HY ✰ Gray day

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Nagi tenía una habilidad muy útil.

Poder mantenerse calmado, y no enojarse.

Se consideraba a sí mismo un pacifista.

Aunque uno que, de vez en cuando, podía tener sus episodios.

Por ejemplo, ese día en el que se despertó con un terrible dolor muscular distribuido en todo el cuerpo, la mente revuelta y un humor de perros.

Era un lunes tranquilo, entrando en la semana de exámenes que tanto odiaba.

No sería nada fácil para Nagi Seishiro.

[...]

Choki lo saludó tan pronto como hizo el tedioso esfuerzo de levantarse de la cama, se sintió halagado, el cactus reconocía lo molesto que resultaba para el albino una tarea como esas, en esos días.

Acarició sus espinas puntiagudas, llevándose un pinchazo como de costumbre, solo que esta vez el dolor parecía mucho más intenso y eso solo le provocó más nervios y fastidio.

Su pijama arrugado, al igual que las frazadas de su cama revueltas como un remolino al final del colchón, donde colocaba los pies. Divisó unas marcas rojas en sus brazos de lo que parecían las arrugas de las sábanas, y suspiró. Molesto. Su cama era un desastre tanto como lo era él, y tenderla estaba en el top diez de las cosas que menos quería hacer ese día.

Un espacio entre las cortinas de su ventana se abrió por arte de magia y el sol destelló contra sus ojos a, literalmente, la velocidad de la luz. Frunció el seño en reflejo, gruñendo por lo bajo.

Había dormido de la peor manera que se podía. Su terrible noche podía dividirla en tres fases llenas de sufrimiento y estrés.

Número uno, insomnio. Sus ojos bien abiertos, perdidos en la oscuridad de su habitación. Le fué increíblemente difícil conciliar el sueño, para que luego el frío en sus piernas lo despertara de nuevo, y luego no pudiera pegar ojo, una vez más.

Número dos y tres juntas, porque eran la misma cosa, solo que en la última empeoraba todo y Nagi sentía que prefería morir antes que levantarse a altas horas de la noche en busca de un refrigerio nocturno. Detestaba comer tarde, su estómago hacia ruidos extraños y luego también tenía sed, y si bebía algo y pasados los minutos no lograba dormirse tenía que ir al baño. Todo un ciclo que no estaba dispuesto a seguir, al menos eso pensó en la segunda fase. Pasó a ser la tercera cuando el vacio en su estómago se volvió insoportable y con eso sentía que estaba cada vez más lejos de cerrar los ojos y la cuenta de ovejitas saltando la valla llegaría a números de cuatro cifras.

Esa había sido, en un conveniente resumen, la noche de Seishiro.

Luego estaba la mañana, nadamás el comienzo, cuando apenas cobraba conciencia y su ánimo ya estaba por el piso, o recibía el sol en toda la cara sin siquiera haber abierto ambos ojos, casualmente.

Trató de calmar su mente, seguir los pasos de la rutina que él mismo había creado para días tan alentadores, como esos. Respirar profundamente. Inspira, expira. Estirar su cuerpo y recobrar el mínimo de energías, siquiera el mínimo.

Sus planes se fueron al carajo cuando nada más alzar los brazos sintió ese dolor e incomodidad en todo el músculo, incluso las muñecas. El cuello y la espalda, que sabía eran los más delicados, también dolían como el infierno. Al igual que sus rodillas, tobillos y talones.

U&I ✰ Nagireo [Hiatus]Where stories live. Discover now