Epílogo II - Navidad y el robo del budín

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Reunirse como familia. Tener mucha comida. Disfrutar de la esperanza y buena voluntad. No había mejores fechas que las de diciembre para la familia Bridgerton.
Violet y Edmund estaban encantados con los nietos que tenían. El pequeño Edmund, el hijo de Anthony había llegado ya hacía un años atrás y era la luz de los ojos de Kate. También tenían a August, el hijo de Daphne, unos meses  menor que su primo. Tanto Kate como Daphne estaban esperando a los segundos niños, y en su primer encargo "navideño", Colin y Penélope esperaban a su primer hijo. La maternidad, decidió Pen, le sentaba estupendamente. Con cinco meses y un esposo sobreprotector que cumplía sus caprichos a duras penas lograba caminar de un salón a otro.
Le encantaba y estaba fascinada por como había ido todo en su vida. Estaba feliz. El apellido Bridgerton le iba estupendo, aunque Colin podría apellidarse como fuera, siempre que fuera él. —Veremos con que nos sale tu padre esta noche. -Pasó la mano por su vientre y sonrió. Se levantó de la cama y llamó a Nancy para que la ayudara a vestirse y peinarse, se puso su abrigo y sus guantes pues el frío no era muy agradable. La visita a Bruton Street Nº 5 (o más bien, secuestro) estaba resultando de maravilla. Todos estaban ahí, cualquiera que estuviera vinculado al apellido Bridgerton. Mientras le terminaban de recoger el cabello, como un salvaje, Colin entró a la habitación con una sonrisa.

—¡Está aquí! Pen, te necesito. Ya han traído el budín y está en la cocina ahora mismo.

—¿Tenemos que hacerlo? Tienes veinticinco años, Colin. Además, ¿Qué voy a decir o a hacer para sacar el budín que es para la cena? -Él lucía igual que un niño. ¿Cómo iba a decirle que no? —¿Y luego dónde vamos a esconder el budín? No podemos ir al jardín, hace frío y tenemos nieve.

—Siempre podemos ir a la biblioteca a comerlo. Vamos Penny, di que sí, amor. Sabes que quieres hacerlo. No tendrás que hacer mucho. Como no puedes correr, tú vas a distraer al servicio, la cocinera y a Wickham, pídeles cosas que "se te antojen" -Dijo marcando las comillas. —Yo entraré y me llevaré la bandeja, como cuando eramos niños ¿Aceptas?

—Cuando dijiste "Está aquí" pensé que te referías a Eloise ¿No ha llegado de Romney Hall?

—AH... No, mi hermana aún no llega. Déjala, apenas se casó con Sir Phillip. Está en su luna de miel, dudo que venga esta navidad. -Dijo con una sonrisa. —Ahora, mi petición.

—Eloise me escribió y me dijo en su carta que vendría con su esposo para que se integrara más a sus nuevos hermanos. Sabes que antes de casarse con ella la desgracia alcanzó a su familia, su único hermano y su cuñada fallecieron. Eloise y la familia Bridgerton son todo lo que tiene.

—Y lo apoyamos. Es familia. Tengo cerveza. ¿El budín? ¿Lo tendremos? -Y terminó por sonreír y asintió. Colin al ver su gesto alzó los brazos gritando un "sí" de emoción. —Entonces vamos, no hay tiempo que perder.

Lo siguió, él le tomó la mano para bajar las escaleras pues no quería que ella tuviera ningún accidente. Los padres de Colin estaban en el salón cada uno cargando a un bebé y mimándolos en exceso. Gregory y Hyacinth se estaban persiguiendo pues, el chico de quince años le había robado una cinta a su hermana de trece. Anthony bebía una copa con el esposo de Daphne, Simon, y su hermano menor, Benedict, mientras Kate y Daphne estaban sentadas en un sofá hablando de cosas. Francesca tocaba el piano. En sí, toda la visión era muy alegre. Solo faltaba Eloise quien tenía apenas un mes de casada con Sir Phillip. Como estaban distraídos era el momento perfecto. Fueron hasta la cocina y estando afuera, Colin se ocultó después de mirar a Penélope. Su esposa dio un suspiro y se puso las manos sobre el vientre. —Señora Willson, Wickham. ¿Pueden ayudarme? -De inmediato salieron ambos sirvientes preguntando “¿Señora Bridgerton, necesita algo?” —Gracias por ser tan atentos, de verdad. Quisiera que me ayudaran con algo. Verán en mi condición, tengo muchísima hambre casi todo el tiempo, pensaba que podrían conseguirme algunas galletas, té y leche, no demasiado, para poder comer durante la cena. Pero esperen, esperen, quisiera el té de flores de azahar, pasiflora y melisa. -Había escogido precisamente esas flores porque había que buscarlas en la bodega y eso le daba algo de tiempo a Colin salir con el budín de la cocina. Los vio asentir. —Espere… Señora Willson ¿Podría quedarse conmigo mientras Wickham busca las… hierbas? -Vio a Colin entrar en la cocina rápido y sonrió. —Es que no me gusta quedarme sola en mi condición.

—Por supuesto, señora Bridgerton. -El mayordomo se fue dejándola en el pasillo. Penélope sonrió y miró a la señora Willson.

—Las siguientes navidades serán más ruidosas. -Dijo pasando las manos por su vientre. —Va a ser emocionante.

—Ay, querida niña, conociendo al señor Edmund, y a la señora Violet, eso es justo lo que quieren. Una casa llena de amor y risas. Los niños les encantan. No sabes lo felices que están ambos de ver al menos a cuatro de sus ocho hijos casados y con pequeñitos a quienes darles todo su amor. He oído decir que el señor Edmund quiere que usted tenga una niña, aunque sabemos que si es un varón igual será un niño mimado que no le faltará el amor.

—Daphne y Kate también pueden tener niñas.

—La señora no lo cree, dice que son varones. Ella nunca se equivoca en esas cosas, es como un sexto sentido femenino. Dijo que lady Kate tendría un varón y nació un varón, estaban encantados en la casa Bridgerton y nadie los pudo sacar de ahí durante todo un mes. Dijo que su hija, la duquesa de Hastings tendría un varón y fue un varón el pequeño Auggie. Debería preguntarle, a lo mejor ya tiene una idea de que podría ser su bebé.

—Colin quiere una niña. Yo solo estoy ansiosa contando los días para poder verlo. Tengo tanta curiosidad. -Vio a Colin salir con el budín de la cocina y sonreírle mientras se escondía en el pasillo y quiso reír. —Los niños son toda una bendición.

—Así es en esta familia. Ay el joven Colin. Espero que su hijo no sea igual y nos robe los postres de la cocina. -Sabía que era a broma, Penélope quería reírse pues ya había sucedido justo en sus narices o más bien, espaldas. El mayordomo volvió con las hierbas y Penélope los miró a ambos.

—Voy a esperar en mi habitación el té, necesito recostarme. Me duele la espalda un poco.

—Sí, señora Penélope. ¿La acompaño?

—Por favor. -Se despidió de la señora Willson y subió con el mayordomo al cuarto destinado para Colin y ella. Se dejó caer en la cama y en unos minutos, Colin entró con el budín. —Hola. ¿Ya lo tienes?

—No lo dudes. -Pasó el cerrojo en la puerta y sonrió dejando la bandeja sobre la mesita. —¿Tú te encuentras bien?

—Sí. Solo ligeros dolores de espalda. Estoy bien. Bueno, es hora de comer budín. -Dijo entre risas acomodándose en la cama junto a Colin para ir comiendo el postre juntos, al menos de bocados pequeños. Acabaron con el postre y estaban entre risas chupándose los dedos y viendo el techo de la habitación. —Colin, promete que nunca dejaremos de ser así.

—¿Robar dulces? Nunca. Se mantendrá hasta que seamos chochos y viejos.

—No. No los postres. Ser nosotros mismos. Eso es todo lo que quiero.

Él le tomó la mano y sonrió. —Cariño, te lo prometo.

AMOR CON CONDICIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora