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CAPÍTULO 10: LA APARICIÓN DE TRES PODEROSOS ENEMIGOS.

Los días pasaron como un río. En cuatro meses ya habían exterminado al 35% de la vida en el planeta, sin tener complicaciones. Ese mismo tiempo les tomó terminar con las formas de vida con poder menor a 50 puntos de poder. Ahora el nuevo rango de exterminio ascendió desde 50 a 80 puntos de poder.

El planeta Vulkaan era muy grande con muchos habitantes divididos en ciudades primitivas o aldeas dispersas, purgar requeriría dedicación. Para eso, tomaron algo de tiempo más que con el primer rango. El problema fue que los aborígenes eran cada vez más escurridizos. Tardaron unos dos meses más en acabarlos, esforzándose en darse prisa.

─¡Hemos terminado con el segundo rango! ─informó orgulloso Jiyama, algo sudoroso por las batallas. De entre todos, él era el de menor poder llegando a los 156 puntos, por tal razón era el que más se forzaba a cumplir con la taza de purgación pero, aún así permanecía entusiasmado─ ¿Ahora qué sigue?

─Un descanso, por supuesto. ─Raditz no dudo en responder. Habían estado trabajando duro, también necesitaban una pausa. Así que descendió a tierra, justo en un lugar donde podían observarse cuerpos de aborígenes humeantes, chamuscados por los frenéticos ataques de los invasores.

Se sentó tranquilo sobre una roca. Necesitaba volver a analizar su situación.

En primera estancia, ¡ya había logrado ser capitán de un escuadrón! Además, no era parte del de Vegeta y Nappa, eso era un alivio. Si lograba completar con éxito su primera misión, seguramente mantendría su puesto de capitán.

Su nuevo objetivo ahora, era escapar a como diera lugar, rumbo a un planeta. De hecho, ya tenía en cuenta dos planetas a los cuales huir, ambos eran reconocidos por sus avances tecnológicos, podría obtener una nave nueva y así conseguiría desaparecer del monitoreo estricto de la OCP¹, solo entonces podría ir a la Tierra. «Dentro de tres años el planeta Vegeta será destruido. Debo ser calculador y encontrar el momento ideal para irme lo más pronto posible».

Raditz de hecho pensó en irse desde que pisó el planeta Vulkaan pero, algo lo detenía, algo muy importante. Su familia, la familia que había obtenido en esta nueva realidad y vida. Aunque se esforzó por no hacerse ilusiones ni tener sentimientos innecesarios, al final terminó encariñándose con Gine y Bardock.

Sabía que los únicos saiyajins que debían sobrevivir ya estaban predeterminados. Pero, a pesar de que en un inicio no deseaba cambiar todo tan drásticamente y esperaba la eventual muerte de la pareja saiyajin y la supervivencia de Goku, con cada día que pasaba en el planeta Vulkaan, la sensación de extrañar los momentos familiares con su familia saiyajin se hizo llegar… Cosa que ahora lo tenía confundido.

¿Qué debería hacer realmente?, era la pregunta constante que giraba en su mente.

─Raditz. ─La suave voz de Sakore lo hizo despertar de sus reflexiones, cediendo su atención a la jovencita─. Tengo mucha hambre, ¿puedo ir a cazar?

─Siempre y cuando alguien te acompañe. Es mejor tener compañía, ahora solo quedan las criaturas más fuertes en el planeta. Mejor evitar riesgos ─contestó al momento. Sakore asintió y fue en busca de su más accesible compañero, Jiyama, para que la acompañara. En cuanto a Raditz, permaneció en su lugar regresando a su mente.

«Debo decir que tampoco me he ido porque debo asegurarme de que todo marche bien, que Goku sea enviado a la tierra como se supone…», su decisión era fuerte. Justo ahora no debía estropear el fluir de las cosas, según la obra original, la destrucción del planeta Vegeta estaba cerca, cualquier error en los acontecimientos seria fatal, Goku era una pieza muy importante.

Bueno, ahora soy Raditz Where stories live. Discover now