|~ CHAPTER 2 ~|

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"observo a los hombres y las bestias durante milenios. Para él, él eterno, el tiempo no tiene fin... Ni principio... O tan siquiera propósito.

Deambula por la tierra, sanando a Aquellos que buscan el perdón por horribles crímenes contra el señor y el hombre.

Vive para ver la muerte y destrucción, el mal... Sobre la luz... Pero la luz no puede extinguirse, y él es el encargado de que la luz siempre prevalezca.

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El alba ya empezaba a alzarse en el horizonte dando comienzo a un nuevo día, y los rayos del alba entraban en una cierta cueva en el gran bosque donde una chica araña estaba abriendo sus ojos, ella se sentó en el frío suelo de la cueva haciendo que sus articulaciones tronaran. Ella giro su vista a dónde debería estar aquel chico castaño que salvó y había despertado ayer, pero nadie se encontraba ahí.

- ¿Aquino? - Llamó Emi si el castaño estaba al fondo de la cueva pero no recibió alguna respuesta - ¿Se habrá ido?.

Se pregunto Emi, sabía que él había dicho que era mejor que se fuera por ser portador de aquella Daga, también que por lo menos se quedará la noche anterior, pero, ella no creía que realmente se iba a ir mientras ella dormía.

- Seguramente se fue a primera hora del día, cuando los primeros rayos de Luz comenzaron - dijo para si misma Emi mientras se levanta del suelo de la cueva y se encamina a las afueras de la cueva -.

Sus ojos volvieron a ser azul zafiro mientras que el contorno de ellos volvía a tomar aquel tono negro mientras que sus demás ojos se abrían en sus mejillas. Ella se forzó a ver cualquier cosa en las lejanías del bosque pero nada, no había nada ahí, Aquino realmente se había ido, así que con confirmado que se había ido ya que no estaba rondando en las cercanías de la cueva Emi suspiro y se volvió a adentrar a la cueva donde ella descansaba.

- Otra vez sóla, bueno al menos se que se fue sanó, tal vez con esa gente - Había dicho Emi en un tono cansado ya que devuelta volvería estar sola en aquel bosque con lo único que le haría compañía serían sus mecanizadas amigas aracnidas -.

- ¿Que otra vez que? - Emi escucho a sus espaldas haciendo que ella girará a ver a la entrada de la cueva a ver quién era, y vio al castaño en la entrada -.

Pero no venía con las manos vacías, su ropa estaba más sucia de lo que estaba el día anterior y un poco más destrozada, pero traía varias frutas consigo.

- ¿Dónde estabas? - Pregunto Emi a Aquino que dejó las frutas aun lado -.

- Yo, fui lago cercano, tenía sed así que fui a refrescarme, pero al volver me encontré con algunos árboles de fruta. Y Pensé que podía ser para comer, así que intenté alcanzar los frutos, y se me complicó - Había explicado Aquino a Emi sentándose en el suelo dando un suspiro cansado - realmente escalar un árbol es complicado.

Viendo sus manos donde moretones y alguna heridas pequeñas, realmente se había caído un par de veces al intentar escalar algunos árboles frutales, o perdió el equilibrio al tener los frutos en sus manos, Emi vio a Aquino, y la sangra seca que manchaba su polo sucio de por si y un poco en su mascarilla, realmente estaba hecho tirones.

- Es impresionante - Halago Emi a Aquino para hacerlo sentir mejor mientras agarraba una de las frutas que había traído -.

- No se cómo los monos pueden trepar árboles como si nada, a mí me costó una eternidad - Contesto Aquino que había pensando que sería bastante fácil escalar árboles, ya que ella venían del mono supuestamente, algo de el tuvo que quedarse con ellos -.

TIERRAS EXTRAÑAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora