Primer Relato

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Sus hombros pesaban y no tenía ganas de nada

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Sus hombros pesaban y no tenía ganas de nada. Creía estar enfermo aunque sabía que todos los síntomas eran por la tristeza del momento. Quería llorar y se sentía muy desganado, tanto que ni el vóley lograba distraerlo.

Luego del último entrenamiento de la semana, no se levantaba de su cama. Había descubierto que su nuevo hogar era su colchón y sus sábanas. De vez en cuando salía de su «foso de depresión» para comer algo, pero no pasaba ni diez minutos afuera de la cama. Estaba triste y nada podría cambiar su estado de ánimo.

Sus amigos fueron a visitarlo en reiteradas ocasiones, pero fue inútil. El apoyo que le dieron no le sirvió de nada y mucho menos la felicidad con la que llegaban junto a sus parejas. ¡Eso no lo hace feliz si él no puede estar con quien quiere! Solo hace que los celos lo invadan y termine llorando.

Bien, quizá está dramatizando un poco su sentir. Quizá hay gente que está en peores condiciones que él, pero ahora mismo no le importa. Actuará caprichoso y se envolverá en sus sábanas si tiene que demostrar lo disconforme que está con que su novio esté en Italia y él esté en Japón.

Sí, porque esa es la razón por la que su corazón está a la mitad y la tristeza consume su casa entera. Ocho años en pareja y dos de esos viviendo juntos son suficientes para mantener su ánimo en el cielo pero hace tres meses no ve a su novio y como si eso fuera poco, las navidades serán festejadas por separado porque cada uno está en diferentes continentes. Quiere morirse.

Tobio, como se llama su novio, se convirtió en su costumbre. Desde los quince años están juntos; Shoyo —él— recuerda cómo empezó todo y ríe de la vergüenza que pasó al confesarse. Todo inició con una pelea; no llegaba a los armados de su novio y este, enojado, le gritó, con signos de pregunta, qué estaba mal con él. En un ataque de impotencia, le gritó que el problema era él. Su novio, que en ese momento era su amigo, no entendió y Shoyo tuvo que ser más directo.

—¡Tú eres el problema porque me gustas!

Recuerda su voz chillona y la fuerza con la que apretó sus puños. Kageyama, el apellido del chico, se quedó mirándolo atontado y tardó lo que se sintió como una eternidad para decirle que también le gustaba. A la semana ya estaban saliendo pero recién al mes se dieron su primer beso porque eran muy inexpertos y temían equivocarse en cualquier pequeño paso que daban para la relación.

Por suerte con el tiempo lograron soltarse más. Aprendieron a convivir juntos y se conocieron más, logrando así llevar una relación estable con peleas tontas y serias. Sobrevivieron hasta que Hinata, en el cumpleaños número veintiuno de Tobio, le regaló unas llaves. El pelinegro fue demasiado lento para entender y tuvo que explicarle que su regalo era un apartamento.

Cuando empezaron a vivir juntos, al principio se sintió incómodo. No sabían cómo actuar y las peleas, por alguna razón, se intensificaron. Les molestaba todo el uno del otro pero terminaron entendiendo que estaban así porque nunca habían convivido bajo el mismo techo. Por suerte con comunicación y tranquilidad, lograron sobrellevarlo hasta que se volvió una costumbre y todo mejoró. El sentimiento favorito de Hinata —ese es su apellido— era levantarse en los brazos de su novio y el de Tobio era desayunar con él. Cosas cotidianas.

5 Relatos Navideños | Haikyuu!! 2022 🎄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora