Cuatro.

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Luego del incidente que llenó de rumores los pasillos, Pete se mantenía ajeno al grupo de Tankhun, ahora siendo acompañado públicamente por Tawan, quien lo trataba como un verdadero amigo y no como un sirviente.

Por lo general desaparecía entre los recesos y acababa besándose con Vegas en cualquier salón abandonado, se había vuelto una rutina.

En varias ocasiones pasaba varios minutos en los baños intentando ocultar las pequeñas marcas producto de esos encuentros que poco a poco avanzaban sin cruzar el límite de la ropa, Pete lo había frenado.

Podía soportar que su primer beso fuera en un sitio como ese, pero su primera vez no.

El cambio en ambos era notorio, pero cualquiera que quisiera conservar su integridad prefería omitir cualquier comentario hacía Vegas.

Pete por su parte ignoraba cualquier murmullo. Siempre lo considerarían insuficiente y por lo tanto, no debían prestarle atención.

Cuando su clase favorita fue cancelada por un incidente con la profesora, era el único que permanecía en el estudio de arte.

A diferencia de muchos, Pete disfrutaba cada trazo sobre el lienzo, y su inspiración más grande era precisamente la forma en que Vegas lo hacía sentir.

Absorto en su mundo se dedicaba a plasmar su amor en una pintura mientras las notas suaves de la música bloqueaban el sonido externo, por lo que, cuando la puerta fue cerrada desde dentro no pudo escucharlo.

Daba pequeños trazos mientras se movía suavemente al compás de la música, tarareando pequeñas palabras poco entendibles, hasta que un par de manos se colaron por debajo de su suéter, tomándolo por sorpresa y provocando que diera grito que fue callado por la calidez de un beso.

Con un gesto enfadado golpeó el hombro del hombre y se rindió ante el beso para satisfacción del mayor.

── No puedes asustarme así, un día vas a matarme. ──se quejó intentando parecer realmente molesto, pero todo había desaparecido ante el contacto de sus labios.

── Te veías tan concentrado que no quise interrumpir, ¿qué haces aquí solo, amor? ──permaneció sosteniendo su cintura por debajo de la tela, desde que había conocido ese sitio se volvió su favorito y rara vez apartaba las manos de ahí.

── Era un regalo, Vee ──soltó un suspiro cuando el cálido aliento de Vegas chocó contra la piel de su cuello, era una de sus zonas débiles, lo descubrieron juntos semanas atrás── te hacía un regalo, pero ahora ya no vale la pena, lo has visto.

── Yo no vi nada, es más, no puedo ver absolutamente nada, solo a ti. ──cerró los ojos mientras recargaba el mentón sobre el hombro de Saengtham.

En el último tiempo eso era todo lo que eran, una constante de besos y toqueteos, por lo que les costaba demasiado separarse.

── Entonces guarda silencio mientras termino, anda, siéntate allá y dejame continuar. ──intentó apartarse de sus brazos, pero fue apresado con mayor fuerza── Vegas, sabes que no me puedo concentrar cuando haces eso, vamos, tan solo... Me caes tan mal. ──murmuró mientras su cuerpo se estremecía ante cada beso que le daba y finalmente se atrevió a girarse para poder besarlo como era debido.

No le importaba estar encima suyo mientras se besaban. Tampoco le preocupaba estar expuesto cada que apartaba su suéter para dejar ahí una marca.

Se sentía feliz, seguro y amado.

Ambos parecían absortos en una pequeña burbuja de complicidad sin ser conscientes de que alguien los miraba a través de la rendija en la puerta.

Los pasillos debían estar vacíos, con nadie merodeando alrededor, pero ahí estaba él.

𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐥𝐨𝐯𝐞, 𝐕 ︙𝐕𝐞𝐠𝐚𝐬𝐏𝐞𝐭𝐞Where stories live. Discover now