Epílogo

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Dos años después.

―Arley.

El joven levanto la vista de su computadora al escuchar la voz de su hermano ingresar a su despacho, sonrió, el niño de once años, casi doce, venía con el uniforme del colegio y de la mano del escritor. William también sonrió, el pequeño Oliver no había perdido su amor por su hermano a pesar de los años y la paz, el niño seguía viendo al ahora abogado, como su mayor héroe.

―Oli, ¿Cómo fue el colegio?―pregunto Arley recibiendo el abrazo del niño.

―Saque un 10 en lengua, y mi maestra me felicito por mi dibujo―respondió con una sonrisa radiante de orgullo.

―Felicitaciones. ¿Puedo ver el dibujo?

Arley sabía muy bien que su hermano amaba más dibujar que cualquier otra cosa en la vida, era brillante en la escuela, pero su sueño era obtener una beca para el Royal College of Art algo que él mismo animaba. Para Oliver él se había convertido en su padre y William también había comenzado a ocupar una figura paternal en su vida, desde que se habían mudado juntos parecían más una familia de tres que hermano menor con hermano mayor y novio. En la escuela del niño habían aplaudido el cambio y le dieron una cálida bienvenida a William cuando asistió a la primera reunión de padres.

La rutina de irrumpir en su despacho al mediodía comenzó cuando al finalizar sus prácticas Jonathan le ofreció un puesto como abogado, empezó como asesor y asistente pero rápidamente gano peso y experiencia, llevando ahora sus propios casos con grandes clientes, siendo el mejor para manejar los conflictos legales pero de mucho peso publico, por lo que a petición de Oliver ahora los tres almorzaban juntos en el despacho o la cafetería, luego el pequeño era llevado por William a sus clases de arte donde lo recogía Arley al salir de la oficina.

La última vez que habían visto a la asistente social Higins había sido hacia un año y ella había estado más que feliz de verlos crecer, había expresado su alegría por la relación así también con lo abierto y sociable que se había vuelto Oliver al comenzar a vivir en un entorno cargado de afecto y aprobación. Fue luego de esa ultima visita que William le pidió a Arley que se mudaran juntos, el abogado acepto para felicidad del niño y la psicóloga que tanto él como Oliver visitaban también había expresado su felicidad. Cristian por su parte había exigido dos noches al mes con su amigo que ahora había sentado cabeza, y para su felicidad lograban a veces verse incluso más.

Un beso en su mejilla devolvía a Arley a la escena que se desarrollaba frente a la oficina. Sus ojos chocolate se encontraron con los de William.

― ¿Todo bien?

―Si, pensando.

Luego de una pequeña sonrisa y de devolver el beso observo con atención el dibujo de su hermano pequeño, el cual consistían en un paisaje de mar y rocas inspirado en sus más recientes vacaciones.

―Es hermoso Oli.

Solo esas palabras bastaron para una brillante sonrisa por parte del más pequeño.

― ¿Comemos? ―pregunto William luego de un momento.

―Si.

Los ojos de ambos se encontraron por un instante recordando el momento exacto en que todo cambio para ellos. El primer beso luego de aquel desayuno donde ambos se dieron cuenta que se habían enamorado fue el primer paso que dieron para permanecer luego siempre al lado del otro.

Por mucho tiempo Arley no supo cuando cambio su admiración por William y se convirtió en amor pero una noche, una de esas noches en la que se había reunido con Cristian a cenar recordó exactamente en qué momento todo cambio para él. La noche en la que él se había quebrado en los brazos de William el hombre pronuncio palabras que se grabaron a fuego en su corazón y le dieron la fuerza para levantarse.

―Estaré siempre a tu lado.

Y hasta ese día había mantenido su palabra, no importaron las peleas, los miedos, o la carga de trabajo, siempre estuvo junto a él y Arley siempre estuvo al lado de William, porque eso es lo que ambos sabían hacer. Sentarse con un café uno junto al otro en silencio tapados por la manta gris que seguía acumulando buenos recuerdos.

A tu ladoKde žijí příběhy. Začni objevovat