Que pasaria si el sultan Suleyman no este realmente enamorado de Hürrem?
Sino de su primera esposa y de su vida.
No hablamos sobre Mahidevrad, sino de otra sultana.
La primera concubina que logro conquistar al Sultan con tan solo una sonrisa y su mi...
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Palacio Topkapi.
—Habla Ayse— exigió con dureza Suleman mirándola.—¿Por qué golpeaste una favorita de tu sultán?— dijo molesto.
—¡Ella golpeó a Akram, yo no voy a permitir que esa favorita suya golpee a mi hijo!— Reclamo molesta.
—¡No tenías ningún derecho de golpear a Firuze, Ayse!— Grito molesto.—¡Akram no es un príncipe, sabes que es hijo de tu amante Ahmed, Akram no tiene ningún poder en este lugar para que insulte de esa manera a mi favorita!— la miro molesto.
Ayse lo miro incrédula sin poder creerlo.
—¿Sigues con eso? ¡Ahmed me lo respetas Suleyman, el no tiene la culpa de tu gran error que cometiste, el estaría acá cuidando y protegiendo a su hijo sino fuera que tu lo mandaste a matar!— Grito molesta Ayse. —¡Akram creció sin padre suleyman, sin padre mientras recibía desprecio y odio de ti, eres el peor hombre que se me ocurrió meter en mi vida, me arrepiento de averte conocido, prefiero Ahmed en vez de ti suleyman!— sollozo.
Suleyman se quedó callado mirándola, sintiendo sus ojos cristalizados al escuchar sus palabras.
¡Prefiero Ahmed en vez de ti Suleyman!
Esa parte lo dolió como si un cuchillo atravesara en su corazón, apretó los ojos y le dio la espalda.
—Vete a tus aposentos Ayse, desde hoy serás la madre de mis hijos, ya no serás sultana y mucho menos akram dejara de ser príncipe..— sentenció serio.
Ayse abrió sus ojos de la sorpresa.—Soy la madre de tus hijos suleyman, tengo el derecho de tener el título de sultana..— reclamo seria.
—Entonces comportate como una Ayse. Eres una mujer inmadura y muy rencorosa, no quiero verte por un tiempo, ni mucho menos a nuestros hijos, solo me recuerdan a ti, vete y vendrás cuando quiera verte— ordeno.
—No se preocupe mi sultán — dijo sarcástica. —Yo tampoco deseo verlo ni mucho escucharlo..— se dio la vuelta y salió de los aposentos.
El sultán dejó salir las lagrimas y se sostuvo de las paredes, su labios salían pequeños sollozos y sus mejillas eran mojadas por las saladas lágrimas que derramaba.
Le dolía lo que le pasaba su situación con su Ayse..
Miedo a perderla..
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