Capítulo 3.

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Estaba tranquilamente en la vereda de afuera de la mansión mientras intentaba sacar de mi cabeza a la rubia que me dejo en ruinas

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Estaba tranquilamente en la vereda de afuera de la mansión mientras intentaba sacar de mi cabeza a la rubia que me dejo en ruinas. Si, se que me hago el superado y que todos piensan que ya no me importa, pero es complicado ver a quien más amaste estar con otra persona y que la ame como jamás te amo. Me sentía un boludo, pero yo di todo de mi, incluso lo que no tenia y a veces me dolía pensar como existen personas a las cuales no les importa eso.

Es complicado intentar mejorar para hacerle bien a alguien y que simplemente no lo valoren. Por eso creo fielmente que estoy mejor así, solo, con mis amigos, mi porro y mis letras por que al fin y el cabo la música es la única que me va a acompañar hasta que me muera.

Saque de mi camperon un perfecto faso armado por Alejo y lo prendí después de ponérmelo en la boca.

Necesitaba esto y requería algo de aire puro, ya que adentro los pibes están boludeando con algunos amigos más y no tengo ganas de soportar el quilombo de tanta gante hablando, por que por más que yo sea un experto de estar en medio del caos, no me sentía cómodo alrededor de tanta gente.

Pero como si el mundo quisiera llevarme la contra escucho unos pasos atrás mío y oigo como esa persona se acomoda a mi lado en el cordón de la calle, y puedo decir que espere a cualquiera de los pibes, pero no era ninguno de ellos.

—Sos una plaga—dije burlesco mientras soltaba el humo de la segunda calada y escuche una risa.

—Yo se en el fondo que amas mi compañía—respondió Alma con mi mismo tono.

Mire mis zapatillas mientras sonreía divertido y disfrutaba del frío que había ya que era pleno julio y en la noche refrescaba de más. Pero deje de prestarle atención a mis zapatillas completamente sucias, para prestarle atención a la pelinegra que abrió su mochila celeste que llevaba y sacaba de ella un chupetín.

—¿Te gustan?—pregunto poniéndolo en medio de mi cara y yo asentí varias veces—yo los adoro.

Amaba los chupetines esos y más los azules, que era justo el que Alma tenía en las manos. Ella se quedó pensando como si se decidiera en dármelo o no, pero de repente se le ocurrió una idea y la verdad ya me daba miedo.

Las ideas de Alma nunca eran buenas.

—Te cambio el chupetín por esa cosa que tenes en la mano.

Yo sin darme cuenta ya me estaba cagando de risa en su cara, mientras ella con toda la inocencia del mundo me miraba confundida. Intente calmarme pero entre risas le conteste.

—Linda, me parece que un porro vale más que un chupetín.

Ella se quedó pensando y yo no podía creer que me estaba negociando para darme la golosina, pero Alma jamás me dejaba de sorprender.

—¿Entonces cuantos chupetines necesito para cambiarlos por eso?

Yo negué sin saber si era muy boluda o muy tierna por no animarse a decir la palabra "porro", como si fuera un sacrilegio o un pecado. Jamás me dejaría de sorprender como sigue acá con nosotros de amigos cuando somos un desastre tan grande y uno sin arreglo, o bueno, hablo por mi, no entiendo como me sigue hablándome si ella es un ángel y yo pibe tatuado con el corazón roto que se la pasa fumando.

Sin embargo, le seguí el juego también como un pequeño agradecimiento por ayudarme con la canción el otro día.

—Emmm, yo creo que vas a necesitar al menos una bolsa de esos—me hice el pensativo mientras reía pero ella se mantuvo completamente sería.

Y cuando pensé que había dicho algo malo, ya que la droga en mi sistema activaba mi sinceridad, la cual es bastante peligrosa y a veces desmedida, tanto que las verdades que quiero decir terminan siendo mentiras.

Pero ella sin más rebusca en su mochila mientras intento buscar algo malo en lo que dije, pero de repente mis pensamientos se frenan cuando observo que saca de ella una puta bolsa de esos chupetines, dejándome sorprendido y sin entenderlo, ya que la extiende como para que la agarre.

—¿Por que carajos tenes una bolsa de chupetines en tu mochila?—pregunte como si fuera una rara y quizás lo era un poco.

—Ya te dije que los adoro—contesto como si fuera obvio—¿Entonces me lo cambias?.

Pregunto feliz y emocionada, y yo realmente no entendía el por que, así que sin pensarlo pregunte algo que sabia la respuesta, pero de igual manera sentí la necesidad.

—¿Esto te gusta más que eso?—apunte a la bolsa.

Y me sentí un pelotudo al decirle "esto" al faso, pero no pensé mucho la pregunta solo salió sola, ya que me parecía re flashera esta conversación o quizás era que eran las tres de la mañana y yo estaba bastante fumado en la vereda con una loca de los chupetines.

—No, lo odio de hecho.

Contesto con sinceridad y solo me quede confundido.

—¿Entonces por que me cambiarías algo que amas por algo que odias?

Ella me sonrió como si fuera muy obvio y no sabia si sentirme un boludo o llamar al loquero para que se lleven a Alma.

—Eso no importa—me dejo con la pregunta—¿me lo cambias?

Pregunto con una mirada llena de emoción y yo solo mire a mi porro, el cual estaba casi completo y aunque me negaría completamente, solo pude apagarlo con cuidado para que no se quemara y se lo di a Alma, a lo que me miro con ilusión y me dio la bolsa de los chupetines.

Realmente no lo quería cambiar, pero era la única forma que tenía de agradecerle por la canción, a parte de verdad quería un chupetín, no se si una bolsa entera, pero igual me sirve.

Sumándole que se veía demasiado feliz cuando acepte la propuesta.

Igual no te acostumbres Alma, las adicciones ya son parte de mi y aunque me des miles de golosinas no las dejare, por que vas a tener que entender que pibes que yo no tienen arreglo y tampoco se si quiero tenerlo.
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Holis, todo bien? Que les esta pareciendo? Yo amo lo raro que son estos dos <3

𝑵𝒐 𝒎𝒆 𝒍𝒍𝒐𝒓𝒆𝒔 |𝑫𝒖𝒌𝒊| (𝑻𝒆𝒓𝒎𝒊𝒏𝒂𝒅𝒂)Where stories live. Discover now