🩰Capítulo 1🩰

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Alicia Voronin Smirnova

La música fluía por todo mi cuerpo, mis extremidades se movían siguiendo los recuerdos de mi memoria. No tenía que pensar o analizar, solo debía dejarlo fluir y bailar.

Los espejos en las paredes del estudio reflejaban la gracia y belleza de mis movimientos, era la mejor bailarina de toda Rusia y me encantaba serlo. Este año iría por el título de la mejor bailarina del mundo.

Hago una pirouette, que consiste en dar giros completos en una pierna sin perder el equilibrio. Mañana tenía un recital en Italia luego de la presentación en sociedad del segundo hijo de mis tíos Roxanne y Lorenzo. Aunque no tengamos un vínculo consanguíneo, aun así somos familia.

El lago de los cisnes era mi ballet favorito, la música, los movimientos, la historia que se contaba tras ellos...; era magnífico. Bailar no solo consistía en seguir una serie de pasos y el ritmo de la melodía, era una manera de expresar lo que sentía, de mostrarles a todos que había una historia detrás de cada movimiento.

Interpretaría a Odette, como siempre lo hacía, y me convertiría en la reina de los cisnes una noche más. Por unos minutos dejaría de ser Alicia Voronin, hija de los reyes de la mafia y futura heredera, y junto con mi hermana Elaine, de todo su imperio.

Yo no quería esa vida, y mis padres lo entendían. A mi hermana y a mí siempre nos habían apoyado y enseñado que siempre debíamos seguir nuestros sueños, así como lo hizo nuestra madre. Ahora no solo era la mejor cirujana cardiovascular del mundo, además, una de las defensoras principales de la mujer junto con Mhia Salvatore, y la líder más justa y peligrosa que había tenido la mafia.

Mis padres eran mi inspiración y algún día me gustaría tener tantos logros como ellos.

Termino de practicar la coreografía y apago la música. El ballet era un arte tan hermoso como agotador, en el que llevabas la mayor parte del tiempo a tu cuerpo al límite, pero lo valía. El ballet era mi vida y, sin duda, esto era lo que quería hacer el resto de ella.

Pero había riesgos. Por más que quisiera alejarme de la mafia, si lo hacía, sería como atar una soga en mi cuello. Elaine y yo lo sabemos: es fácil entrar en la mafia, pero no salir de ella.

A nuestros padres no les importaba que no quisiéramos heredar el imperio, ellos querían que fuéramos felices.

Me quito las zapatillas y masajeo mis pies magullados. Estaba acostumbrada a las ampollas y a que se me rompiera la piel en ocasiones, pero eso no hacía que doliera menos.

Me calzo unas pantuflas y me pongo una sudadera encima de la malla, a papá no le gustaba que los hombres de seguridad vieran a sus mujeres con poca ropa. Era celoso con mamá, pero con nosotras lo era mil veces más.

Habían construido un estudio de baile y uno de música para nosotras en casa. A veces Elaine tocaba mientras yo bailaba, éramos el mejor dúo, tanto como ​​en la música y el baile como para el arte de asesinar. A mamá no le había agradado la idea cuando decidimos iniciar el entrenamiento con los Darks, una orden de asesinos situada en Londres. Mhia había ofrecido a un grupo que trabajaba para ella encargarse de nuestra protección, pero al final, decidimos aprender de ellos.

No disfrutaba de la muerte, pero como princesas de la mafia, nuestras vidas corrían constante peligro, y aunque sabíamos que nuestros padres darían la vida por nosotras, no queríamos eso, queríamos defendernos nosotras mismas. Queríamos ser independientes, tal y como nos enseñó nuestro padre.

Subo las escaleras hasta el tercer piso. Vivíamos en una de las Siete Colinas, donde se encontraba el ​​lago de mis padres, el mismo a donde se escapaban en ocasiones para sus caminatas «románticas». A lo largo de mi vida me habían contado la historia infinidad de veces, pero nunca me cansaría de escucharla.

Huyendo de un mafioso © Libro 2 || [Disponible en físico y ebook en Amazon]Where stories live. Discover now