Parte 1: Un arreglo inoportuno

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- Ey, ¡mucha suerte! Que gane el mejor – Messi escuchó alguien decir a sus espaldas mientras se dirigía a la cancha, momentos antes del partido. Al voltearse vio a Guillermo Ochoa, arquero de México, extendiendo su mano en cortesía.

- Gracias, igualmente – Respondió ofreciendo su mano también, aunque no se esperó que el arquero mexicano usara este gesto para abrazarlo. En el momento en que sus brazos los envolvieron, Messi sintió su cuerpo comenzar a ablandarse.

"Mierda. No ahora, por favor", maldijo en su mente mientras intentaba calmarse y recuperar la compostura. Pero sentir el olor de Memo entrar por su nariz y hacer que su temperatura comenzara a subir. Intento desprenderse de él, pero el arquero mexicano, pensando que Messi estaba desmayándose, se aferró aún más fuerte a él.

- Eh, eh, ¿Qué pasa...? – Ochoa se detuvo a mitad de su oración. Messi sintió como colocaba su nariz contra su cuello y tomaba una profunda bocanada de aire, lo que hizo que un escalofrió recorriera su cuerpo – ¿Estás en celo? Tenes un olor muy agradable.

Antes de que Messi pudiera contestar, sintió como una mano lo tomaba por el hombro y lo apartaba de Ochoa, quien rápidamente levantó sus brazos en señal de rendición. Era el jugador argentino De Paul, quien al ver como el mexicano se había aferrado a su capitán, lo aparto de inmediato de su lado mientras gritaba de forma acusatoria:

- ¡Eh! ¿Qué estás haciendo? ¡Ojito con lo que haces! – La conmoción rápidamente hizo que el resto de jugadores voltearan a verlos. Algo que Messi quería evitar era llamar la atención y crear animosidad antes del partido.

- Estoy bien, Lauta. Solo me bajó la presión. Memo me estaba ayudando – Mintió para salvar cara, mientras rápidamente se apartaba del agarre de su compañero y se enderezaba.

- ¿Querés que llame un médico? – Insistió Rodrigo, mientras le dedicaba una mirada inquisitiva al arquero mexicano, examinando su reacción, buscando un atisbo de culpabilidad. 

- Nah, nada de eso. Solo necesito un poco de agua y algo dulce – Messi sonrió con confianza mientras comenzaba a caminar dando unos pequeños trotes, demostrando que ya había recuperado su coordinación.

Ambos se alejaron caminando, dejando atrás a un Ochoa atónito por lo ocurrido. Todo había ocurrido tan rápido que ni siquiera tuvo tiempo de procesarlo. Pero no tenía tiempo para pensar, la apertura del partido seria en cualquier minuto. Debía reunirse con sus compañeros.

Paso su brazo por su nariz en un intento de limpiar el aroma del delantero Argentino, pero no hubo caso, se había quedado impregnando en su camiseta. Esta vez, era su turno de maldecir para sus adentros y rezar para que nadie más lo note.

...

El equipo de la Selección Argentina finalmente había llegado a la Universidad de Qatar, lugar donde estaban hospedados. Después de finalizado el partido y hechas las entrevistas, los jugadores se retiraron para festejar su victoria en privacidad. Decidieron cocinar un asado como celebración en el parque la universidad.

Sabían que la competencia aún no estaba ganada, todavía quedaban varios partidos por delante. Pero, por ahora, se daban el lujo de regocijarse en el hecho de que habían logrado remontar luego de su derrota contra Arabia Saudita.

En medio del festejo, Messi y Enzo eran el centro de todos los elogios, ya que ellos habían anotado los 2 goles que les dieron la victoria ese día. Sin embargo, entre halagos y adulación, se daban la oportunidad de bromear con ellos.

- Ey, Capi – Llamó la atención el centrocampista Di María a su amigo Messi – El 13 de México, ¿viste cómo se te quedó mirando después del partido? Parece que se hicieron amigos – Finalizó su broma con un giño y una risa picara.

Una noche y nada másWhere stories live. Discover now