgastado de mi habitación. Suspiro aliviada y me froto la mejilla adolorida, me habré caído pero al menos solo era un sueño y no tengo en mi casa al profesor recitandome una y otra vez las preguntas. Doy un pequeño grito y me acuesto en el suelo boca arriba estirando los brazos desesperada.

Cuando mis ojos se acostumbran a la luz cegadora me siento en el suelo y observo mi pequeño y desastroso cuarto, varios libros de historia se encuentran tirados en el suelo; algunos abiertos y otros apilados en montañas con más libros. Al rededor de este pequeño desastre se acumulan plumas de distintos colores. Desvío mi mirada del suelo hasta el pequeño escritorio de madera que descansa en la esquina de mi cuarto y niego divertida viendo como este mismo, se encuentra impoluto. Ni un libro, ni una pluma nada, se encuentra completamente limpio.

El día que comience a estudiar como una persona normal en un escritorio, podré decir que el mundo se está acabando.

—¡Alanna Klein, no lo repito más, baja!— la voz, ya enfadada, de mi madre retumba por las paredes de madera y bufo colocándome mis pequeñas zapatillas de lana de oveja.

La academia Dastellaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن