iii. cuentan las leyendas

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▬▬ capítulo #3 ▬▬
❛❛CUENTAN LAS
LEYENDAS.❜❜

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—¿Están seguros?—preguntó Daya con preocupación.

—Totalmente Daya—dijo el joven acompañado de dos ancianos—. Yo migré hace mucho, pero ahora tengo la oportunidad de sustentar a mis padres, quiero darles una oportunidad de ver la ciudad, los pueblos que rodean a esta tierra.

Daya giró la vista a su padre, Luis, quién se encontraba en la misma preocupación que ella. Era la cuarta familia que decidía dejar la comunidad en el último año, la joven no podía hacer nada al respecto, no era la reina, y nunca aferraría a alguien cuando sabía qur le esperaba mejor vida, aún así le preocupaba, los taínos del pueblo de Atabey comenzaban a dejar su hogar, temía perderlos a todos.

—Gracias por decírmelo—soltó finalmente—. Me alegra saber que tienes la oportunidad de cuidar a tu familia y compartirles tus logros, les deseo la mejor vida, siempre serán bienvenidos.

—Dayamita, te agradecemos profundamente todo lo que hiciste por nosotros—dijo la anciana tomando las manos de Karaia—. Y prometemos no hablar con nadie sobre nuestro tesoro.

—Lo sé, espero todo lo bueno para ustedes—agregó la joven con una sonrisa.

—Gracias Dayami, don Luis—dijo el hijo de la pareja de ancianos llevando a sus padres al auto de Diego, quién los llevaría al municipio.

Abreu apretó los labios mientras se acercaba a Daya, ella imitó su acción tratando de verse lo más calmada posible.

—¿Está bien, Daya?—preguntó el hombre.

—Sí, te los encargo eh, asegúrate que salgan de la isla seguros—contestó cruzando los brazos.

—Claro, traje lo que me pidió—Diego le extendió el libro a su amiga, ella lo tomó agradeciéndole—. Más libros de la cultura maya ¿Alguna fijación por Quetzalcóatl?

—Quetzalcóatl es azteca—corrigió observando la tapa del libro, esperando que ese fuera el que le diera respuestas—. Los mayas tienen a K'uk'ulkan.

—Pero ambos son una serpiente emplumada ¿No es así?

Daya mantuvo silencio por un instante, antes de sonreír y encoger los hombros.

—Eso dicen.

—La veo en una semana—concluyó dándole una sonrisa, mientras con otra mano se despedía del padre.

Luis miró a su hija de reojo, algo muy propio de ella era que siempre evitaba mostrar su tristeza o preocupación, quería que su hogar fuera un lugar feliz, ser la única persona que lleve con lo malo.

—Cuando eras niña tus abuelos te contaban historias de pueblos como nosotros—contó él—. Pero en todos estos años, es la primera vez que vuelves a mostrar interés en los mayas.

ATABEY  ▬  namorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora