1. Las primeras navidades de Max y Rafe (Malec)

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Alec estaba sentado en el sofá del apartamento que compartía con Magnus; tenía un libro entre las manos e intentaba concentrarse en la lectura, pero no podía evitar mirar a su esposo. El brujo se entretenía decorando un enorme árbol de Navidad con cientos de lucecitas y algunos adornos en forma de runas.

- Magnus, ¿en serio era necesario un árbol tan grande? - preguntó Alec, mirándole de reojo sin apartar la mirada de su libro.

- Pues claro que sí, son las primeras navidades que pasamos los cuatros juntos - exclamó Magnus, aleteando con las manos, entusiasmado.

- Magnus... - siseó el nefilim en voz baja, señalando a la pequeña cabecita azul con cuernecitos que descansaba sobre su regazo.- Vas a despertar a Max.

- Vale, vale, aguafiestas - protestó el brujo, enfurruñado, pero luego apuntó con un dedo a su esposo.- Pero no te vas a librar de venir conmigo a comprar regalos para los niños.

Fue entonces cuando Alec dejó el libro a un lado, y miró fijamente a Magnus, con expresión de censura.

- Magnus... no te pases con los regalos, que te conozco - le advirtió Alec cruzado de brazos.- No podemos malcriar a los niños.

- Ya está el regañon - dijo Magnus, sacándole la lengua.- Si por ti fuera, lo único que haríamos sería trabajar, comer y dormir -añadió el brujo con cierta molestia, aunque realmente ni el uno ni el otro estaba enfadado.

Alec dejó con cuidado la cabecita de su hijo menor sobre el sofá y se levantó para ir con su esposo.

- Sabes que eso no es cierto - protestó Alec algo ofendido.- Sólo digo que Rafe y Max van a tener nuestros regalos, los de sus numerosos tíos, ya conoces Izzy, y los de mis padres. Luego le van a hacer caso a tres y van ignorar los otros... - añadió Alec con sensatez.

- Garbancito... son las primeras Navidades de Max y Rafe - repitió el brujo, haciendo un puchero. - Quiero que tengan un millón de regalos si hace falta... y si es cuestión de espacio, se hace otro cuarto y listo.

- No me vas a convencer con esa cara de cachorrito - le advirtió Alec con una pequeña sonrisa.- Ahora seguimos hablando, voy a llevarlo a la cama antes que lo despertemos - añadió, dirigiéndose al sofá y cogiendo en brazos a Max.

Con el niño en brazos, Alec caminó hacia la puerta de la habitación del pequeño. Cuando llegó, lo dejó en la cama con cuidado y lo tapó con las mantas. Tras acostar a su hijito, le dio un pequeño beso en la frente y salió de la habitación, dejando la puerta entreabierta, por si Max llamaba. Regresó al salón, donde Magnus le esperaba con dos copas de chispeante líquido en las manos.

- Unos cócteles tampoco me convencerán... - sonrió el nefilim. Magnus sólo le guiñó un ojo. - Magnus...

- Vamos, garbancito... sabes que te acabaré convenciendo...

- Bueenooo... - bromeó Alec, ensanchando su sonrisa. - Puedes intentarlo...

El brujo agarró a su esposo por las caderas y lo atrajo hacia él, juntando sus labios con los del chico.

- ¿Es un reto, Alexander?

******

La tarde siguiente a aquella conversación, Magnus estaba en su laboratorio mientras los niños jugaban en el salón. Sin embargo, el pequeño brujito azul estaba distraído, sin dejar de mirar el árbol de Navidad que su padre había montado en medio de la sala y la montaña de regalos que había junto al mismo.

- ¡Max! - Le llamó su hermano mayor, agitando una mano delante de la cara de su hermanito. - ¿Qué te pasa? ¿Estás malito?

- Ayah ha puesto muchos regalos en el arbolito - contestó Max con una expresión preocupada en su carita azul.

Cazadores de Sombras: One-shotsWhere stories live. Discover now