15. "El Sol tiene a su Luna"

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Desde el comentario de Naruto, Sasuke ya no supo que decir. Aunque por un momento se sintió envalentonado, al caer en cuenta de que la intimidad con el malthelor ya era un hecho cercano, su decisión y bromas quedaron al margen.

El Mallen no durmió esa noche tampoco, y él, que disimulaba estar descansando sobre las pieles en el hierba, tampoco lo hizo. Comprendía su preocupación y el hecho de que tenía que estar atento, ¿pero no se estaba sobre esforzando?

Cuando el amanecer llegó, lo encontró irremediablemente dormido en posición de sentado, al fin vencido por tener casi tres noches sin dormir. Ithil se puso de pie y se agachó frente a él, apoyando su barbilla en las rodillas, y adornando su rostro con una sonrisa.

—Quieres estar conmigo, y sin embargo te apartas. Cualquiera en tu lugar no hubiese desaprochado la oportunidad— murmuró, algo decepcionado. Simplemente era un manojo de sentimientos contradictorios.

Entonces miró su cabello; ningún elfo podía poseer un pelo tan largo y cuidado, quien lo viera notaría sin dudas algo raro. Naruto estaba dando todo de sí por cuidarlo, y él no había hecho más que seguirlo. Así que se alejó y de sus aljabas sacó un puñal de plata, tomó su coleta y presentó el arma, suspiró y cortó de un solo movimiento con la afiliada hoja.

Las hebras de cabello negro cayeron al suelo y Sasuke tocó su nuca descubierta.

—¿Qué haces...?— preguntó Naruto, despertándose exaltado y apresurándose hacia él.

—No quiero que nadie me reconozca— explicó.

—Pero no era necesario cortarlo— señaló con tristeza, tomando los mechones del suelo y haciendo sentir a Sasuke avergonzado.

—¿No te gusto así?— murmuró la pregunta, Naruto rió y acarició las puntas de su cabello, luego su rostro, provocando que Sasuke cerrara los ojos.

—¿Solo tonterías y bromas salen de esa boquita?— preguntó divertido, logrando que frunciera el ceño y se alejara —Oye...

—Se nos hace tarde— señaló, comenzando a recoger sus cosas.

^°^°^°^

El gran bosque había quedado atrás y ahora una amplia llanura salpicada de árboles y algunas rocas grandes, se extendía delante de ellos, permitiéndole al caballo ir más de prisa. Sasuke había hecho silencio desde la mañana, pero no negó las caricias de Naruto en el dorso de su mano, cuando éste la agarró.

—¿Cuánto falta para llegar a tu hogar?— preguntó cuando ya el Sol empezaba a ponerse.

—Tenemos que dar un gran rodeo, así que... una semana— dijo pensativo —Puede que más.

—¿Tanto?— inquirió sorprendido.

—Sí, pero ya estamos lejos de Síla, así que podemos tomarnos tiempo para descansar cuando queramos— explicó y Sasuke asintió, para después apoyar la cabeza en su pecho.

—Háblame de tu hogar— pidió —Me dijiste que vivías con con tu madre...

—Eh...— Naruto apretó la brida. No sabía como tomaría Kushina el hecho de que regrese después de fugarse, y trayendo consigo a Sasuke. También debía tener una larga conversación con ella —Mi hogar es pequeño, definitivamente no como el palacio— rió —En primavera siembro el trigo que recogemos en otoño, y naneth también tiene un huerto de verduras. Cazo en el bosque, y hay un gran río que pasa cerca, así que la comida nunca nos ha faltado. Aunque no se vean, a veces, en los días en los que hay mucha brisa, se escuchan las olas en el risco, y los atardeceres son los más hermosos.

—¿Más que en Síla?— preguntó Sasuke, incrédulo.

—Los verás con tus ojos— señaló con orgullo —Hay dos gnuo en el establo, y muchas gallinas...

—Sonaré repetitivo, pero nunca he visto uno— reconoció avergonzado y luego cruzó la pierna para sentarse de lado, y ésta vez apoyar la mejilla en su pecho —Es como si tu presencia me hubiera abierto las puertas al mundo... Se siente algo aterrador,— admitió —pero sé que mientras estés a mi lado, nada ocurrirá.

Naruto se inclinó para dejar un beso en sus labios.

—Sasuke... hay algo importante de lo que debemos hablar— confesó, y detuvo el caballo.

—¿De qué se trata?— preguntó ansioso, y viendo como Naruto ataba el corcel, luego tomó las pieles y las colocó encima de una grande y plana roca. Allí se sentaron, y el joven Mallen parecía indeciso a comenzar, incluso cuando ya el Sol se había escondido —Naruto...— instó.

—Mi madre me llevó a Síla en el año que Eklipso eligió la descendencia— comenzó —Yo era muy pequeño y no recuerdo nada, pero según el jefe de la caravana, que era discípulo de mi padre, ella regresó de inmediato y me escondió en aquel lugar por dieciocho años— buscó los ojos de Sasuke, quien apenas parpadeaba mientras lo escuchaba —No sé como decir esto sin sonar como un idiota presuntuoso— rió incómodo —Pero, tal vez mi madre pueda al fin aclarar mis sospechas.

—No hace falta...— jadeó Sasuke, con lágrimas en los ojos —Yo sé quien eres, solo puedes ser mi Sol— tomó una mano de Naruto entre las suyas —Menma no es, nunca lo amé, cuando se supone que desde niños, Ithil y Sunon compartían un amor sin igual... Pero cuando te ví... cuando te besé... Estando ahora aquí contigo, en medio de la nada, soy más feliz que nunca, y eso es porque encontré al fin lo que buscaba.

—El Sol tiene a su Luna— dijo Naruto en voz rota y muy baja, y Sasuke asintió y se lanzó a sus brazos.

—Mío...— murmuró sobre sus labios.

—Tuyo— respondió Naruto y rodeó su cuerpo con los brazos, tras unir sus bocas.

Los besos tiernos y emocionados, pronto los hicieron caer en el desespero, y cuando Naruto comenzó a desatar el cinturón de la túnica de Ithil, éste enrojeció, previendo lo que sucedería.

—¿Dónde se fué la valentía que tenías, aquella noche en mi habitación?— preguntó, escuchando con satisfacción un gemido cuando por fin sus manos calidas y toscas tocaron la piel suave del doncel.

Sasuke mordió su labio y volteó el rostro, pero después se quitó la túnica con un movimiento, exponiendo su torso y haciendo que al Mallen se le desbocara la mirada. Con el dedo índice, Naruto trazó un camino desde su cuello hasta el ombligo, y luego se inclinó sobre él, para atrapar uno de sus rosados pezones en la boca y observándolo, sin querer perderse ni un instante las hermosas expresiones que ponía.

Su aroma era simplemente una exquisitez que encendía su cuerpo en respuesta, y él estaba ahí, disfrutando de sus atenciones y completamente entregado, bajo el manto de estrellas en la llanura. Con besos se deslizó hasta su abdomen plano y comenzó a desatar los cordeles de sus calzas, entreviendo su blanca y sedosa ingle.

—Voy a tomarte ahora, Sasuke— bramó ronco y ansioso, incorporándose en sus rodillas y exponiendo su gran musculatura. El doncel solo respondió con un asentamiento y un gemido cuando Naruto acarició su erección, después de liberarla.

RENACEROù les histoires vivent. Découvrez maintenant