Cap 38

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Ary ya no pensaba en Seinaj, ni siquiera recordaba tanto como antes a su madre. Ahora todo su tiempo, pensamientos y energía estaban destinados a los niños y al trabajo. Sus hijos se convirtieron en su mundo y su razón para existir. Todo cuanto hacia estaba pensado en ellos y en su beneficio.

Los cuatro niños la llamaban mamá y eso era para ellos. Sobre todo, para Darío y Damián pues no tenían recuerdo de otra madre. Desde que fueron conscientes de las cosas Ary había estado con ellos y los había cuidado y querido.

Damián era el más regalón. Se colgaba de sus vestidos hasta que Ary lo tomaba en brazos. Caminaba y corría como loco por todos lados, pero en cuanto veía la oportunidad terminaba en los brazos de Ary y de allí no lo sacaba nadie.

Franz era un rebelde. Cada vez que podía se arrancaba al bebedero de los caballos y se mojaba.

Le fascinaba el agua ya fuera invierno o verano, lo único que quería era mojarse y casi siempre lo conseguía.

Darío siempre estaba al lado de Argos y trataba de copiar a su hermano mayor en todo.

Ary perdía a veces toda la tarde mirando a los niños jugar, pero esto no le preocupaba demasiado, ya no estaba sola del todo, había un muchacho que ayudaba con el trabajo de la granja. Había llegado al pueblo durante el último invierno junto a su hermana y un sobrino, rápidamente consiguieron donde vivir, pero nadie les daba trabajo. Decían que eran muy jóvenes para saber trabajar bien. Ary por supuesto no estuvo para nada de acuerdo con ello, y por esto decidió confiar en él y darle trabajo. Ella perdía gran parte del día llevando las verduras frescas a la pensión de Laura y cosechando los huevos que diariamente recogía con los niños y que Laura también le compraba.

La pensión de la trabajadora mujer se hizo una de las más conocidas en la zona. Llegaban viajeros de todos lados, y esto aterraba a Ary. No tener que ir al pueblo era algo que agradecía cada vez que veía al muchacho partir con la carreta llena de cosas para Laura.

Seis meses después de que Jonás llegara a trabajar a la granja, Ary decidió darle la casa para los trabajadores que había en las tierras de Eugenio.

Esta casa, estaba bastante apartada de la casa principal y del bosque y laguna, Alejandro había puesto un cerco para separar ambos terrenos. También se había asegurado de que tuviera su propio acceso al camino que conducía al pueblo, así el lugar tendría su privacidad, lo mismo que la casa principal.

El muchacho tenía veinte años, pero se veía más joven de lo que realmente era. Le hacía recordar a Luka algunas veces, aunque era más alto y con un físico que le había ganado varias miradas en el pueblo, pero el muchacho era bastante tímido, aunque muy trabajador.

Cuando hablaba con ella, la llamaba señora y esto le causaba gracia a Ary, pues era menor que él. Varias veces considero decirle al joven que la llamara por su nombre, pero Tristán le dijo que no lo hiciera, pues si se sabía en el pueblo que se trataban de manera informal podían empezar las murmuraciones y ella era muy querida y respetada por todos. Luka y Deimos también estuvieron de acuerdo. Este último la interrogaba acerca de Jonás cada vez que se veían. Luka y Tristán permitían el interrogatorio, hasta que las preguntas de Deimos empezaban a insinuar cosas que evidentemente Ary no tenía idea.

Una vez que la jornada de trabajo terminaba, Jonás cenaba con ellos y luego se marchaba a su casa. Ary le había regalado uno de los tres caballos que tenía para que él no tuviera que caminar tanto todos los días. Esto había desatado varios comentarios en el pueblo, pero por supuesto ella no tenía idea. Cuando Tristán, Deimos y Luka lo supieron, no les gustó. Ary se molestó bastante al oír a los tres vampiros reprendiéndola por lo que había hecho. Después de aquella conversación, cada vez que venía a su mente uno de ellos, hacia uso de todas sus fuerzas para no hacer contacto. Sabía que eso los debía estar volviendo locos, pero se había cansado de las preguntas, y que la juzgaran por todo lo que hacía o no hacía. Era feliz de verlos y saber cómo estaban, pero quería tomar sus propias decisiones y que ellos las respetaran. Ya no era una niña, pero ellos parecían no darse cuenta de ello. Sabía que no podía evitarlos por mucho tiempo más. Los tres trataban a diario de comunicarse con ella y sus intentos la dejaban con un terrible dolor de cabeza, sabía que estaban enojados, pero ella también lo estaba, se dijo que aguantaría lo que más pudiera.

UNA VIDA NUEVA (IV libro, serie la pequeña Ary)Where stories live. Discover now