At the body shop...

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(Puedes escuchar la canción para ambientarte un poco más 👀)

Christopher trabó la puerta al entrar a su oficina, y relamió sus labios antes de voltear.
Seungmin lo esperaba sentado sobre el escritorio, con la camisa desarreglada, los labios brillantes, y aquella mirada inocente, que de eso, realmente tenía muy poco.

Se acercó a paso lento hacia el menor, haciendo eco en la habitación con el taco de sus zapatos, y otorgándole una sonrisa coqueta, tiró su saco al suelo.
Desprendió cada uno de los botones de su camisa, dándole una vista amplia de su abdomen; su cintura cuadrada tallada por los malditos ángeles del infierno, y el tono gélido de su piel de seda.

Frente a él, se colocó entre sus piernas, haciéndose espacio, y recorrió con sus manos el cuerpo delicado frente a él.
Sus dedos se deslizaban con finura, deshaciéndose de la tela que no le permitía deleitarse apropiadamente, dejándola caer por sus hombros con dulzura.

--Jefe...--

El castaño le llamó despacio, avergonzado ante las manos de su superior explorando su piel; su rostro se había pintado de bordó, y aquel tacto agradablemente sucio, le estaba provocaba escalofríos.
Ante un sonido afirmativo de que el rubio estaba escuchándolo, tragó saliva con dificultad, mordiendo sus labios.
Quiso hablar, pero las palabras desaparecieron de su mente en el momento que aquellas vigorosas manos palparon su entrepierna. Cerró sus ojos fascinado, e inconsciente de sus actos, se aferró a sus muñecas, tratando de mantener aquel contacto.

Christopher, impaciente, no accedió a lo que buscaba. Se zafó de su agarre con brusquedad, y le colocó las manos detrás de su espalda.
Con la otra mano disponible, jaló de su cabello, y lo obligó a conectar la mirada, levantando su cabeza.

Los ojitos de cachorro desesperado eran sus favoritos, y Seungmin lo sabía.

Se acercó peligrosamente a sus labios, y chasqueando su lengua, soltó una risita burlona.

--Como se dice...Seungmin? No te escucho...--

Con los labios entreabiertos, jadeó complacido cuando el rubio volvió a jalar su pelo con más brutalidad.

--Por favor...--

Sonriendo complacido por su respuesta, deshizo su agarre con calma.

--Muy bien, nene...--

Unas leves sonrisas aireadas inundaron el silencio durante unos segundos, siendo reemplazadas por un vaivén desenfrenado de un beso sucio, grosero, y muy desordenado.
Los chasquidos se mezclaban junto a los
Jadeos desesperados, y el sonido de los objetos que caían del escritorio. Incluida la foto familiar de los Bang.

Las bocas jugaban inquietas entre suspiros; sus lenguas se acariciaban apuradas, sintiéndose emborracharse una vez más ante el gusto dulce y prohibido de los belfos contrarios.
Sus rostros ardían como el infierno, y la necesidad de estar cada vez más cerca les quitaba la poca cordura que buscaban mantener.
Juntos creaban una melodía prohibida. Una que solo le pertenecía a ellos dos.

Desesperado, Seungmin deslizó sus manos traviesas hacia el pantalón de su jefe, comenzando a desabrochar la prenda con algo de torpeza.
Pero Bang tenía otros planes.

--No no no...Ahora vas a hacer lo que yo te diga.--

Atrapando sus muñecas una segunda vez, movió su cuerpo a su antojo.
Lo colocó de espaldas, degustando la piel descubierta frente a sus ojos, y deshaciéndose de las prendas faltantes, besó cada centímetro de su espalda.
Empezando por los hombros, hasta terminar su recorrido sobre su zona lumbar.
Al castaño le temblaban las piernas; su molestia ya despierta estaba fastidiandolo, y sentía que sus manos ya no podrían seguir sujetándose a la madera del escritorio si Christopher no se deshacía de aquello por él.

--Christopher...mierda, por favor...--

El rubio rió por lo alto al notar su desesperación, mientras se quitaba con calma su ropa.

--Creo que no te escucho, bonito...--

Los dedos del jefe se paseaban peligrosamente por las curvas de su empleado, gozando ver como la desesperación aumentaba; Seungmin movía sus caderas buscándolo, realmente lo necesitaba y comenzaba a impacientarse.

--Se lo suplico...--

El de rulos relamió sus labios complacido.
Sus ojos brillaban de deseo; el cuerpo caliente del chico bajo la luz que se colaba por las ventanas de su oficina, era perfecto ante sus ojos. Y solo le pertenecía a Bang.
Tomándolo con firmeza, lo preparó con dulzura, encontrando aquel punto que tanto lograba llevarlo a la locura, hasta que estuviera cómodo para empezar.

Se sumergió en él con cautela; primero lento, doloroso, Seungmin se quejaba ante aquella sensación de plenitud. Las lágrimas recorrían las mejillas del chico, quien de a poco estaba acostumbrándose. Por otro lado, Christopher se mantuvo quieto hasta que el empleado comenzó a moverse contra su cuerpo.
Minutos después, le pedía que fuera  más rudo por cada movimiento que ejercía contra su trasero.

Las pieles ardían como fuego en aquella habitación; el calor sofocante inundaba el lugar, el sudor brillante escurriendo por los rizos del rubio caía sobre la alfombra bajo sus pies, y el escritorio acompañaba el compás de cada choque que el menor recibía en su interior.

Las uñas de Seungmin rayaban el mueble bajo sus dedos, tratando sostenerse; sentía que sus piernas lo abandonaban un poco más cada vez que Christopher llegaba más y más profundo.

--Más...Más rápido...--

Su garganta gemía su nombre sin pudor,   retorciéndose debajo de él, rogándole que aumentara su ritmo.
Y Bang no podía resistirse ante sus deseos.

Sujetándolo por los brazos, lo empujó hacia la pared más cercana.
Atrapó sus labios con bestialidad, y levantó su cuerpo tan fácilmente como si se tratara de una pila de papeles de su oficina.
Sumergiéndose nuevamente entre sus muslos, el menor se aferró a su cadera con la poca fuerza que le quedaba; ahora su jefe ejercía movimientos bruscos, violentos, y sin cuidado en absoluto.
Seungmin rayaba la espalda de Christopher desesperado; estaba dándole en su punto "mágico", sintiéndose en el puto cielo, y en poco tiempo no aguantaría más.

Ambos gemían sin control, tratando de callarse mutuamente mordiendo sus labios.
Los ojos llorosos, los labios brillantes, las embestidas en su interior, y su cuerpo retorciéndose...
Una imagen tan impura de su empleado, que solamente él tenía el poder de sacar a la luz.

--Jefe...No aguanto más....--

Casi como un quejido, el menor habló con la poca voz que le restaba.
El cuerpo le temblaba, sus piernas pesaban demasiado, y no lograba pensar con claridad.

--Dios Seungmin...Mierda, acaba para mi...ahora.--

Obedeciendo, llegó a su límite, ensuciando ambos cuerpos.
Christopher llenó su interior, y el pobre chico sintió como el producto de su calentura se escurría por sus muslos.

Besándose con ternura, buscaron calmar sus respiraciones agitadas, entre risitas tímidas y caricias empalagosas.

--Te quiero, Christopher...--

--Yo también, nene...--

Unholy. [one shot] Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang