Capitulo 31 ¿Qué haces aquí?

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Los quejidos se hacían más fuertes a medida que Hermione avanzaba; caminó un poco más hasta detrás de unos matorrales y le pareció ver algo que se movía.

Alarmada y sintiéndose una inútil por no tener una varita a su alcance, retrocedió sus pasos y le gritó a Neville por ayuda. Él salió corriendo con varita en mano y llegó hasta donde estaba ella.

-¡Hay alguien allí! -le señaló.

-¡Lumos! -pronunció Neville y dirigió la luz hacia el bulto que se movía en la oscuridad.

Neville se agachó y movió a la persona, dándose cuenta que era una mujer visiblemente golpeada, con el labio roto y sangre manchando su cara, pero aún así pudieron distinguir de quién se trataba.

-¿Lavender? -dijo el muchacho sin entender qué hacía ella allí.

-¿Está golpeada? -inquirió Hermione detrás de él, notablemente afectada por verse reflejada en ella.

-Llevémosla a casa. -Se agachó a su altura, guardando su varita y le habló con tono amistoso-. No tengas miedo. Soy yo, Neville y aquí está Hermione también.

La mujer apenas si podía abrir los ojos y solo se quejaba. Neville la tomó en brazos y los tres se condujeron hacia la casa, la recostaron sobre un sofá de la sala y empezaron a curar las heridas. Al terminar con su labor, el muchacho dirigió su vista a Hermione, quién tenía los ojos llorosos.

-Hermione, dime la verdad. ¿Estás bien? -preguntó preocupado posando una mano en su hombro.

Hermione movió la cabeza hacia ambos lados resistiendo las ganas de llorar.

-Yo... Cuando la vi así no pude evitar recordar y... -Tragó saliva intentando no quebrarse-. Discúlpame, iré por unas pociones -se excusó y fue hacia la cocina, abrió un gabinete y sacó varios frascos.

¿Por qué? ¿Por qué tiene que existir gente tan mala capaz de golpear a un inocente? Ver a Lavender golpeada le hizo recordar su vida con Ron; los golpes, las heridas, los insultos y todos sus intentos de escape volvieron a su mente en un torbellino de emociones. Se tomó unos minutos para calmarse antes de regresar con Neville y Lavender.

Regresó y se arrodilló a la altura de la joven, la instó a tomar las pociones revitalizantes y una infusión de hierbas que le ayudaría a sanar sus heridas.

-¿Quién te hizo esto? -cuestionó Neville.

Lavender, entre sollozos, le respondió:

-Fue mi esposo... él lo hizo.

Hermione se quedó de una pieza al escuchar su declaración; cada vez encontraba más similitudes con la muchacha.

-Daré parte al ministerio -dijo Neville.

-¡No, por favor! ¡Al ministerio no! -pidió Lavender, aterrada.

Hermione entendía muy bien el miedo que sentía Lavender, pues ella misma lo había vivido por muchos años, así que trató de hacer lo que le hubiera gustado que hicieran por ella.

-Está bien, tranquila, no daremos parte al ministerio aún, pero es necesario que vayamos a San Mungo para que te chequeen y después de eso te ayudaremos a poner la denuncia, ¿te parece?

Ella se negó rotundamente y Hermione comprendió que sería inútil insistir.

Lavender soltó un quejido y comenzó a llorar copiosamente haciéndose un ovillo. Hermione consternada se sentó a su lado, acariciando su cabello, hablándole suave y haciéndole sentir segura.

-¿Cómo llegaste hasta aquí? -preguntó Hermione, curiosa.

-Supe que... el señor Lovegood te ayudó y vine a buscarlo -explicó Lavender entre sollozos. Luego, levantó la cabeza y llevó su mano izquierda al rostro de Hermione-. Ya no tienes heridas.

Fugitiva : Evitando el Amor Where stories live. Discover now