Cuando Yor tenía 26 años adoptó una niña de cabello azabache como el suyo y ojos azules, para no levantar sospechas de que es una asesina.
La niña tenía 9 cuándo fue adoptada ahora tiene 10 y Yor 27.
Aiko (la hija de Yor) sabe que su madre es una as...
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Narro yo
—Llegó el momento de la verdad—comentó el rubio de ojos color cielo. —¿Pertenencias?— preguntó mirando a las tres mujeres frente a él.
Yor reviso en su bolso al igual que Aiko antes de que la mayor contestara aquella pregunta.
—¡Todo en orden!— respondió la mayor después de revisar si tenía todo en su bolso.
—¿Ropa y apariencia?— preguntó el rubio a lo que Yor se acomodó un poco el cabello y acomodaba el cuello de Anya mientras que Aiko limpió un poco su vestido y su abrigo.
(La ropa de Aiko está en la multimedia —Escritora).
—Todo en orden— respondió después de ver que el vestido de la azabache menor estuviera limpio.
—Por último, lenguaje al hablar— habló mirando esta vez a Anya.
—No hay problema, todo en orden— respondieron las dos al unísono, Anya un tanto nerviosa y Aiko con una gran tranquilidad.
—Estoy preocupado, pero hicimos lo que está en nuestras manos— pensó mientras se ponía su sombrero.
La pequeña familia salió de su casa directo al colegio Eden.
Una vez en que colegio el cual era enorme Yor aún se sorprendió por lo grande que era aquel colegio a pesar de ya haber estado allí hace dos días cuando llevó a su hija a realizar el examen.
—Es la escuela más prestigiosa del país— comentó el rubio.
—Hay muchos aspirantes— habló esta vez la de ojos color carmín.
—Ellos son nuestros rivales— agregó el de cabellos rubios. —Niñas, ¿creen que van a estar bien?— preguntó mirando a las dos niñas.
—Sin problema— respondió la de ojos jade.
—No tengo problemas, ya practicamos la entrevista después de todo— respondió la de cabellos azabaches mirando al mayor.
Loid solo sonrió, ya todo había comenzado.
Los tres mayores comenzaron a darse cuenta de que los profesores los estaban observando, algo que incomodaba un poco a la fémina de ojos color zafiro.
—Es como en ese lugar...— susurró lo suficiente mente bajo como para que nadie la escuchara.
—Por favor no bajen la guardia, los profesores nos observan— pidió el rubio.
