Capítulo 13

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Hoy es Halloween, una fiesta que llevo años sin celebrar. Ahora estoy de camino hacia la casa de mi hermano y sus compañeros de piso, que está decorada (lo justo y lo necesario) con lámparas en forma de calabaza, animales de plástico y telarañas falsas; mientras uso un disfraz que llevaba más de dos años cogiendo polvo, pero necesitaba estrenar.

Entro en la casa sin llamar a la puerta, es innecesario porque he dormido varias veces aquí en los últimos dos meses y tengo una copia de las llaves. Me miro en el espejo situado en la puerta y me llena de orgullo el resultado de mis esfuerzos.

—Me gusta tu disfraz... Jackie —dice Jayce a mi espalda. Volteo y al ver su vestimenta, solo puedo contener la risa. Tiene el pelo rojo en punta y la misma ropa que Jonathan, el novio de Mavis, de la película Hotel Transilvania.

—De nada... Johny —le digo antes de volver a mirarme en el espejo.

Mi disfraz es del capitán Jack Sparrow. Hay algunas modificaciones con respecto al personaje original, ya que, a pesar de mi aparente desprecio por la moda, disfruto vestirme bien. Alrededor de mis ojos predomina la sombra de color negro, resaltado por toques de dorado y mis labios están pintados con un sencillo color carne. No encontré la peluca adecuada, así que mi pelo es natural con un poco de volumen y los adornos necesarios. El traje es resultado de una compra desesperada, pero la calidad del mismo lo vale todo; en lugar de un chaleco, mi torso está cubierto por un sencillo corsé negro y las botas son entalladas, el resto es igual al ropaje de Jack.

—No negaré que eres predecible, princesa —dice en referencia a mi disfraz y a mi amor por todo lo relacionado con Piratas del Caribe. Me besa la frente e inicia su marcha hacia la sala.

Mientras nos movemos al interior, el volumen de la música aumenta, igual que la cantidad de personas. Los adornos sobre las superficies horizontales son nulos, un consejo mío que los muchachos decidieron adoptar, para evitar pérdidas. Bien por ellos. Los muebles han sido apartados para que la gente pueda bailar en la sala y la cocina está llena de gente charlando. En las dos habitaciones no hay nadie a quien conozca, así que voy al patio detrás de Jay.

Todos los chicos están allí. Kevin vestido con un sencillo taparrabos, mostrando su grande y escultural cuerpo a quien quiera verlo. Curiosamente, tiene varias cicatrices pintadas por la espalda y torso, dándole un aire de hombre de la selva. Es un deleite para la vista; y lo sería más, si dejara de teclear desesperadamente en su teléfono.

Brady, por otro lado, tiene un pantalón oscuro, botas negras y una camisa gris abierta, dejando a la vista un precioso sixpac (no tan definido como la de su mejor amigo, pero igual de apetitoso) y un dibujo extraño en su pectoral izquierdo. Estoy casi segura que está disfrazado de un personaje de anime, pero soy incapaz de recordarlo.

Grayson, a quien no le dirijo la palabra, tiene una túnica griega púrpura y una corona de laurel dorada sobre su igualmente dorada cabeza, mientras sujeta una cítara. Obviamente, haciendo referencia al Dios griego, Apolo. Ese chico tiene un problema grave de atención.

Finalmente, Emrralt. Suspiro internamente al ver su vestimenta. Tiene puesta una falda verde a cuadros, una chaqueta parecida a la de un esmoquin con muchos botones y unos zapatos curiosos sobre unas medias por debajo de la rodilla. Es el atuendo típico de Galés.

¿Cómo puede este chico superficial y egocéntrico, estar tan orgulloso de sus raíces?

—Buenas noches —no se deben olvidar los buenos modales bajo ninguna circunstancia. Ciertamente, no cuando suspiras por un chico que no te hace mucho caso.

—Harper, ¿cómo estás? —pregunta Kevin con cortesía, se levanta, exponiendo su alta figura a mis ojos ávidos. Su cuerpo alto y fuerte, cubierto por esa piel café con leche, está hecho para pecar.

Bajo la piel de HarperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora