Capítulo 3.

11.2K 608 192
                                    

Terminé de bajar y tuve que saludar a cada persona que me presentaba Clarise. También conocí al papá de Ivan.

Cuando ya estaba saturada de sonreír con personas que ni conozco me fui afuera.

Tomé aire y suspiré.

Me senté en el pasto alejada de todos y me saque los zapatos de mierda.

Ahora me presume como si fuera lo mejor que le paso en la vida, es la persona más falsa que conozco.

—"Estoy muy orgullosa de ella, es lo más importante que tengo" —imite su voz chillona —. Mentirosa de mierda. —Arranqué pasto enojada.

—La princesa se enojó —la voz burlona de Ivan hizo que ruede los ojos.

—¿No era que no querías que te joda? —inquirí mirándolo cansada.

—Es más divertido que estar en medio de esos caretas. —Se sentó al lado mío.

—Seguro que si —le di la razón.

—¿Por qué viniste? —cuestionó.

—Porque me obligaron —admití.

Se rió sin gracia.

—¿Y no dijiste que no? —Me miró con el ceño fruncido.

—Mi papá quería que lo haga, no le puedo decir que no. —Sonreí imaginando su rostro.

Analizó mi expresión unos segundos con seriedad, sumido en sus propios pensamientos.

—Ajá —finalizó seco.

Desvío su vista al frente teniendo una batalla mental con él mismo. Yo simplemente lo observé con aires de aburrimiento.

—¿Sabes si hay alguna cancha de basket por acá? —me atreví a preguntar unos minutos después.

—Capaz. —Se encogió de hombros.

—¿No me querés decir donde? —insistí.

Bufó cansado.

—Capaz —repitió.

Hice un mohin molesto con mis labios, sin querer discutir con él.

Observé como rebusco algo en su saco para después sacar un encendedor y una caja de cigarrillos.

Arrugué la nariz disgustada. Eso te arruina los pulmones, no puedo imaginarme que el aire me impida jugar.

Se llevó un cigarrillo a los labios y lo prendió dándole una profunda calada. Vi como su cuerpo pareció relajarse al instante. Unos segundos después soltó el humo tranquilamente.

Para no gustarme absolutamente nada los cigarrillos me sorprende que no esté asqueada al verlo fumar, al contrario, siento que podría verlo toda la noche.

—No me mires —ordenó firme.

—No te estoy mirando —farfullé desviando los ojos.

—¿Ah no? —inquirió divertido.

—No. —Escondí mi cabeza entre mis piernas, que estaban dobladas y pegadas a mi pecho.

—¡Candela! —escuché el llamado de Clarise.

Levanté mi cabeza y miré a Ivan suplicante.

—No flashes —se negó.

—Sácame de acá, porfa. —Hice un puchero.

—Arréglate sola. —Se levantó y tiró la colilla para después pisarla.

—¿Dónde te vas? —Me levanté apresuradamente y agarré mis zapatos.

—Lejos de vos —indicó.

—Dale, amigo, una cosa te pido nomas. —Lo seguí a paso apresurado.

—No me rompas las pelotas —dijo seco.

—¿Candela dónde vas? —Clarise ya me encontró.

—Eh, no a ningún lado, salí a tomar un poco de aire. —Ivan aprovechó para escabullirse e irse a su auto.

—Vení, entra, están preguntando por vos.

Hice todo mi esfuerzo para no rodar los ojos.

(...)

Finalizada la fiesta de mierda, me tiré arriba de mi cama hecha pija.

Ivan desapareció y todavía no volvió.

Me bañé lo más rápido que pude para ponerme mi pijama y acostarme en paz. Mañana le cuento todo a mi viejo con más detalles.

Cerré los ojos con calma conciliando el sueño.

(...)

Me senté a desayunar con Clarise y Robert, su marido.

—¿Ivan no desayuna? —pregunté sin poder evitarlo.

—No, él...

—Se fue anoche —Clarise interrumpió a su esposo —. Como siempre hace, no me extraña.

—Capaz tenia algo importante que hacer  —lo excuse otra vez.

—Seguro se fue a drogar con sus amiguitos. —Rodó los ojos.

Miré a Robert atenta, esperando que defienda a su hijo.

—Eso parece. —Sonrió triste.

—¿Y si no lo hizo? —intenté darle esperanza.

—Eso sería...

Un fuerte golpe interrumpió su oración.

—Tengo hambre —se quejó Ivan cerrando la puerta detrás de él.

—Te lo dije —replicó Clarise.

Caminó tambaleante hasta la mesa. Apoyó sus brazos sobre esta buscando algo de estabilidad y me miró fijamente.

—Haceme algo de comer en vez de quedarte mirándome —dijo molesto.

Abrí la boca ofendida y él bajó su mirada hasta esta sin disimulo.

—¿Perdón? —pregunté indignada.

—¡Ivan! —retó su padre —. ¡A tu cuarto, ahora! —Se levantó molesto de su silla.

Ivan soltó un bufido.

—¿La preferis a ella antes que a mi? —reclamó —. La conoces hace un par de horas.

—No discutas, a tu cuarto —repitió firme.

—Váyanse a cagar —fue lo último que dijo antes de subir las escaleras con dificultad.

—Yo ya terminé, gracias por el desayuno. —Levanté mis trastes y los llevé hasta la pileta.

También me llevé un pedazo de bizcochuelo y una taza de café para Ivan. Subí rápidamente y toqué su puerta.

Su papá se encerró en su oficina y Clarise se fue a tomar sol para relajarse. Ninguno se molesto en preocuparse porque el pendejo tenía hambre y no estaba en sus cabales, anda a saber si no la quedo.

Ayúdame; Spreen Where stories live. Discover now