𝐧𝐞𝐯𝐞𝐫 𝐛𝐞 𝐭𝐡𝐞 𝐬𝐚𝐦𝐞 • ˚₊ ꒰ Lydia Knox huye de su pasado y llega al tranquilo condado de Forks donde se inhala el aire fresco y paz. Justo lo que necesita para el nuevo inicio que tanto anhela.
Comienza a trabajar en el hospital del...
Algunos días antes del Año Nuevo, Lydia recibió una carta. Se sorprendió al descubrir que era de su hermana, donde ella le invitaba a una clase de cena familiar.
Lydia accedió, después de todo, Lilian era la única familia de sangre que le quedaba y podría intentarlo una vez más ahora que Jonah había muerto. Tal vez Lilian había cambiado un poco. Tal vez había madurado después de todo lo ocurrido.
Carlisle estuvo con ella en todo momento, Lilian ya no vivía en Seattle, por lo que esta vez tuvieron que viajar a California. Ahora que Carlisle ya no brillaba con el sol, le era de mucha ayuda pues podía andar por lugares públicos a cualquier hora del día sin el mayor problema.
El taxi los dejó frente a la casa de Lilian. Era bastante bonita en un vecindario que parecía bastante tranquilo y familiar. Carlisle llevaba cargando a Maven que recién había despertado.
Lydia fue la encargada de tocar el timbre. Sonrió con cierta incomodidad cuando vio a su hermana, quien también parecía bastante incómoda.
—Pasen —les había dicho con suavidad. Se notaba bastante cansada, con unas grandes bolsas moradas debajo de sus ojos que indicaban lo poco que había dormido.
Así lo hicieron, se adentraron a la casa mientras Lilian cerraba la puerta y los dirigía por el pasillo hasta la sala.
—Es muy bonita tu nueva casa —le dijo Lydia, tratando de romper el silencio incómodo.
Lilian sonrió un poco, aunque casi parecía una mueca.
—Gracias. La verdad es que la compré con una parte del dinero que me dejó Jonah. Luego de lo que pasó, me sorprende que me haya dejado algo —se aclaró la garganta— la comida está casi lista, pueden pasar a la sala y en un momento estaré con ustedes.
Les señaló en qué dirección estaba la sala y Lilian caminó rumbo a la cocina. Lydia miró a Carlisle, quien se encogió de hombros y caminaron a la sala. La televisión estaba prendida en un canal infantil y luego vieron a Logan en la alfombra del suelo jugando con algunos juguetes.
Lydia sonrió con ternura y se acercó al niño, que volteó a mirar con curiosidad a los recién llegados.
—Hola, Logan —saludó Lydia mientras tomaba asiento en el sofá— soy la tía Lydia.
El niño se limitó a reír y mostrarle uno de sus juguetes. Carlisle se acercó y sentó a Maven junto al otro niño.
—El es tu primo, Maven —le dijo al niño que volteó a ver a su primo con curiosidad.
