Juntos, pero no revueltos

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Michelle, pese a llevar más de una hora de luchar contra mi pelo, seguía sonriendo como si fuese lo más divertido del mundo. En cambio, yo comenzaba a odiar mi pelo con cada nuevo tirón que mi amiga daba con su peine y plancha.

—¿Segura que no podemos dejarlo así? —traté de terminar con mi sufriento aunque la mitad de mi pelo estuviese lacia y la otra pareciera la melena de un león. 

—Hoy vas a ser el centro de atención, pero no por llevar un pelo de loca, Ellie, y recuerda que aún falta el maquillaje. Más bien, Clarisse debería de llegar pronto, ¿no? —el timbre sonó y Michelle y y yo nos miramos por el espejo sorprendidas—. Uno no puede hablar de la reina de Roma porque aparece al instante.

—Yo voy.

Salté de mi silla como niña recibiendo los regalos de navidad. Sin embargo, lo único que quería era escapar de las garras de Michelle.

—Hola, Ellie —dijo Clarisse cunado abrí la puerta. Ella era aún más tímida que yo aunque su ropa no dijese lo mismo.

—Hola, Clarisse —respondí a su saludo—. Te ves hermosa.

—Y tú te veras igual apenas terminemos contigo. Ya casi acabamos con tu pelo y Clarisse con sus hablidades en el maquillaje, te dejarán como la más hermosa de la fiesta. Hoy será una gran noche, estoy segura—. Aseguró Michelle al acercarse a la puerta y salir a nuestra tercera mosquetera.

—Quedo en sus manos, chicas. —dije aceptando que no había marcha atrás—. Por cierto, ¿A dónde es que iremos?

—Hoy es el cumpleaños de un conocido mío que es dj y ha alquilado un bar donde estará tocando toda la noche —me explicó Clarisse.

—Sí, dicen que va a estar muy bueno. Ya las entradas se acabaron —dijo Michelle emocionada—. El tipo es excelente.

Ambas sonrieron y comenzaron a ponerse manos a la obra. Su deseo por ir al evento no malogro el desempeño de tratar hacerme ver tan linda como lo eran ellas. Primero, privándome de mi libertad de escoger mi ropa interior, Michelle desechó lo poco que escogí recalcándome el hecho de que debía de estar preparada para cualquier cosa y unos pantis con dibujos no eran muy impresionantes. Luego, el maquillaje duró más de lo que pensaba. El delineado, la base, las sombras, Clarisse parecía estar pintando más un lienzo que una persona y al final, me miró con orgullo de su esfuerzo. Un par de horas después estábamos camino al antro.

Michelle abrió la puerta del auto y salimos por el costado derecho. Una detrás de la otra. Nuestro transporte se retiró dejándonos frente a la entrada con un mar de gente yendo y viniendo en todas direcciones. 

—Pues bueno —dijo Michelle al ver la fila para entrar en el lugar—, creo que hemos llegado un poco tarde.

—Eso parece —dije al ver como la fila se extendía hasta la próxima cuadra. Si tenía que hacer dicha cola, estaba dispuesta a pagar un taxi de vuelta a mi casa.

—En fin, vamos —soltó Clarisse tomándonos de las manos.

Mi amiga saludo a los guardias de seguridad que requisaban a las personas de la entrada, sin embargo, un par de sonrisas, un par de palabras y sin siquiera revisarnos los bolsos, terminamos dentro con nuestros brazaletes y un par de tragos en mano.

La música estaba alta. Apenas y podíamos hablar entre nosotras. Pasaban canciones entre pop, reggaeton y otros tantos géneros que incitaban al baile entre los jóvenes que disfrutaban.

A ratos, algunos muchachos se acercaban a nosotras con tragos en mano para invitarnos a una nueva bebida. Algunas me las tomaba casi como si fuesen un refresco y otras solo se las dejaba a Michelle que parecía no tener fondo ni problemas con el alcohol.

Dulce enemistadWhere stories live. Discover now