Capítulo 15

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Caminata.

Paulette miraba el fuego frente a ella con detenimiento. Había ayudado a encender varias fogatas durante la noche. La mayoría ahumaba pescado o calentaba agua hasta que burbujeaba y ablandaba raíces y verduras. Entendió, en poco tiempo que las niñas ya estaban acostumbradas a preparar sus alimentos.

—Es que no se puede —la voz graciosa de Katherine la sacó de sus pensamientos.

—¿Por qué no? —intervino Nimba, confundida.

—Si la gente come carne de buey, se quedaría sin animales para trabajar la tierra —dijo Filone.

—Por eso es mejor darles caballos —explicó Olivia.

—Pero los caballos son muy ligeros, no podrían arrastrar un arado —meditó Nimba.

—Y solo los nobles pueden tener caballos —recordó Katherine.

—Con unas cuantas cruzas, estoy segura de que saldría un caballo fuerte —dijo Safron.

—¡Sí! Uno que no esté hecho para la batalla, sino para la siembra —se emocionó Olivia.

—¿Tu qué piensas, Paulette?

Al oír su nombre, Paulette se atragantó.

—¿Yo? —preguntó luego de toser.

—Sí ¿Qué piensas? —insistió Katherine.

Todas la miraban, incluso aquellas que antes estaban enfrascadas en su propia conversación. Paulette buscó la ayuda de Hazel, pero ella solo le sonreía, animándola a hablar.

—Yo, eh, no creo ser de mucha ayuda, Sus Excelencias.

—No uses títulos con nosotras —dijo Terra, indiferente.

—En el lago nadie es conde o duquesa —siguió Harriet.

—Entiendo —cuadró los hombros, tomando confianza—. Si me lo preguntan, consumir carne de buey no es mala idea, es más abundante que la de los jabalíes. Y siempre han nacido caballos más robustos que otros, sé que pueden cargar una armadura, pero no son tan ágiles ¿por qué no usarlos?

—¡Me agrada la hechicera! —exclamó Olivia con una sonrisa.

Desde su esquina, Filone rodó los ojos.

—Siento no ser tan buena consejera, en el escondite no hacía más que mejorar y practicar con mi magia.

—Nosotras no sabemos mucho del exterior tampoco —confesó Carlota.

—Sí, a pesar de que estamos aquí, no estamos al tanto de lo que está sucediendo en Swan —meditó Nimba.

—¡Ey! Pero nos divertimos —animó Katherine para luego atizarle una mordida al pescado que habían ahumado.

—Si por divertido te refieres a estar toda la noche tejiendo y remendando canastas, sí, nos divertimos —dijo Filone con sarcasmo.

—Pero también practicamos —murmuró Giselle.

—¿Practican?

—Sí —se animó Selene—. Hazel nos enseñó a usar armas.

Con una mirada escandalizada, Paulette miró a la mujer de cabellos blancos, quien había soltado una carcajada.

—No son armas —se rio—. Son herramientas para que no estén toda la noche sentadas.

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⏰ Última actualización: Nov 08, 2022 ⏰

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