Capítulo 4. Debilidad

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Caminaba hacia su departamento después de la estratégica escapada que hizo para librarse de aquella chica de cabello rosa, que lo había dejado completamente aturdido, avanzaba de prisa a su lado, dejándola ocasionalmente atrás, y aun así ella no paraba de hablar, ni siquiera necesitaba responder, ella tan solo seguía hablando mil cosas, a las cuales no prestaba atención.

Tenía la mente bastante ocupada, solo recordó su presencia cuando habían llegado a su destino, frente a la casa de la kunoichi, y al percatarse, tenía frente a él, a una joven sonrojada con los ojos esmeralda cerrados y unos labios que esperaban ser tocados.

Tras la demora del galán que momentos atrás la encaminaba a su hogar, abrió sus ojos lentamente, giró su cabeza con sorpresa en ambos extremos de la calle y descubrió que se encontraba completamente sola.

Esto me recuerda aquella vez, cuando formaron los equipos genin, Sasuke sigue siendo muy tímido.

No pudo evitar volver a colorearse, sonreír, y girarse para entrar a su hogar. Ella no se daría por vencida, él solo necesitaba un empujoncito de su parte y que su amigo la ayudara hablar bonito de ella a Sasuke.

¿Qué demonios le pasa a esa mujer? en qué momento hice o dije algo para que pensara que podría besarla, definitivamente guardaré mis distancias, para Sakura es imposible entender que solo le tengo una estima por haber formado equipo conmigo y por ser amiga de Naruto, por haber sido siempre su compañía y cuidar de él, cuando yo lo mantenía lejos.

Pero de ahí, a que yo... no, ni siquiera me pasa por la cabeza algo como eso, ya lo dije una vez, no me gusta nada de ella, quizás ella no me escuchó porque estaba inconsciente, sin embargo, Naruto sí.

No lo entiendo, por qué me habla de ella, si el mismo... no estoy entendiendo nada, ¡Maldita sea! Y la Hyuga, ¿Qué es imbécil? No ve que ella lo añora ¿qué demonios está haciendo?

Si, sigo dando vueltas al asunto me voy a volver loco, solo necesito descansar, mañana me voy y olvidaré toda esta mierda.

Era más fácil pensarlo, que realmente hacerlo, ya acostado cómodamente sobre la cama, con un pijama ligera de un camisa blanca y pantalón suelto gris, se dispuso a dormir abrazado la almohada, y quedando a merced de Morfeo, estaba muy cansado, por lo que su mente le dio un respiro para conciliar el sueño, no obstante, tan solo habían transcurrido escasos veinte minutos cuando sus ojos se abrieron con sobresalto.

¿Qué, por qué yo...

Un sueño extraño, se miraba así mismo tocando su entrepierna mientras simultáneamente observaba a su amigo, de la misma forma en la que noches anteriores lo había hecho, pero esta vez al llegar al punto máximo de placer el nombre que fue mencionado no fue el suyo.

¿Hinata?...

Todo ese tema estaba perturbando su mente, tanto que pudo sentir como su miembro se había puesto inquieto, giró su cuerpo para quedar de espalda a la cama, viendo el techo que apenas resplandecía con la luz de luna, no podía volver ahí, si Naruto decidía estar con alguien más, mejor para él ¿qué no? eso no era de su importancia, él solo tendría que lidiar con su problema masculino, distraer su mente y volver a dormir.

Sim embargo, su cuerpo hizo todo lo contrario, con su mano quito el edredón, se levantó, vistió y fue a ese lugar por tercera vez, la única forma de poder sacar todo eso de su cabeza era confirmando que Naruto dejaría de tocarse pensando en él, y fijaría su atención en otra persona, por su puesto, así podría volver su amistad como antes, eso es justo lo que necesitaba saber y nadamas.

Una vez más se encontraba allí con su intensa miraba fija en aquel cuerpo que rogaba por ser tocado y devorado precisamente por él, bastaba con haber pasado escasos minutos para que su espíritu se viera afectado por los sonidos de satisfacción, que despertaban en él mucha curiosidad, si así lo podía llamar.

Su respiración y corazón se aceleró cuando estuvo a punto de verse descubierto, se recargó en la pared y se limitó a escuchar, por fortuna la noche era calurosa y su ventana no había sido cerrada, podía escuchar claramente el murmullo de su voz y gemidos.

— ¡Ah!, ¡ah! ¡mierda, si, si, ah! — decía mientras, se tocaba a sí mismo — te deseo tanto... te apareces así frente a mí... no tienes idea de lo que provocas en mí — su voz se entrecortaba y apenas se escuchaba al gemir.

Recordaba haberlo visto sentado frente a su amiga, con su característica cara de mírame y no me toques y después haber chocado con él al salir del baño, sus miradas se habían cruzado y aunque intentó comportarse de forma natural, pudo sentir como esa mirada profunda lo invadía en todo su ser, su corazón latía frenético, no era la primera vez que se veían de esa forma, Naruto y su mejor amigo no suelen usar mucho las palabras para comunicarse, solo con verse de frente sus sentimientos se transmiten, precisamente por esa razón sintió algo diferente, es como si sus penetrantes ojos negros lo hubieran desnudado.

Claramente, eso jamás seria de tal modo y era muy consiente, pero eso no quería decir que no se sintiera alterado por aquel encuentro.

Después de dejar a Hinata, llegó a su departamento, tomó un vaso de agua, se cambió y fue a la cama, ni un momento pudo sacar esa imagen de su mente, aquellos ojos azabaches adentrándose en su interior, juraría que.... no, se reprendía, quizás sus propios deseos lo estaban traicionando, estaba viajando en su mente cuando se vio frente al espejo masajeando entre sus piernas.

Estaba duro, no podía detenerse, se sentía avergonzado de ser tan débil y usar la imagen de alguien que, para él, es la persona más importante y especial de su vida, para aliviar sus ansias, pero era imposible no hacerlo, y menos después de verlo, cada centímetro de su cuerpo gritaba por ser salvado de tan lascivo sentimiento.

Cada vez que se su mano se posaba sobre su ingle, rogaba por poder saciar ese ardor para siempre, llegar al punto más alto de su loca fantasía y no volver a manchar el nombre de él con tan sucios y pervertidos pensamientos, quería acabar con eso, no estaba bien, pero cuando pensaba en que por fin había quedado satisfecho, extasiado, se encontraba deseándolo cada vez más, temiendo que eso nunca terminaría, y que aquel a quien llama su casi hermano sería por siempre su delirio.

Sudando sin parar sobre la cama, despojado de su ropa y enredado entre las sabanas, masajeaba de arriba abajo su miembro con insistente clamor.

— ¡Solo una vez más, yo, ah! ¡ah! — gruñía de efervescencia— lo lamento, ah! ¡si, si! — susurraba extasiado.

Llevó dos dedos de su mano a la boca y los lamio, llevando su imaginación al máximo, sabía que deseaba llevar a su boca, los humedeció hasta dejarlos escurriendo, sin tener completa noción de lo que hacía los posicionó en su entrada, seguía masturbándose con ímpetu mientras que simultáneamente se profanaba por si solo con la misma vehemencia con la que jalaba su pene.

— ¡Ah! por favor Sasuke, así, si, ah! quiero todo de ti, solo una vez, alivia esta tortuosa angustia que siento, ah — rogaba entre jadeos y gemidos secos que se escuchaban de lo más sensuales y que lograban atraer al único testigo de su delirante lujuria — Sasuke...

Atravesó la puerta agitado, logró recargarse del buro del televisor de la sala, caminó lentamente a su habitación mientras desabotonaba su capa, su chaleco, su camisa y por ultimo su pantalón, agarró una gran almohada y se tiró sobre el colchón boca abajo, no sabía que estaba haciendo, pero su pene palpitaba dolosamente y tenía que apagar ese fuego en su interior.

Aun con su bóxer puesto se aferró del almohadón con todas sus fuerzas, apretaba sus ojos mientras restregaba su pelvis contra aquel esponjoso objeto, no podía parar era más fuerte que él, podía sentir como un líquido salía de su miembro, tuvo urgente necesidad de bajar aquella prenda que cubría su hombría, no solo lo necesitaba, lo deseaba, su ardor se aliviaba mientras se rozaba desesperadamente contra la tela, sus caderas se movían sin control y él solo se limitaba a sostenerse como si su vida dependiera de ello, fue entonces que aquella sensación nueva apareció, no se detuvo, continuo hasta que por fin lo sintió venir.

— ¡Ah! ah! — gemía con una voz ronca — que... qué demonios es... ah! ¡sí, sí, ah! — un grito de éxtasis se escuchó dentro de aquellas cuatro paredes de la habitación — mierda.

Detrás de la ventanaWhere stories live. Discover now