📚Prólogo🎸

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Hay momentos de tu vida en los que antes de perder la cabeza debes respirar, pensar en positivo e intentar buscar una solución. Lástima que en un caso como el mío nada de eso fuese una opción.

Llevaba más de dos horas vestida y correctamente maquillada para la fiesta que daba Bella, una amiga, mientras que Maya se había encerrado en el baño porque no sabía que vestido ponerse. Intenté de todo para que se decidiera por alguno. Uno se le veía mejor que el otro, pero era demasiado corto, y el segundo tenía brillos innecesarios para su gusto.

El reloj marcaba casi las diez, llegábamos tarde, como cada vez que salíamos juntas, lo que significa, todo el tiempo.

—¡Sal de una vez! —golpeé la puerta.

—¡Déjame en paz! —gritó desde dentro. —Llevas gritándome más de dos horas.

—Porque llevas ahí dentro más de dos horas.

La puerta se abrió. Llevaba el primer vestido que se probó, uno negro que le quedaba a mitad de muslo. La tela se ajustaba perfectamente a su cintura y hacía relucir sus piernas bronceadas.

Me debí de quedar embobada mirándola porque una de sus manos se movía frente a mis ojos.

—Vámonos —tiró de mi hasta salir de casa.

Maya y yo compartíamos piso hace dos años cuando entramos a la universidad y eramos mejores amigas desde siempre. Nuestros padres se conocieron en el hospital cuando estábamos a punto de nacer y desde entonces fueron mejores amigos. Mis padres acogieron y ayudaron a la madre de Maya cuando su marido la abandonó recién dió a luz. Y luego ellas nos apoyaron cuando mi madre nos dejó hace cuatro años. Eramos todo los unos para los otros, una familia a pesar de no tener el mismo lazo sanguíneo.

Pasamos por la residencia de la universidad que quedaba bastante cerca para recoger a las demás chicas e irnos todas juntas.

—Pensé que ya no vendríais — dramatizó Becca subiendo a los asientos traseros mientras lucía su cabello rubio.

—Es que doña-lo-pienso-todo no sabía que ponerse.

—¿Otra vez? —intervino Amy subiendo detrás de Becca.

—¿Te has vuelto a cortar el cabello? —preguntó Maya cambiando de tema.

—Quizá un poco —nos mostró los mechones entre negro y verde que estaban ligeramente por encima de sus hombros.

—Vamonos de una vez, Bella va a matarnos —dije y todas asintieron acomodándose.

La casa de Bella era un desastre. Sus padres habían ido de viaje a su país natal Italia, a visitar a los familiares. Bella no fue, por lo que montó una fiesta gigantesca. Habían universitarios borrachos en todas partes, algunos fumaban, otros bailaban y un grupo en la sala jugaba algo que consistía en quitarse la ropa.

—¡Chicas! —nos llamó una voz chillona bastante conocida.

—Bella, increíble fiesta —grité sobre la música.

—Ni lo intentes, habéis llegado tarde —miramos a Maya y ella se sonrojó de la vergüenza pensando en como liberarse del regaño.

—Ha sido mi culpa —habló al fin.

—Lo sé. Siempre demoras —y para nuestra sorpresa no dijo nada más, si no que tomó una botella de wiskey de una mesilla y la extendió hasta la castaña a mi lado —Te toca.

Maya la miró mal y tomó la botella para darse un trago largo haciendo una mueca al final. Fui la siguiente. El wiskey quemaba al bajarme por la garganta, desde luego no era mi favorito. La botella continuó su camino, Amy, Becca y otra vez a las manos de la anfitriona de la fiesta.

Un desconocido apareció y se llevó a Bella a jugar un juego de mesa bastante extraño.

Esperemos que no la droguen

Nosotras nos fuimos a la cocina, tomamos unos shots de tequila y se podía decir que alguna ya estaba lo suficiente mareada como para no poder caminar en linea recta.

Es lo que tiene la mezcla de cosas distintas.

Hola conciencia, yo también te extrañaba.

Ajá, claro.

Sin saber como, Amy y Becca terminaron jugando al strip poker, la rubia ya solo llevaba los vaqueros y el sujetador mientras que la otra no se había quitado nada.

Sabemos quién va ganando.

Maya hacía movimientos raros a mi lado en un intento de baile, al parecer la única que quedaba medianamente sobria era yo.

Si si, muy sobria. ¡Aburrida!

Se supone que me lleves por el camino del bien.

Ya claro, deja de ver películas románticas.

Un chico castaño le dijo algo al oído y me tomó del brazo arrastrándome a un círculo de personas que movían una botella en el centro.

Uh, juegos calientes. Quien quita que te beses con Mayi-Mayi

Es mi mejor amiga. Pervertida

Lo dices tú, que sueñas con verla en ropa interior.

¡Basta!

—Siete minutos en el cielo. Todos saben de que va —asentimos y la botella comenzó a girar.

Salían parejas y más parejas, algunos se enrollaban, otros pasaban los siete minutos hablando y los demás, osea, yo, nos quedábamos callados sin intenciones de más nada.

—Última vuelta —dijeron.

La botella giró, giró y ...

Comenzó la diversión

Mierda

La nota que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora