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Después de un largo mes, les llegó la noticia que habían arrestados a los hermanos Shin, y a todos sus cumplices.

Fue un operativo difícil, pero efectivo. Lograron capturar a la mayoría de los involucrados. Y la mejor parte, fue que pudieron liberar a todas las víctimas que estaban siendo explotadas.

La parte más dura para los oficiales fue ver en un prostíbulo a niños y niñas tan pequeños de edad, con ropa corta, apretada, zapatos altos, y miedo, tanto miedo en sus ojos.

La mayoría de las víctimas ya habían testificado, y varios complices confesaron, pensando que así tendrían un cargo menor, pero los investigadores y todas las personas que ayudaron en la cuasa, querían que todos cumplan con la misma condena, querían que pasen el resto de su vida en la cárcel, por todo el daño que causaron.

En todo este proceso, los chicos conocieron a Sunoo y Heeseung.

Sunoo era un prostituto, su padre tenía un burdel, y él era vendido ahí, violado y abusado por diferentes hombres todos los días. Su vida había sido arruinaba.

Sintió esperanzas de escapar cuando su padre falleció, pero su suerte no fue la mejor y termino en otro prostíbulo; el de los hermanos Shin.

Heeseung era novio, lo había conocido en el prostíbulo y después de un largo tiempo de visitas, terminaron pérdidamente enamorados del otro. Heeseung le contó que el padre de Sunoo intentó matarlo, y logró salvarse de milagro, ni siquiera los médicos creían que él podría sobrevivir.

Tuvo que mantenerse ocultó y bajo cuidado por varios meses, hasta que su recuperación fue completa, y decidió contactarse con la policía, para contar todo lo que sabía.

Ahora todos ellos eran libres, aunque todavía faltaba el juicio, no había dudas de que esas personas que los dañaron, pagarían por todo.

Jay y Jungwon habían tenido varios encuentros con la pareja, la mayoría eran en el hotel, debido a que Jungwon aún tenía miedo de salir, si bien, sabía que el señor Shin y sus cómplices estaban en prisión, pero todavía tenía miedo.

A veces le costaba dormir por ese presentimiento que vendrían a buscarlo y se lo llevarían nuevamente, aún tenía pesadillas y en algunas ocasiones se levantaba asustado en la noche con dificultad para respirar. No podía estar en lugares solo, alguien tenía que acompañarlo siempre y tampoco podía dormir solo.

Tenía varios traumas relacionado con lo que paso, por ello, estaba en terapia, aunque seguramente, superar todo le iba a tomar mucho tiempo.

Volviendo al presente; hoy saldría con Jay.

Eso lo emocionaba, pero también tenía
miedo.

—¿Nervioso?—preguntó Jay, entrando a la habitación solo con sus pantalones.

—No... Tengo miedo, nervioso no—respondió con un poco de duda.

Jay se acercó al menor y lo abrazó por atrás, colocando su cabeza en el hombro del menor.

Últimamente, Jay estaba muy cariñoso con él, y eso no le molestaba, pero...

—Yo voy a estar contigo, te protegeré.—

—No es por eso...—

—No tienes que seguir preocupándote por ellos, debes rehacer tu vida, no puedes seguir encerrado por años.—

—No dije que me quedaría aquí por años.—

—Sabes a lo que me refiero.—

Jungwon se alejó de Jay, y fue hacía el armario, para agarrar una chaqueta.

—Termina de cambiarte, que se nos va el día.—

Jay soltó una risa suave, y obedeció a las ordenes de Jungwon.

Jay soltó una risa suave, y obedeció a las ordenes de Jungwon

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Vecino incógnito (Jaywon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora