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Un año había pasado desde su boda

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Un año había pasado desde su boda. Bruce y Elinor habían creado una rutina bastante agradable. Elinor se había hecho cargo de ambas empresas justo como lo prometió y de vez en cuando, la pareja salía a cenas o eventos para seguir manteniendo las apariencias. Todo resultaba ser perfecto. Al menos dentro de lo posible. Nadie parecía sospechar nada, y únicamente creían que Bruce era un ermitaño extraño y era su esposa el que lo convencía de salir de vez en cuando.

Bruce había llegado alrededor de las cuatro de la mañana a la casa, había sido una noche verdaderamente agotadora, principalmente porque casi era 31 de octubre y el crimen aumentaba durante esas fechas. Se quitó su traje en la cueva y enseguida se dirigió al baño para darse una rápida ducha y quitarse el sudor y suciedad que había acumulado durante la noche. Estaba cansado, pero en realidad ya se había acostumbrado a dormir durante el día y mantenerse despierto durante toda la noche. O simplemente dormía por un par de horas cada cada cierto tiempo, algo que había aprendido en alguno de sus múltiples viajes.

Una vez que estuvo completamente limpio y fresco, se dirigió a la habitación de Elinor. La había visto desde el techo de un edificio cuando estaba trabajando, le gustaba vigilarla de vez en cuando si tenía un poco de tiempo libre. Pero esta vez no se percató de a qué hora regresó a casa. Un millón de veces le había pedido que no se quedara en la oficina hasta tan tarde, pero la chica era una verdadera adicta al trabajo y a veces se le pasa el tiempo sin darse cuenta. Al menos siempre había un auto afuera del edificio esperándola para llevarla a casa.

Abrió con cuidado la puerta de la habitación para no despertarla y la vio acostada en la cama. Sonrió un poco para sí mismo ahora que la veía a salvo. Se acercó con pasos silenciosos y tomó asiento en el borde de la cama. Con delicadeza, quitó un mechón de su rostro y la miró descansar. Estaba tan tranquila y serena.

La chica se removió en su lugar durante un instante hasta que abrió los ojos sólo un poco.

—¿Bruce? —murmuró adormilada.

—Lo siento, te desperté —habló en voz baja sin dejar de dar suaves caricias en su mejilla.

Ella negó, esta vez un poco más despierta.

—No pasa nada —se sentó— ¿estás bien, cariño?

Él asintió. Le gustaba que le dijera "cariño" o cualquier apodo cursi, pero es algo que nunca diría en voz alta. Le avergonzaba admitirlo.

—Fue una noche larga, sólo eso. Iré a mi habitación, lo siento por despertarte.

Bruce estaba a punto de ponerse de pie, pero Elinor lo tomó de la mano.

—Ven, recuéstate un momento. ¿Tienes alguna herida?

Negó pero acató la orden y se dejó caer en las suaves colchas. A veces sentía que no merecía ser tratado de esa forma tan amable. Que no merecía todas las atenciones que Elinor le daba. Pero en realidad le encantaba y tenía miedo de admitirlo. En su mente, él pensaba que no merecía nada de eso, que no era realmente digno de ser amado.

Dusk till dawn ⇝ Bruce Wayne ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora