Toc Toc Toc

1 0 0
                                    

Desde pequeño, la sensación de lo divino estuvo en mí. Toda esa magia y esperanza me parecían un orden del cielo, que me indicaba mi actuar en todo aspecto de la vida. Los días de celebración religiosa en mi casa eran: domingo, miércoles y viernes. El primer día mi madre y mi padre acompañaban al templo a mi hermano mayor. El segundo día acompañaban a mi hermana y el tercer día a mí. Mi madre siempre me amó y decía que si mis hermanos se mezclaran, yo sería el resultado ideal de todo lo bueno que ellos tenían. Pero no todo era así de simple. Curiosamente, recibía tres palizas a la semana, por parte de tres niños a los que les molestaba mi presencia. Pero, si faltaba alguna, yo mismo la buscaba. Por el contrario, si las recibía, me escondía para no superar mi cuota y tener que empezar de nuevo. Ser niño para mí, dolió el triple que para cualquier otro. No así en el amor, del cual recibí tres veces menos que cualquiera de mis compañeros.
Ya en la juventud, las cosas no habían cambiado mucho. En mis relaciones personales, mis compañeros torcían constantemente mi afecto por la santa trinidad, y me insultaban diciendo que era el resultado de una unión entre un demonio y una prostituta. De cierta manera esto daba pie a seguir recibiendo tres palizas a la semana, pero ahora eran más violentas, ahora el desprecio era tres veces mayor y el dolor creció en igual medida. Que crueldad aquella que me tenía prisionero por tener la divinidad en mi vida. Por ver y sentir la conexión con el mandamiento de Dios. Y así sucedió, entre golpe y golpe la razón vino a mí. Entendí que toda mi vida había sido esclavo de una idea, yo era el ejemplo perfecto de lo que una mente sin guía puede lograr. Sobrepasé el umbral del dolor, surgiendo así la misión en mí existir. Enseñar a todos la realidad del dolor, y cómo pueden adoptarlo como Dios verdadero.
Y bueno, aquí estamos, en el presente, orando y tratando de decidir cuál de las tres será la que inicie mi despertar sexual. He pensado en mutilar tus pechos, son los más suaves de los seis, y eran los favoritos de mi primer esposa. Le encantaba sentir mordiscos de pasión hasta verlos sangrar, y después beberse la sangre, solo así llegaba a su clímax la muy taimada. Pero no terminó bien, solo tenía dos pechos, ya imaginarán el problema con mi vida. Partió de este mundo con tres órganos perforados, tal como lo harás tú.
Ahora que mi primer objeto ha caído sin vida, empiezo a sentir mi virilidad. Y lo más importante, mi espíritu se está elevando, así que pasaré a la etapa del placer. Siento que tú, mi segundo objeto, eres como mi segunda esposa. Una zorra que buscaba siempre una cuerda de seda. La ataba a su cuello y me obligaba a golpear su trasero mientras parecía ahogarse… nunca más de dos minutos, eso me parecía desagradable y corriente. Si hubiera aguantado tres me hubiera convencido de soltar la cuerda de seda aquella. Así tú, me darás el placer en estos tres minutos siguientes para mi deleite, luego te irás con la lengua de fuera.
Que deliciosa sensación me brindo mi segundo objeto, el gran final está por empezar, y serás tú, mi tercer objeto, la elegida. Mi tercer esposa siempre eyaculaba dos veces, nunca me complació con una tercera, así pues, tendrás que tocarte hasta regalarme tres orgasmos, de eso depende tu muerte, si lo logras, te dejaré vivir en la santa trinidad. Si no, te unirás a tus compañeras y yo tendré que empezar de nuevo.
Ahora dime, ¿Alguna vez pensaste, que tu perversión más oscura podría salvar tu vida?.

El Segundo Círculo.Where stories live. Discover now