OS ✰ Just a hug!

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Reo sabía perfectamente que Nagi apreciaba el contacto físico y el buen trato, si éstos venían por su parte. No dudaba en acariciar su cabeza, su mejilla o incluso cargarlo para mimar al peliblanco adormilado.
Siendo que básicamente vivía en su casa, no tenía problemas para cumplir con los caprichos de Seishiro, quien detestaba caminar por tanto tiempo, como Reo hacía, o se estresaba fácilmente con las tareas cotidianas que éste le asignaba.

Conocía bien a Seishiro, como las cosas que le gustaban y las muchas que le disgustaban. Sus excesivas horas de sueño, sus malos hábitos y el pequeño puchero que formaba con sus labios cada vez que entrenaban más de lo normal para un partido de fútbol.

Incluso sus ojos grisáceos siempre cansados, su suave cabello blanco, su cuerpo largo pero muy delgado. Eran características que solo podía atribuir todas juntas a un perezoso como Nagi.

Los muchos defectos que poseía, su falta de ambición o de ánimo, la poca motivación que tenía para empezar el día eran todas cosas que al de ojos morados no le importaban, por alguna razón.

Nagi podía repentinamente desplomarse sobre el comedor a la hora de la cena murmurando cosas sin sentido y a los pocos segundos comenzar a roncar ligeramente, dejando al Mikage confundido las primeras veces que sucedió.También podía distraerse fácilmente cuando el menor le hablaba sobre algo importante, obligandolo a repetir todo de nuevo.
Cualidades exóticas que nunca había visto en nadie aparte aquél chico. Era algo que le llamaba mucho la atención, además de su talento innato para el fútbol. El genio oculto y que él había descubierto.

La única vez en el día en el que el pelimorado podía ver al mayor concentrado era cuando jugaba videojuegos, viendo videos o haciendo cualquier cosa en su teléfono móvil que fuera de su agrado.
En esos momentos el Nagi Seishiro que conocía desaparecía y sus ojos grises no se desprendían de la pantalla hasta hartarse del aparato. No importaba qué tanto le hablara o llamara la atención. A esa hora del día Seishiro era un caso completamente perdido.

Fué un día normal cuando unas horas menos de sueño habían afectado el funcionamiento del cerebro de Reo y la realidad se distorsionaba bajo los párpados pesados.
La noche anterior se había quedado hasta tarde en el hogar de Nagi estudiando fútbol, mientras el dueño de la morada suspiraba lentamente inmerso en su quinto sueño.

Paseaba por los pasillos de la escuela con bolsas bajo sus ojos y un malhumor insólito en él. Tratando de ignorar amablemente los saludos de todas las chicas fanáticas que lo seguían con corazones en los ojos. Tuvo que caminar un buen rato por el edificio para perderlas y por fin poder tener algo de silencio.
Cuando se topó con una conocida cabellera blanquecina al otro extremo del pasillo sus sentidos despertaron y se sorprendió al notar como su entero cuerpo se calentaba y desaparecía su anterior malestar.

No corrió al instante, como solía hacer cada que veía al mayor, pero no porque se sintiera hastiado. Al contrario, en ese momento se sentía tan aliviado y feliz de haberse encontrado con Nagi que al mismo Reo le sorprendía como instantáneamente la falta de sueño se hacía una carga cada vez más pequeña, y las ojeras no estorbaban tanto como antes.

Mikage respiró profundamente, dando lentos pasos en dirección al más alto, quien aún no se percataba de su presencia.

—Nagi...

Envolvió al mayor en un abrazo débil por detrás.

El peliblanco se volvió hacia el contrario, con el teléfono móvil en la mano. No se movió por un instante, porque había notado la poca fuerza en los brazos ajenos. La manera en la que Reo apoyaba completamente su cara en su hombro, como si estuviera apunto de caerse.

—Lo siento. Hoy no es mi día.

Oyó decir Nagi, entonces se alejó un poco y observó el rostro del más bajo.

—Reo. No has dormido bien.

Seishiro se permitió asegurar el abrazo, apoyando su nariz en el hombro del menor. Inhaló el perfume de Reo con calma, sintiéndose mucho más tranquilo que antes, cuando sentía la falta del Mikage desde que se había despertado en su casa y él no estaba allí para acompañarlo a la escuela, como normalmente hacía.

Oyó un sonido proveniente de su teléfono que indicaba el Game Over de su partida, pero no le importó.

—Exactamente...

Y Reo se pegó nuevamente al contrario.

Nagi no se movió. Dejó sus brazos en la espalda ajena. No alejó su hombro donde descansaba la cabeza del chico.
Abrazó a Reo por unos cuantos minutos, hasta que la batería del pelimorado pareció recargar mágicamente.

Ya que Reo siempre me carga y acaricia la cabeza, supongo que no está mal agradecerle.

U&I ✰ Nagireo [Hiatus]Onde histórias criam vida. Descubra agora