Capítulo 20: 'Constantinopla'

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Bella.

Faltan tres horas para la cita de Deniz con el psicólogo. Necesitamos que su trastorno este verificado, es lo único que puede librarlo de una pena carcelaria de larga duración.

Mi mente no ha dejado de pensar en todo lo sucedido; la amenaza a Adrer, mi móvil hackeado escuchándome a cada nada, el nulo intento de acuerdo amistoso con Yendal...

—¿Y qué más dijo? —la voz de Martinee me saca de los lugares más recónditos de mi mente. —Te has quedado pasmada.

Paso saliva.

—Básicamente... —farfullo trayendo los recuerdos. —Me insultó, me dijo de puta para arriba y que todo era culpa mía; que Adrer no quiera saber nada más de mí, que le caiga bien a Hassu y ella no, o incluso que le caiga bien a su hija, todo es culpa mía.

—Qué maldita idiota. —reacciona mi amiga posando la cabeza sobre su puño cerrado. —Se merece que le desgranes un vaso en la cabeza.

—Qué si ramera, que si perra, que si arrastrada... —suspiro profundo. —De todo, cómo si yo tuviese culpa de que Adrer la odie.

—Ya. —me mira con complicidad. —Hablando de Adrer, ¿qué tal con él, eh? Ya os veo muy... acaramelados, ¿no?

Las mariposillas de mi estómago se ponen a dar vueltas como locas. Muevo el ratón del ordenador de la oficina para disimular.

—Tía, todo es maravilloso a su lado. —disocio recordando todo lo que ha sucedido. —Todo, absolutamente todo. El ambiente, su familia, el sexo... —susurro lo último. Ella ríe. —¡Todo!

—Me alegro, amiga...

La conversación se ve interrumpida por el sonido de la vibración de mi móvil al que le entra una llamada. Veo el nombre de Deniz en la pantalla cuando lo saco del bolso, frunciendo el ceño por inercia. Guardo el móvil lejos de mi cuando no me hace falta, en un intento de que, quién sea que me espíe, no oiga todo lo que yo digo.

—Es... Deniz. —musito. Tomo el teléfono para pulsar el botón verde. —¿Deniz?

No oigo respuesta, solo mucho ruido de fondo, como si varios cristales tintinearan a la vez y hubiese varias máquinas funcionando.

—¿Deniz? —repito al no recibir respuesta. Pongo una mueca porque lo único audible es el sonido y el barullo de la maquinaria.

Pasan unos segundos hasta que oigo su voz.

—¡Bella! —me grita.

—Deniz, ¿dónde coño estás?

—No podré asistir hoy a la cita del psicólogo, lo siento mucho. —la llamada se corta entre palabras pero logro descifrar el mensaje. —¡Aplazala, me surgió un imprevisto...!

Sus palabras se deshacen en ondas de sonido alteradas por las interferencias electrónicas del móvil. La llamada se termina y bajo el dispositivo de mi oreja con molestia.

—Este tío es tonto...

—¿Qué te dijo? —cuestiona Martinee desde su silla.

—Que no puede ir hoy a la cita. —bufo. —Idiota. Ya dudo que nos dé tiempo a conseguir otra, desde el día que la planee y ahora ni siquiera va a ir... y tampoco me da motivos. Joder...

Me paso las manos por la cabeza, sosteniéndome en la mesa y noto el peso de Martinee apoyarse sobre mi espalda. Guardo el móvil en el bolso de nuevo apartándolo de mí.

—Nena, cálmate. Podrás ayudarle sin ese certificado...

—¿Llego en un mal momento o vais a salir al descanso ahora?

HISTORIAS EN EL MAR MÁRMARA © ✓ [1]Where stories live. Discover now