Girasoles ; Luckity

O7

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"Horas antes de cumplir diecisiete años"

—¡Lleven a los civiles al área media!

—¡Mantenganlos a salvo, L'Manberg atacó el área baja!

—¡Busquen a los heridos y déjenlos con los médicos!

—¡Rápido, manténganse en sus posiciones!

Gritos, choques, explosiones, disparos y destrucción.

El reino vecino ya harto de no tener una alianza matrimonial, o eso se creía, su paciencia se terminó y decidió por una vez en iniciar su ataque hacia Las Nevadas.

¿Justo un día antes de su cumpleaños?

—¡Luzu!—Salió de sus pensamientos y el ruido se hizo presente— ¿Estas bien?

—¡Sí señor, Vegetta!—Afirmó.

—¡No quiero que te distraigas! ¿Okey?—El castaño asintió, el pelinegro miro su muñeca que traía puesto un reloj, se podía decir que también era como una pequeña radio—, un mal paso y el resultado será malo. Nuestra misión es proteger a los civiles, se nos informó que en el Oeste faltan auxiliares, ve a hecharles una mano.—Informó.

—¡Cuente conmigo!

Siguió las órdenes del mayor, esquivaba a los caballeros de L'Manberg que se les cruzara por su camino. Para Luzu era fácil derrotarlos, incluso matarlos si era necesario, dio chasquido de desagrado mirando sus manos teñidas de sangre, hace mucho no las veía así, pero eso no era de importancia ahora.

Llegar a la ubicación donde le habían asignado estaba como a seis minutos, según el "reloj", ese aparato tenía funciones maravillosas como para que se llamara reloj.

Jadeo molesto, necesitaba llegar ya, habían escombros y cuerpos de enemigos en el suelo que le estorbaba su paso, encima estaba algo nublado en lugar. Giro su vista al rededor buscando algo, ¡bingo! Uno de los enemigos venía montando en un caballo.

Espero su momento para poder emboscarlo justo donde lo quería, corrió hacia una pila de bloques que formaban una pequeña colina, dio un brinco en ella y con su cuerpo tiro al soldado. Se agarro de la montura del caballo para ponerse estable.

—Joder, que fácil.—Miro al enemigo tirado al suelo, que para su mala suerte unos alambres atravesaron su pierna derecha.

Tomo las cuerdas y dio un pequeño golpe con su pie a la pierna del caballo indicando que este corriera, y lo hizo.

Luzu sonrió, había estado esperando esto todo el tiempo, aunque no precisamente un día antes de su cumpleaños número dieciocho.

Llego al lugar, allí estaban unos compañeros que parecían contar a los civiles, tiro de las cuerdas hacia atrás para detener el ritmo del animal, este dio un chillido por el molesto jale provocando que los presentes se asustaran.

—¡Joder, Luzu! ¿Qué haces en un caballo...? ¿Del enemigo?—Se exaltó Punz mirando al recién llegado.

—Vegetta me mando aquí, y... Tire al jinete de su caballo para venir más rápido.—Explicó bajándose.

—Ugh, estaba justo por disparar—Bufo Fundy—, a la próxima avisa por la radio.

—Lo siento.—Se disculpo.

—Bien, ahora que somos más, podremos llegar al puente del área media y dejar a las personas a salvo, solo encontramos a nueve—Hablo Antfrost, se quito su boina para llevarla a su pecho—, lastimosamente fallecieron una gran parte del Oeste.

—Maldito L'Manberg, no creí que llegarían a esto.—Gruñó Fargan quién traía cargando en su espalda a una pequeña niña.

—No ahora, recuerden nuestra misión, aprovechemos que no hay enemigos cerca y vayamos al puente.—Apresuró el híbrido gato.

Durante todo el camino se mantuvo en silencio, sólo se oían pisadas y algunos lloriqueos, el híbrido zorro y Punz traían consigo una antorcha, la neblina era molesta y para el colmo era casi de noche. Su misión fue un éxito, habían guardias esperándolos en el puente que cruzarian a los civiles.

—Llevenlos al refugio cercano, nosotros iremos a reunirnos con Vegetta.—Ordenó Fundy.

La poca gente agradecio a los caballeros y se fueron más tranquilos. Sonrieron con tranquilidad al verlos

—Aún no entiendo porque esto esta dividido por áreas.

—¿Qué no recuerdas que por culpa del terremoto de hace muchos años dividió esto? Eso provoco que se hicieran los malditos acantilados.—Explicó Fargan.

—Nadie me explico esto durante los pocos años que estuve con ustedes.—Rodó los ojos el castaño.

Un fuerte pitido se escucho en los relojes de los cinco chicos.

—¿Un audio?—Se pregunto Punz mirando el aparato.

—¡Tienen al príncipe! ¡Esto fue una maldita distracción! ¡Repito! ¡Tienen al príncipe!

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