Capítulo 17

430 45 11
                                    

*Pov Jeff*

Un libro voló en dirección hacia mi cabeza pero lo esquivé, Liu me lo arrojó claramente enfadado, desde su cama.

—¡No quiero tu maldita ayuda Jeff! Lárgate de una vez. —Frunció el ceño y me alzó la voz.

—¡Malagradecido de mierda! ¡No vuelvo a preocuparme por ti nunca más, incluso si te estás muriendo! —Le grité exasperado y cerré de un portazo marchándome de su habitación.

Suspiré y revolví mi pelo con frustración. ¿Por qué le costaba tanto aceptar que alguien le ayudase? Se le notaba algo pálido y débil, cada vez más. Seguramente se le pase pronto y no sea nada serio, pero aún así es un desagradecido. Tan sólo fui a preguntar como estaba y ver si necesitaba algo, y el reaccionó así. Me molestaba.

Abrí la puerta del sótano sin pensarlo dos veces y comencé a bajar. Una vez en la habitación me percaté de que ella estaba dormida en el sofá, decidí no despertarla. Me senté de lado en el suelo, junto al sofá, y apoyé mi cabeza en en un hueco. Podía observar el rostro de ella de cerca. Su pecho subía y bajaba con un tranquilo ritmo, y su rostro se veía calmado. Por algún motivo que desconozco, me relajaba verla así, era entretenido a pesar de que nada especial ocurría. Toqué con mucho cuidado su mano, estaba tibia, viva. Una sensación poco común dentro de mi día a día, pues la mayoría de veces que tocaba algo vivo acababa frío al poco tiempo. Pero quería mantenerla a ella, que conservara ese calor, comenzó a despertar interés en mí.

Dejé mi mano junto a la suya por un rato más, sin despegar la mirada de su rostro. Pasado un rato, la retiré y miré hacia el techo. Me sentía algo cansado, dormir estos días había sido más complicado de lo normal.

—Hmm. —Escuché removerse a la chica. —Ahh... Jeff. —La escuché decir confusa y con una mezcla de sorpresa e incomodidad.

Giré mi rostro hacia ella nuevamente.

—¿Te desperté? —Pregunté cuando nuestros mi vista conectó con la suya, nuestros rostros estaban algo cerca.

—No, no. —Negó rápidamente, y se incorporó un poco nerviosa.

Notaba perfectamente que mi cercanía la ponía en guardia, así que decidí levantarme y sentarme en el suelo dejando mi espalda apoyada sobre una de las paredes de la habitación. Su cuerpo se relajó un poco más. Estos días había bajado con más frecuencia a jugar las cartas con ella, necesitaba distraerme, y ella ahora mismo era la único con lo que podía mantener mi mente ocupada durante un rato.

—¿Quieres jugar hoy también? —Me preguntó.

—Claro. —Respondí, mientras buscaba las cartas en el bolsillo de mi sudadera. —Mierda, me las dejé arriba. —Suspiré.

Me mantuve un rato mirando el suelo, me sentía un poco desubicado.

—Cuando una persona cercana o un familiar tuyo enfermaba... ¿Qué hacías? —Le pregunté sin mirarla.

—Si había algo en lo que pudiese ayudar, lo que hiciera falta. —Respondió sin un atisbo de duda.

Era algo obvio, ya sabía la respuesta. Pero ese maldito ingrato no quiere mi ayuda.

—Jeff, ¿puede ser que estés preocupado por Liu? —Preguntó con inseguridad y cautela. La miré sin decir nada, y ante mi silencio continuó hablando. —Si es así, ¿no sería mejor que vayas con él? —Me miró dudosa.

Justo en el clavo.

—No quiere mi ayuda. —Respondí directo.

—¿Por qué? —Preguntó elevando las cejas, algo incrédula.

Siempre en mi memoria (Liu, Jeff y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora