『13』

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—¿Cuánto conoces a este chico? —Yoongi le había preguntado en cuanto vio a su hijo sentado y tratando de calmarse frente a él.

Pánico. Eso había en los ojos del moreno.— Pues... no mucho, la verdad. ¿Qué le ocurre?

—Sin dudas está en traumatología. No puedo darte demasiados detalles y menos sin haberlo revisado, pero... tiene una pierna fracturada por un gran impacto. Le operaron y soldaron el hueso.

—¿Una fractura abierta? Eso no es tan grave...

—No era fractura abierta, pero casi. Y no me desvíes del tema, no puedo darte esa información —suspiró su padre.

—Pero entonces-

—Jungkook, voy a decirte algo y espero que te mentalices en esto... no creo que ese chico vuelva a ser el que era, al menos no el que conocías.

—Ya te dije que no lo conocía demasiado. ¿Qué es lo que tiene?

—Creen... bueno, quedó sordo —confesó su padre finalmente, porque es lo que le habían comentado.

—Pero... no debe ser tan malo, ¿no? Es decir, se le puede poner un implante coclear. Leí que en caso como el de Jimin, en chicos que podían escuchar antes, funcionan realmente bien y-

—Jungkook... detente — Yoongi frenó a su hijo de nuevo. Al parecer le está afectando más de lo que él quisiera.— Me pidieron que lo revise por si se les escapa algo y se le pueda operar, pero... creen que ha sufrido un daño irreparable. Siguen haciéndole pruebas, pero las posibilidades son muy bajas, por eso iré yo a revisarlo.

Por un instante, aquellas palabras no fueron asimiladas por su cerebro.

Para él un médico debía tener siempre una respuesta y no le servía un "no es posible". Su mente había pensado automáticamente en el implante para que volviera a escuchar, pero no pensó ni por un segundo que ocurriría si no podían ponerlo. Ahora mismo estaba helado. Tenía que haber una solución.

Era lo único que le venía a la cabeza.

Sólo tenía que estudiar más, sólo mirar más casos... siempre tenía que haber algo que pudieran hacer, y eso mismo fue lo que su padre vio, un desconcierto demasiado grande para que su hijo lo asimilase.

—Jungkook, ven aquí... —se levantó de la silla y rodeó la mesa para poder abrazarlo.— Luego te diré lo que pienso al respecto, ¿si? Aún no sé si pueda hacer algo por él o no, pero necesito que te prepares para escuchar... algo que tal vez no quieras escuchar. A veces no está en nuestras manos poder ayudar.

—Tiene... diecisiete —se quejó el moreno.— No puede quedarse sordo aquí, él no... tiene mucha vida por delante, muchas cosas que podría escuchar y-

—Kook, haremos lo que podamos por él.

Le costó sus minutos recuperarse de aquella información. Al parecer los rumores eran ciertos, pero todo pintaba peor de lo que esperaba. Salió de la consulta de su padre, cabizbajo y deshecho, sentándose en una de las sillas de la sala de espera tratando de recuperarse. El paciente de su padre entraba en ese momento y él no quería retrasar sus obligaciones.

Cinco minutos después de estar allí sentado, con las manos agarrándose el cabello con firmeza y con el rostro agachado mirando el suelo, se dio cuenta de algo todavía peor... ¿cómo lo estará tomando Jimin?

Sus piernas, pese a que sentían un agotamiento extremo y estaban casi paralizadas, empezaron a moverse.

Tenía que comprobar por sí mismo cómo estaba. Por ello, impulsado por una fuerza desconocida, caminó hasta el ascensor y presionó el botón del cuarto piso en cuanto pudo entrar a el. Cuando llegó al piso, buscó por el pasillo el número de la habitación.

401... 402... y se detuvo.

Su corazón latía a mil por hora, pero la escena que vio a través de la puerta entreabierta, le hizo detenerse completamente. Era incapaz de entrar.

Un niño de algunos once años estaba allí, hablaba con él, y por el físico, supuso que debía de ser su hermano menor. El rostro melancólico y triste de ese niño que intentaba contarle algo alegre sobre su colegio y que... había olvidado que no podía escucharlo, hizo que casi se le salieran las lágrimas.

—Jimin... —susurró el niño. Ahora el chico era consciente de que no podía escucharlo, así que dio la vuelta a la camilla y se puso frente a su hermano para que pudiera verlo, cambiando a una sonrisa como si eso pudiera alegrarle.

El castaño no pareció moverse. Miraba por la ventana y daba la espalda a Jungkook, pero el niño si logró verlo antes de que él se apartarse de la puerta.

Dejó pasar unos minutos y cuando quiso volver a espiar por la puerta, el chico se había tumbado en la camilla junto a su hermano. Jimin agarraba su cintura, acercándolo a él, pero no era eso lo que hizo que el moreno decidiera no entrar... sino las desgarradoras lágrimas de Jimin que dejaba caer sobre la espalda de su hermanito.

Por supuesto que no entraría, ni siquiera conocía a Jimin. Solo había intercambiado un par de palabras y nada agradables. ¿Qué podría decirle? No eran amigos, no tenía que estar allí, no se le permitió ver a Whono, y seguramente, Jimin no querría ver a nadie ahora mismo. Mucho menos a él.

Así que, simplemente regresó al ascensor.

*

No volvería a escuchar. Era lo que se le había grabado a fuego a Jungkook.

Ese chico, que adoraba la música y tenía todo un futuro por delante... no iba a volver a oír nada. No escucharía estupideces de sus amigos, ni el ruido de la cafetera, ni la lluvia contra los cristales. Tampoco volverá a escuchar musica, pero había cosas peores, como no volver a oír a su hermano... a su familia.

Toda su forma de comunicarse iba a colapsar ante sus ojos.

Debía estar tremendamente perdido y sumido en miedo intenso en un mundo lleno de un aterrador silencio. "No escuchar nada por el resto de tu vida debe ser aterrador" pensó Jungkook.

Ver cómo su hermanito entraba sin pensar por la habitación, hablando de cosas cotidianas creyendo que animaría un poco a Jimin y darse cuenta en ese mismo instante de que no podía escucharlo... fue duro. Sin duda alguna lo fue. Sin duda lo era. No podía identificar si alguien había entrado, ni de que le hablaban... ni siquiera sabía si le estaban hablando a menos que pudiera verlo mover los labios.

Él estaba desanimado. Se puso el casco y decidió volver a casa.

Quería leer sobre el tema, intentar ayudarlo en la medida de lo posible y sobre todo, esperar a que su padre llegase de revisar el caso y pudiera darle algún detalle. Si, era infracción revelar información médica del expediente de un paciente y ya me había dado demasiada... pero él no iba a contar nada del caso, no quería meter a su padre en problemas.

Se centró en la carretera y condujo a casa. Aparcó en el garaje y subió las escaleras hasta la sala. La casa olía muy bien y supo que su papá estaba cocinando.

—¿Kook? ¿Estás bien? —preguntó con preocupación. Por más concentrado que estuviese Hoseok en la cocina, no pudo evitar estar extrañado de que su hijo haya llegado temprano.

—Si, si, sólo... me llevaré la laptop —comentó con las llaves de casa todavía en mano, agarrando la computadora de la mesa de la sala y dirigiéndose a las escaleras.

—¿Seguro? Te veo un poco-

—Voy a estudiar un rato. Bajaré para cenar.

—¡Jungkook! —Hobi había llamado una última vez sintiéndose poco conforme con su explicación.

—¡Te quiero, papá! —fue lo último que escuchó de su hijo y después la puerta de su cuarto se cerró.

Así era su hijo, lo solucionaba todo con palabras bonitas para ocultar lo que le preocupaba.

Listen to me [Kookmin]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt