Capítulo 5

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- ¿Y te ha dejado ir? - Me preguntó mi padre, asentí mientras me bebía el café calentito.

- Tal cual.

- Es que si no le dices nada.. Volkov es así. - Dijo Jota, el también lo conocía, ya que en verdad era agente del FBI.

- Mhm..

- Yo me voy por hoy, voy a dar una vuelta por la ciudad. - Dije poniendo la taza vacía en la pila de la cocina de la sede.

- Nos vemos. - Dije sin mirar hacia atrás, salí y cogí el coche que me dejó aquí el Cejas ayer cuando se fue de la fiesta.

Me fui a donde a mi me gusta ir, y es un sitio bastante raro.

Debajo del Pier, debajo del "puente" allí siempre se está oscuro y se está muy bien para pensar. Cogí la pistola poniendola detrás en mis pantalones como siempre.

Me salí del coche cerrandolo caminando hacia abajo, cuando llegué hacia abajo escuché algo. Mi mano inmediatamente iba al arma descansando en mi cinturón.

Estaba detrás.

Me di la vuelta apuntando con la pistola a punto de apretar el gatillo cuando antes de que entrara por mis ojos. Yo también sentí el frío de una pistola en la sien. Y un clic.

Me encontré con sus ojos grises. Nos estábamos apuntando mutuamente con la pistola, la suya en mi sien y la mía entre sus ojos.

- No me lo creo. - Susurró bufando.

- ¿Me sigues?

- ¿Te crees que yo quiero verte? - Dijo aún sin bajar el arma ninguno de los dos. - ¿Vas a dispararme?

- ¿Vas a dispararme tú?

- Menos problemas darás. - Dijo medio sonriendome.

- ¿Eso es lo que le hicisteis a Gustabo? Un tiro y al mar. - Dije agarrando el arma más fuerte.

- ¿Qué dices?

- Disparame Volkov. No tienes los cojones. - Le dije medio riéndome, la verdad es que no le tenía miedo.

- Disparame tu. - Me desafió el también.

- No te digo yo que no tienes los cojones.

- ¿Qué gano yo al dispararte? - Dijo bajando el arma él primero, guardándolo de nuevo, yo aún no lo bajaba.

- No sé, ¿que ganas con tenerme vivo?

- A ver.. - Dijo poniendo su mano en la pistola para bajarla de su frente, la guardé en mi cinturón. - No mucho tampoco.

- Buen sitio para follar, ¿no?

- Horacio por dios. - Dijo sentándose en una piedra.

- Esa es mi piedra, me siento yo allí siempre.

- ¿No ves que ahora ya no?

Le di un empujón haciendo que se cayera en la arena, me senté yo orgullosamente en la piedra grande.

- Antes no me hubieras dicho que no eh.. - Le dije con gracia, me miró detenidamente.

- Las cosas cambian. Tú también has cambiado. - Dijo sin apartarse la mirada.

- Tú también..  pero un montón.

- Pero yo a malas no.. - Dijo para indicarme de qué yo si, le sonreí irónicamente.

- Eras tu el de los problemas eh.. - Le recordé y asintió.

- ¡Corre Horacio! - Dijo el joven riéndose histéricamente mientras mis piernas no podían seguirle. Iba demasiado rápido.

El otro lado. (Volkacio AU).Where stories live. Discover now