16. "Lluvia de estrellas"

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Bajo el inmenso cielo oscuro plagado de estrellas, y en la soledad del paraje, se escuchaban jadeos de placer.

Sasuke sostenía la erección de Naruto con ambas manos, haciendo que el marcado abdomen del malthelor se contrajera con cada espasmo. Desnudos sobre la piel en la roca, desfrutaban sin prisas de sus cuerpos, y ni siquiera la fresca brisa nocturna enfriaba el calor que los consumía.

Con la palma de una mano Sasuke apretaba la punta, mientras la otra se deslizaba arriba y abajo, por toda la gran longitud. Al menos sus clases habían servido para algo, y ver a Naruto desbordado de placer, era más que un pago para las horas tediosas de lecciones.

—Espera, tithen...— bramó, inclinándo la cabeza hacia atrás —Solo... ¡Nghh...!

—Estoy muy húmedo— confesó, sintiéndose resbaloso entre sus nalgas y también sus piernas, sobre las que estaba sentado.

—No me digas eso...— rogó Naruto, apretando las pieles entre los puños cuando se sintió cerca del borde.

Retiró las manos de Sasuke y lo sorprendió moviéndose rápidamente y dejándolo acostado de espaldas. Tomó ambas erecciones y las acarició con su mano, recibiendo verdadero placer al ver las expresiones lascivas del dios de la Luna. Cuando atisbó la punta de su lengua en su boca abierta, no resistió el inclinarse y besarlo, sumergiendo la de él y buscando más contacto. Al sentir a Sasuke contraerse y gemir en su boca cuando se corrió, ya no pudo aguantar y pintó el abdomen del doncel de oro líquido.

Se incorporó jadeando sobre sus talones, mirando el semen dorado correr por su piel y tragó duro cuando Sasuke mojó sus dedos y pintó sus labios, para luego sonreír con picardía. Ese acto tan erótico fué el detonante para que con bríos nuevos, sujetara sus muslos y después de abrirle las piernas, introducirse en él con lentitud.

Sasuke encorvó su columna, viéndose realmente delicioso con su figura estilizada y la piel tan blanca, que parecía fulgurar en la oscuridad. Agarrando sus caderas, Naruto comenzó a montarlo de manera rítmica y fluida, con lentos movimiento de su pelvis que hicieron al doncel caer en la demencia. Luego tiró de sus brazos demadejados y lo sentó en su regazo, sujetándo su trasero para guiarlo a moverse, sintiendo su cálida y agitada respiración sobre la piel.

—Más...— balbuceó lujurioso Ithil, y Naruto lo forzó a bajar, llegando todo lo profundo que pudo, y arrancándole un quejido.

Sosteniendo su peso y con la imparable necesidad de ir más aprisa, Naruto lo colocó a gatas y rodeó su cintura con un brazo antes de volverlo a penetrar. Sasuke había apoyado la mejilla en las pieles mientras gemía sin vergüenza, y el Mallen se inclinó más y apoyó su peso en el otro brazo, sometiendo a su pequeño doncel a otro inminente orgasmo, con estocadas más rápidas y potentes.

—Duele...— gimoteó Sasuke, percibiendo como se agrandaba en su interior.

Naruto siseó entre dientes al darse cuenta de lo que ocurría, pero era demasiado tarde para detenerlo. No vió las señales de su anudamiento a tiempo, pues era la primera vez que lo experimentaba.

—¡Aghh...!— gruñó cuando la entrada de Sasuke se hizo demasiado apretada.

—Naruto....— lloró éste.

—Lo siento, no lo pude evitar— bramó con voz ronca tras llenar su interior —No te muevas, quedé anudado— confesó y después de recuperar un poco el aliento, sostuvo su peso una vez más y lo llevó consigo cuando se sentó, intentando no tirar de su enlace.

—Es doloroso— se quejó Sasuke, dejando que el malthelor limpiara sus lágrimas con delicadeza, y lo guió para que apoyara la espalda en su pecho, después de inclinarse un poco hacia atrás —¿Demorará mucho...?

—No lo sé, es la primera vez que me pasa— suspiró, acariciando su brazo con la yema de los dedos.

—¿Primera vez...? ¿Nunca has estado con alguien?— preguntó sorprendido.

—No, solo tú— contestó, dejando un beso en su cabello y soltando una risita cuando notó que sonreía.

—¿Por qué...?— preguntó a los pocos minutos, observando el cielo.

—Vivía apartado de Faen, el único poblado de las llanuras; pero más que por eso, nunca sentí la necesidad de buscar a nadie para mí— movió las caricias de sus dedos al pecho de Sasuke —Hasta que te ví, tan hermoso, cubierto de seda y plata; pero las más preciosas de las joyas que llevabas, eran esos ojos de noche en los que me perdí al instante— Sasuke agarró su mano y la besó.

—Mi Sol...— murmuró compungido, y Naruto se inclinó a un lado para poder atrapar sus labios, percibiendo su propio sabor en el proceso.

Después de tirar un poco de su labio inferior, obteniendo una risita avergonzada en respuesta, sintió como el enlace terminó y muy lentamente salió de él, acostándolo en las pieles y apoyándose a su lado sobre uno de sus codos, para mirarlo con libertad.

—¿Tienes frío?— preguntó al verlo frotar sus manos, pero Sasuke solo se acurrucó más cerca en respuesta. Naruto alargó un brazo y tomó otra frazada de algodón de entre las aljabas y se cubrió junto con él, dejándolo admirar en silencio la basta inmensidad oscura.

—¿Sabes quién es Iluvatar?— preguntó somnoliento el doncel y Naruto negó —Su nombre está en los escritos más antiguos, prohibidos hasta para mí, incluso. Al ser demasiado viejos, son muy delicados. Dicen que es el dios más antiguo, el que creó Ennor y a los elfos, y el que colocó el lazo entre Sunon e Ithil, para que pudiese encontrarse cada quinientos años.

—Entonces debo darle las gracias a ese dios creador.

—Debemos,— admitió —pero muchas veces deseé ser alguien normal. Mi vida en palacio era más como una maldición, alejado de mi madre al nacer, sin poder entablar una buena relación con mi padre— murmuró triste al recordar que había dejado en Síla las joyas que le forjó —Todos pendientes a cada uno de mis movimientos. Deseaba soledad y me sentía solo a la vez... Es difícil de explicar— suspiró —Me paraba en la ventana, intentando ver más allá que torres y murallas.

—Y yo un árbol que no podía divisar. Creo que inconscientemente siempre te busqué, así que ahora estoy feliz por ese lazo— sujetó su barbilla con delicadeza.

—Yo también, Naruto— murmuró en voz baja y luego algo llamó su atención al cielo.

Observaron con admiración como una lluvia de estrellas fugases atravesaba el firmamento. Cuando el hermoso espectáculo terminó, ambos estaban dormidos y abrazados, complacidos de pertencerse.

RENACERWhere stories live. Discover now