X - Máscaras

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A pesar de que estaban a extremos del salón, con máscaras cubriendo sus rostros podían reconocerse.
Para él era sencillo, no había otra chica cuyo cabello fuera rojizo incluso cuando se esforzaba por no verse tan pelirroja como era.
Y para ella, le resultaba sencillo encontrarlo por aquellos ojos verdes que se habían adueñado de sus sueños en los últimos días.

La noticia del compromiso entre la señorita Featherington y Lord Robert Huxley ya era un hecho, sin embargo, ella había comenzado un juego muy peligroso junto a Colin Bridgerton. Los dos parecían estar alejados el uno del otro y haber olvidado el furtivo "romance" que los tenía envueltos casi en un escándalo, o al menos eso era lo que creía la sociedad.
—Me alegra que hayas recapacitado y te hayas alejado del señor Bridgerton. Era peligroso para ti. -Penélope miró hacía dónde estaba Colin y la sonrisa que él le dedicó le llegó directo al corazón.

—Sí, madre. Tenías razón. -Los eventos de días anteriores habían sido una locura, y ahora, al menos delante todos los presentes ella estaba portándose como todo un diamante. Su vestido era una fantasía, el corsé ajustado con mangas largas en un escote de hombro a hombro adornado con algunas plumas blancas. La falda también llevaba plumas blancas con algunas pintitas doradas. Su cabello estaba casi suelto con apenas unas cuantas peinetas dejando un semirecogido que era adornado por un penacho de plumas y flores. Llevaba su medallón de cisne y su rostro lo cubría una máscara dorada decorada con diamantes.

Se había inspirado en los cisnes. Colin siempre decía que ella era como un cisne.

—Con ese disfraz pareces una paloma.

—No una paloma, un cisne. Por el lago de los cisnes, uno de mis cuentos favoritos, madre. -El conde fue hasta donde estaban y Penélope accedió a bailar con él. Era un vals.

—Parece que estás a gusto viéndola bailar con el conde. -Benedict y Anthony se acercaron a su hermano quien solo sonreía y bebía de una copa de champagne.

—Ben, Ben, Ben. ¿Has llegado a pensar que a veces en la vida estamos como en un baile de máscaras en dónde por una noche podemos fingir ser alguien más?

Anthony miró a su hermano menor y, de no haber estado cubriendo su rostro con una máscara, se habría notado que alzaba una ceja. —Entonces solo estás fingiendo que te alegra que un hombre que no eres tú vaya a desposar a "tu patito".

—No hagas que te quiera golpear, Anthony. Es un cisne. Y es muy apropiado que esté de cisne hoy. -Sus hermanos no entendían que quería decir él con aquello. Vio el reloj en el salón. —Será momento que vaya a tomar algo de aire fresco.

—¿Ni siquiera va a intentar bailar con Penélope? -Benedict miró como Colin se iba por un lateral del salón y el baile terminaba. —Algo anda mal, ¿No te parece?

—En extremo raro, es como si no se preocupara en lo absoluto que la mujer que ama fuera a casarse con otro.

Y no lo hacía. El día en que se anunció el compromiso, ella había ido a verlo.
Aquel día primero recibió la visita de su doncella que había llevado su baúl hasta la casa.
Y mientras pensaba en ese evento que había sellado para siempre su camino con el de Penélope, hacía su trabajo junto con ella.

Doblemente cómplices.

—Mil disculpas. Vine a ver a su señor. Vengo de parte de la señorita Penélope Featherington. Mi nombre es Nancy Williams, soy su doncella.

—Le avisaré al señor de su llegada. –Nancy esperó en el salón con el baúl a sus pies y en cuanto Colin apareció frente a ella, sacó la nota de su bolsillo y la extendió.

—Señorita Williams. ¿Está todo en orden con Penélope?

—Sí, señor. Ella envió esto. –Colin tomó la nota y la abrió leyendo de inmediato su contenido. —Me envió a traer unas cosas contenidas en un baúl.

AMOR CON CONDICIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora