DOCE

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Era tan extraño tenerlo ahí, jamás pensó verle de nuevo, mucho menos en su casa.

¿Era una forma de humillarlo acaso?

El tener al alfa en su casa no le estaba resultando para nada fácil.

Seguía siendo muy doloroso mirarlo en su casa paseando por los pasillos.

Se sentía con mucha culpa por la golpiza que le habían dado al alfa.

Por más que Lionel lo mirara con ternura y amor, él se sentía asustado y nervioso, no se atrevía a mirarlo a los ojos.

Lionel sentía como temblaba a se quejaba en voz baja el Omega cada que estaba cerca de él.

El simple hecho de agarrarlo del hombro, el Omega se alejaba rápidamente manteniéndose callado o simplemente dándole una sonrisa tímida.

¿Cómo podía construir una confianza que él mismo se encargó de destruirla? Había tratado al omega de mentiroso y charlatán cuando en realidad todo era verdad y Guillermo exigía ayuda.

De verdad quería quitarle esos amargos recuerdos al mexicano, trataba de pasar mucho tiempo con él aunque este parecía no quererlo ver ni en pintura.

Ahí estaba él tratando de auxiliarlo y hablar un rato.

Siempre que el omega se encontraba en el jardín el se acercaba y se sentaba a su lado.

Ahí eran los momentos que podían aprovechar a estar solos.

Ninguno de los dos decía algo, solo permanecía en el mismo lugar, mirando las flores, las nubes si estaba de día y las estrellas si ya era de noche.
El estar juntos en silencio era maravilloso, eso estaba rehabilitando el estado anímico de ambos sin que lo notarán.

Estaban conectados sin aún haberse reclamado uno al otro.

Guillermo se había encargado de todas las heridas que le habían provocado al argentino, sabía que era su culpa una parte de que lo lastimaran tan grave.

No sabía que los instintos de los alfas podían llegar a ser muy violentos, ¿Lionel podría lastimarlo así algún día?

Esa idea le estaba aterrando demasiado, no quería sufrir de nuevo en manos del mayor.

Pero quería tener otra mentalidad ahora, quería creer de nuevo en el argentino a pesar que pareciera que nadie más lo haría, él trataba de hacerlo.

No era fácil tratar de mantener algo que un tercero había tratado de destruir de la peor manera posible.

Pero podía restaurarse, era era la fé que tenía tanto Guillermo como Lionel, ser felices.

Guillermo despertaba como siempre con pesadez en el cuerpo mientras Kevin le jalaba lentamente de la pijama exigiendo el desayuno.

Kevin era el suficiente escarmiento para no querer procrear cachorros aún.

Se levantaba de la cama que ahora compartía con el cachorro, aún no se atrevía a entrar a su habitación sabiendo que ahí siempre se encontraba descansando el alfa argentino.

Fue a lavarse la cara primero antes de ir a la cocina, aunque al escuchar un ruido provenir de ahí lo hizo salir rápidamente.

—¡Kevin ya te voy hacer tu desayuno! ¡No te metas en mi cocina! — Gritó bajando las escaleras rápidamente estando desesperado —¡Kev!... oh Lionel, eres tú — Susurró avergonzado encogiéndose de hombros apenado.

—Buenos días Guillermo— Habló de forma animada el alfa mientras terminaba de cocinar tranquilamente — Como  vi que no despertabas decidí hacer el desayuno para los tres— Susurró avergonzado quitándose el delantal de la cintura, miró al Omega y le extendió un plato con huevos refritos y tocino, al lado de dos rebanadas de pan Bimbo tostadas— A ti te hice panqueques Kevin a Julián le gustan mucho. Supongo que a ti también debe de gustarte — Sonrió apenado.

❝Beautiful Boy;Messi y Ochoa(OMEGAVERSE)❞ Where stories live. Discover now