Capítulo 33 [FINAL]

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POV. Camille

Me despierta un ligero balanzeo en mi hombro izquierdo. Para cuando consigo abrir los ojos tras un sonoro gruñido, el sol incide de lleno en mi cara, arrancándome varias protestas y maldiciones por lo bajo. Entonces escucho la voz del oficial Tom y mi vida se va a la mierda de nuevo. No había sido un puto sueño. César en verdad estaba muerto y yo me había quedado dormida en la celda de la comisaría.
- Hey, señorita Vázquez, despierte.- me dijo él mientras me seguía zarandeando con delicadeza por el hombro.- Ya es de día y necesitamos hacerle el interrogatorio para que pueda irse cuanto antes.
Abrí mis dos ojos con cuidado de no quedarme ciega con la luz y me senté encima de la durísima tabla de madera a la que llamaban cama. Me dolían la espalda, los hombros y los cuartos traseros y así se lo hice saber al pobre poli con mis quejidos y mueca falsas de dolor exageradas. Él me miró con una ceja alzada y yo suspiré antes de encogerme de hombros con cuidado de no hacerme más daño aún.
- Había que intentarlo.
Me hice una coleta alta con el nido de pájaros lila que tenía por pelo y traté de alisarme un poco el vestido que tenía puesto. Como me dolían los pies lo suficiente como para no aguantar los tacones, los cogí con la mano y caminé totalmente descalza por el fresquito suelo grisáceo. Seguí al poli Tom por un par de pequeños y estrechos pasillos hasta llegar a una sala de interrogatorios como la de las peliculas. Me senté en la silla de los acusados y esperé pacientemente a que alguien tomase asiento en frente de mi, pero pasaban los minutos y nadie llegaba. Extrañada, miré a mi alrededor y descubrí la pared espejo al otro lado de la habitación. La observé con la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha antes de señalarme la muñeca con el dedo, avisándole así a Tom de que estaban tardando mucho.
- Hey, oficial Tom, no va a venir nadie?- le pregunté empezando a perder la poca paciencia que poseía. Escuché un chasquido, seguido de un chirrido antes de que la puerta de entrada se abriese y mostrase al jefe Jerry. Fruncí el ceño y miré detrás de él a ver si Tom entraba más tarde pero el jefe poli entró solo. Enfurruñada, me crucé de brazos y aguardé pacientemente a que el arrogante y lento Jerry se sentase delante de mí y colocase todos sus papeles. Finalmente, se decidió a hablar con su cómica voz de pito.
- Bueno, Camille, cuéntame lo que pasó.- me ordenó más que pedírmelo. Enarqué una ceja con incredulidad y él suspiró.
- No empecemos, por favor.- me pidió con la típica voz que le pondrías a la persona más pesada existente en la faz de la tierra. Si, otra cualidad mía era que exasperaba a la gente con mucha rapidez.
- Vamos a ver, llega usted aquí veinte minutos mínimo tarde, me tutea sin mi permiso, me da órdenes y luego me exige algo que teóricamente tengo el derecho de no contar. Estamos de coña o qué?- le pregunté de mal humor. En efecto, mi poca paciecia (por no decir inexistente) se había acabado. El jefe Jerry me miró con sorpresa mezclada con su orgullo herido. De pronto se puso colorado y empezó a tartamudear cosas incomprensibles. Escuché las carcajadas de Tom al otro lado del cristal.
- B-bueno, l-lo lo siento. Sería usted tan amable de contarme lo que sabe sobre el presunto asesinato de César y Richard O'Dowel?
- Pero, por favor jefe Jerry tutéeme, si me trata de usted me hace parecer mayor!- exclamé haciéndome la dama ofendida. Las carcajadas del oficial que estaba al otro lado del cristal-espejo aumentaron y el jefe Jerry se puso rojo de la ira.
- Bueno ya esta bien!! No vas a salir de esta sala hasta que me digas que coño viste!!
- Oh! Pues ahora no me sale a mi de los ovarios contárselo.
Me crucé de brazos y miré a la pared. Entonces decidí divertirme un rato.
- Solo se lo contaré al oficial Tom.
- Tiene que contármelo a mi porque soy el jefe de policía.
- Pues asciéndalo.- dije con un encogimiento de hombros. Escuché su gruñido gutural y más tarde su suspiro de frustración y derrota.
- Está bien, puede contárselo a él pero yo estaré ahí mismito.- dijo con voz cansada señalando el cristal-espejo. Asentí debilmente, consciente de que tendría que revivir toda aquella pesadilla, y el jefe Jerry salió por la puerta, cediéndole el paso a Tom. Me miró divertido hasta que se dio cuenta por mi expresión perdida de que se habían acabado las bromas. Se aclaró la garganta antes de sentarse frente a mi.
- Puedes empezar?- me preguntó con el habitual tono de oficial pero con una suavidad sorprendente. Asentí con la cabeza y le relaté todo lo que había pasado, sin callarme nada. Ni siquiera como me sentí al ver la bala impactar contra el pecho de mi chico. No me di cuenta de que estaba llorando hasta el final, cuando volví a enfocar la vista y sentí el regusto salado en mis labios. Miré al oficial y abrí los ojos como platos al descubrirlo llorando silenciosamente. Negó con la cabeza y se secó las lágrimas con el dorso de la mano.
- Bueno, no creo que hayas matado a nadie esta vez, pero sigues siendo un testigo, más bien el único, de este asesinato y suicidio asi que estate pendiente por si necesitamos que testifiques.
Asentí y miré hacia el cristal-espejo que me separaba del jefe Jerry.
- Contento?- le pregunté con más brusquedad de la que pretendía.- Me puedo ir ya?- le pregunté a Tom. Éste pareció momentáneamente desconcertado pero finalmente asintió con lentitud.
- Si quieres te llevo hasta donde....
- No te preocupes. Oliver me dejó mi moto en el aparcaniento de aquí al lado, de momento se dónde vivo y se conducir.- exclamé con sequedad. Me dirigí a la puerta y justo cuando iba a girar el pomo el oficial Tom habló.
- Lo siento.
- Yo también, pero sólo queda seguir adelante y cuando no podamos más de la mierda que tengamos en los hombros, debemos seguir. Por todas esas personas que nos qiieren y ya no están aquí y por esas que aún viven y nos apoyan.
Me sequé con brusquedad las lágrimas que ya habían empezado a brotar de nuevo y salí al exterior de la comisaría con un suspiro. Me monté en mi bb y conduje por toda la ciudad, cada vez más rápido hasta que llegué al piso. Ignoré al chico con el pelo verde en cresta (nuestro vecino) y subí en el ascensor hasta el cuarto piso. Me adentré en el recibidor y Oliver estaba sentado con Kathia y los chicos sentados todos en los sillones de la sala. Carter parecía el más afectado de todos nosotros. Nunca se le había dado bien esconder sus sentimientos.
- Que es esto, una reunión de compis de piso y acoplados?- les pregunté sarcásticamente.
- Han llegado las cartas de admisión de Oxford.- dijo Oliver mordiéndose las uñas. Fruncí el ceño.
- Pero yo aún no la he enviado.- dije extrañada aunque al ver la cara de culpabilidad de mi mejor amigo rodé los ojos y supe que él se me había adelantado.
- Nunca cambiarás. Abre tú la mía, Anthony.
El aludido me miró con extrañeza pero me hizo caso y rompió el gran sobre.
- Señorita Camille, nos complace informarle que ha sido usted aceptada en la Universidad de Medicina de Oxford...
Inmediatamente un suspiro de alivio se escapó de mis labios y Kathia y Oliver se lanzaron a abrir sus sobres. Por sus caras de felicidad supe que los tres iríamos a Oxford el año que viene.
- Camille, estás segura de querer ir?- me preguntó Oliver dudoso. Le ofrecí mi primera sonrisa sincera desde el día anterior.
- La universidad son problemas asi que... Problemas, por qué no?

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Hola!!! Dios no me creo que haya acabado esta novela también!! Bueno, bueno, no lloreis que va a haber segunda parte. Ya tengo un título y publucaré el prólogo y la descripción esta tarde. Se titulará Problemas, siempre me acompañan y espero que me acompañeis en su escritura también. Muchos Besos Cibernéticos Con Sabor A Nutella Para Todoooos!!

Problemas, ¿por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora