Capítulo 4

8 2 0
                                    

I spend the whole day in my head,

Do a little spring cleaning,

I'm always too busy dreaming —Mac Miller.


Siempre tuve la sensación de que el tiempo pasaba con  mayor rapidez cuando me encerraba dentro de mi cabeza. La noche no existió para mí, en vez el recuerdo de haber arruinado el evento más importante de la posada sí. 

Lo sentía respirándome en la nuca. Sentía la sensación de vergüenza recorriéndome el cuerpo como si mi piel no fuera mi piel y a veces era capaz de sentir la previa tensión de mis músculos antes de golpear el agua. 

Todo había pasado la noche anterior, pero mí cuerpo lo seguía reviviendo una y otra vez.

Recordé la mirada de decepción y la promesa vacía de Margarita de que todo estaría bien. Ambas me persiguieron hasta que el sol salió. Hasta que dejé mi habitación en la madrugada sin que nadie lo notara. 

Salí de la posada, siguiendo un estrecho sendero de tierra. No sabía lo que estaba haciendo, lo único que podía pensar era en la deuda, en la cantidad injusta de dinero que debían pagar y en cómo se había arruinado el último lugar al cual podía llamar hogar. 

El sol se escondía atrás de las copas de los sauces y el ruido de los insectos entre los pastizales se hacían más y más fuerte a medida que me alejaba de cualquier construcción. Cuando era más chica, por culpa y gracias a Asher descubrí el único lugar que era capaz de transmitirme paz y hacer que mi mente se detenga aunque sea por unos segundos. 

Teníamos quince años cuando el maldito, luego de que me diera una crisis nerviosa porque no podía terminar una canción, me quitó mi púa de la suerte y corrió por el sendero. Lo perdí de vista en tan sólo unos segundos, pero terminé encontrando oro al final, aunque no conseguí de vuelta la púa.

Entonces el pasado y el presente se unieron en mi cabeza. El sonido lejano del agua corriendo hizo que me alegre. Comencé a caminar con mayor rapidez, guiándome por el ruido. Atravesé unos pastizales altos, rogado en silencio que ningún tipo de insecto o víbora saliera de allí. 

Pero en el medio de una gran zancada me congelé. Sentí el ruido de una guitarra y el murmullo lejano de una voz. 

¿Qué carajos?

Sabía que no era un secreto que ese lugar existía, pero al estar tan lejos casi nadie lo frecuentaba. 

Ahora sí dí mi paso, pero en silencio. Teniendo cuidado con cada rama y hoja seca con las que me cruzaba como si fuesen unas bombas. 

A medida que me iba acercando al arroyo, la voz se volvía más nítida. Podía escuchar el agua entremezclada con los ruido de las cuerdas de la guitarra siendo rasgadas con tranquilidad. Era una melodía que conocía bien, tranquila y que de algún modo me llevaba de nuevo al pasado. 

If not for you de Bob Dylan llegó a mis oídos enviando de inmediato pulsaciones electricas através de mi cuerpo hasta la punta de mis manos. Como si fuera una melodía fantasma que me implorara a que la tocara una vez más.

Era mi canción favorita. 

Me agaché cuando llegué al borde de donde empezaba una bajada para llegar al arroyo. Entonces lo ví sentado sobre una de las rocas, con la guitarra que su madre le había regalado para su cumpleaños, Asher estaba tan impasible como siempre. 

Pero había algo distinto en él. En la manera en la que sus ojos sólo parecían notar las cuerdas de la guitarra y como su voz se desgarraba cuando cantaba cierta parte de la canción. Sus manos se flexionaban al rededor del mango y las movía con total agilidad cambiando de acordes como si fuera algo que hacía en su cotidianidad. Era como si entendiera hasta el significado de cada nota.

La melodía del veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora