El encuentro

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El reinado de Otoño estaba llegando a su fin, los árboles y las plantas prepararon la llegada del invierno, los cerezos comenzaron a prepararse para el día más importante de sus vidas.

En el primer día del reinado de la primavera, los cerezos alcanzarían su figura completa y florecerían. Eran las doncellas de Primavera; sus concejeras, vigilantes y amigas. Cuando llegara su turno de reinar, los cerezos serían los primeros en florecer, para anunciar su llegada.

Los cerezos más viejos y experimentados les estuvieron enseñando a como recolectar su chakra, para almacenarlo dentro de sus cuerpos, incluso durante el reinado de Invierno. Al hacerlo, sus cuerpos se vuelven inmunes al reino gélido. Manteniéndose cálidos y seguros, permitiendo que sus brotes se preparen para florecer. Los pequeños estaban llenos de emoción y alegría, mientras recogían su chakra.

-¡Oh! No puedo la llegada de la primavera -dijo un cerezo.

-Yo tampoco -dijo otro.

Estaban trabajando tan duro como sus maestros les habían enseñado.

Un pequeño cerezo estaba trabajando igual de duro, pero con más entusiasmo.

No puedo esperar a la primavera -dijo ese cerezo -Este será mi año. Este año, cuando florezcan mis pétalos, solo ellos llenarán el aire con su dulce aroma y tendrán el color más brillante de todos. Seré como los cerezos mayores.

Los demás la llamaron tonta por tratar de trabajar más duro que los demás, cuando debería mantenerse a su mismo ritmo. Otros la alentaron, especialmente algunos ancianos, pero todos le dieron el mismo consejo. "Sigue tu propio camino". Aún así, el pequeño cerezo no quiso escuchar, estaba demasiado concentrada en ser la mejor.

De repente, se oyó un susurro repentino entre la hierba.

Los pequeños cerezos miraron la hierba y vieron a dos tejones saltar entre esta, mientras miraban a su alrededor.

-Disculpen, cerezos. Pero ¿Han visto pasar por aquí a un zorro naranja? -preguntó uno de los tejones.

-Arruinó nuestro almuerzo y nos ha llamado viejos -dijo el otro tejón -Debe aprender una lección por su estupidez y sus engaños.

-No. No lo hemos visto -dijeron los cerezos -Ningún zorro ha venido aquí.

-Bueno, gracias - les dijo el tejón y continuaron su camino.

Cuando se fueron, se oyó otro susurro y un par de orejas anaranjadas se asomaron.

-Je, je. Esos viejos tejones no podrán encontrarme si estoy justo a su lado -dijo una voz infantil, riéndose de la alegría -Y yo también lo estaba -Las orejas saltaron de la hierba, unidas al pequeño zorro.

-Hola, cerezos -dijo el zorro, sentándose frente a ellos.

-¡Vete, zorro! -Le exclamó un cerezo.

-No necesitamos tus tonterías por aquí -dijo otro.

-¿Yo? ¿Un tonto? -preguntó el zorro -Difícilmente. Simplemente juego con otros, con el único fin de obtener una sonrisa de su rostro. ¿Qué tiene de malo un poco de diversión?

-No es momento de diversión -dijo uno de los cerezos -Ahora es momento de trabajar. El invierno está en camino y debemos prepararnos.

-¿Preparar para qué? -preguntó el pequeño zorro.

-Si no juzgaras tanto, lo sabrías -le dijo el cerezo -Con la llegada de la primavera florecen nuestras primeras flores. Llenarán el viento con su dulce aroma, anuncian la llegada de la primavera y todo su esplendor.

-Ya veo. . . -dijo el zorro.

Sus ojos se movieron hacia el cerezo que parecía estar trabajando más duro que el resto. Caminó con cuidado hacia ella, asegurándose de no pisotear a los demás.

-¡Fuera de ella, bufón! - le gritó un cerezo.

-¡Tonto!

-¡Payaso!

-¡Tú! ¡Escuincle!

El zorro ignoró sus burlas y se sentó frente al cerezo trabajador.

-Hola, cerecito -dijo el joven zorro -¿Por qué trabajas más duro que los demás?

-Porque quiero ser tan buena como los cerezos mayores -respondió el cerezo pequeño -Y solo puedo llegar a serlo si trabajo tan duro como puedo, construyendo mi chakra.

-Pero si haces eso, te vas a sobrecargar de trabajo y todo tu esfuerzo quedará desperdiciado. Debes ir a tu propio ritmo y ser lo mejor que puedas ser.

-¿Qué sabes de la construcción del chakra?

-Nadie sabe más sobre el chakra que la raza del zorro. Estamos en sintonía con eso.

-Mientes, solo es broma tuya.

-No es mentira, querido cerezo. Soy un tramposo, pero hablo enserio.

-Tus mentiras continúan como tu tontería. ¡Vete! Embaucador.

Los demás comenzaron a seguirla.

El zorro suspiró y se alejó de los cerezos, regresando al bosque.

Pasaron varios días y los cerezos crecieron. Luego un viento helado sopló desde el este, aullando con voces retumbantes.

-¡Llegó el invierno! -gritaron los cerezos -El invierno ya está aquí.

Todos se inclinan ante el señor del invierno.

Nubes grises llenaron el cielo y la nieve comenzó a caer. Invierno había lanzado su magia y así comenzó su reinado.

La hierba se cubrió de blanco, las aguas se congelaron y los árboles se convirtieron en osos.

La gélida regla del invierno no detuvo el trabajo de los cerezos. Continuaron construyendo su chakra, en cualquier cantidad que pudieran obtener. También, tomando ligeros descansos.

El pequeño cerezo trabajador se negó a descansar con los demás.

-Tengo que seguir trabajando -dijo ella -Me convertiré en uno de los mejores.

-Veo que todavía trabajas muy duro, querido cerezo -dijo una voz familiar. Sentado frente a ella, estaba el zorro de antes, pero ahora su pelaje era blanco como la nieve.

-¿Qué estás haciendo aquí, traposo? -Preguntó ella.

-Quería ver cómo estabas -respondió él -Veo que te has vuelto muy fuerte desde la última vez que nos vimos.

-Es por mi arduo trabajo -dijo el cerezo -Cuando finalmente llegue la primavera, todo habrá valido la pena.

-¿Todavía crees en eso?

-¿Qué quieres decir?

-No deberías trabajar tanto, cerezo. Solo tomate tu tiempo y siempre sigas a los demás. Mírame -Volteó su costado, revelando cuatro colas que le crecieron -Muchos de nosotros queremos ser como nuestros mayores y ganarnos el título de Kitsune, pero cada uno tiene su propio camino.

-¿Y sigues a los tuyos?

-Así es. Solo han pasado dos temporadas y tengo cuatro colas. Mi sueño es ser un Kitsune, pero me tomo el ritmo para lograrlo. Al igual que debes controlar tu ritmo para convertirte en uno de los mejores cerezos.

-No compartimos las mismas filosofías que los de tu especie- dijo el terco cerezo - Vete bufón, me estas distrayendo.

-Solo no quiero verte lastimada, querido cerezo. A veces, las ambiciones no salen como esperamos.

-Bueno, la mía. . . -dijo ella -No. Vete, tramposo.

El zorro no dijo nada, solo bajó la cabeza y se alejó.

El reinado de Invierno parece eterno y sus fríos poderes han hecho que el tiempo se detenga.

Todos los días el zorro visitaba al cerezo. Controlándola, diciéndole lo mismo. Que no trabaje tanto y que siga su propio camino. Pero aún así, ella se negó a escuchar y siguió trabajando tan duro como pudo.


El Cerezo y el Zorro [NaruSaku]Where stories live. Discover now